Estoy en el pueblo. A mis soledades voy, de mis soledades vengo.
Impresiones, reflexiones…
Tuve la suerte, durante la entrega del premio Paquiro, de asistir a lo que sin duda será el estoconazo de la temporada taurina. Lo asestó José Tomás en lo más alto del hoyo de las agujas del crítico (y otras labores) Javier Villán, que en algunas de sus crónicas había llamado suicida al diestro de Galapagar. Estaba yo sentado junto a Isabel San Sebastián, y los dos nos estremecimos. Será difícil superar la demoledora ejecución de esa estocada en lo que queda de verano. Javier se tambaleó, sonrió, aguantó el tipo y puso al mal tiempo rostro forzado.
¡Leña a Leire Pajín, que tiene un chorro de voz y es el ama del falsete! Todo el mundo se la da. Gajes de haber sacado el carné del PSOE cuando tenía quince añitos y merecía andar en otras cosas. Lleva razón, sin embargo, en su celebrada ocurrencia a propósito del acontecimiento planetario que está a punto de producirse en el mundo occidental (no, por suerte, en el oriental, donde tales tontunas no tienen cabida). Lo es -acontecimiento planetario, estallido de supernova, agujero negro, negrísimo- la coincidencia de dos gigantes del pensamiento débil, la cintura floja y el populismo fácil en el puente de mando de la Europa tercermundista y del Imperio que se bate en retirada. ¡Que Dios proteja al uno y a la otra, aunque es evidente que no lo hará! Preparémonos para lo peor. Zapatero, el leonés, y Obama, el cairota: tanto montan, montan tanto. Pocos éramos, y parió América. Ya es mala pata.
En casa del herrero… ¡Es fantástico eso de que el ministro de Industria, Energía, Bombillas de Bajo Consumo y Ciencias Afines y su secretario de Estado hayan caído en la trampa de un ascensor de la Cámara Alta (¿alta?) que se quedó sin corriente! Hay justicia divina: la de los hermanos Marx. ¿Será anuncio esa anécdota de lo que sucederá en toda España cuando no tengamos una maldita central nuclear que llevarnos a los enchufes? Sostenella y no enmendalla, amigo Sebastián. Ya dijo Zapatero, al hacerse con el poder, que Cervantes era republicano y el Quijote la Constitución de la humanidad. Sí, sí, lo dijo… Palabra.
Acabo de ver a Elena Salgado en la tele. ¡Menudo papelón el que la están obligando a hacer! ¿Cómo es posible que una mujer inteligente -por tal la tengo- se ponga al servicio de un hombre así?