EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Esa cultura, ese concepto tan arraigado a nosotros, los españoles, de tener una vivienda en propiedad, es algo que si pretendemos conservar un techo bajo el cual habitar hasta que nos llegue el último día habrá que ir pensando en decantarse por la vivienda de alquiler. Cierto es que solemos decir aquello de: “Si con lo que pago de alquiler pago la hipoteca y al final el piso es mío”, pero esta es, tal y como han cambiado las cosas, una decisión equivocada.
Cada vez hay que plantearse más la conveniencia de adquirir o alquilar. Mientras que hemos pasado por épocas, que en realidad no existían tal y como pintaban, en las que “nadábamos” en la “abundancia”, cuando en realidad “nadábamos” en el crédito, un crédito que cada vez nos ahogaba, y nos ahoga, más y más hasta que nos hemos ido al fondo, mientas creíamos que todo el monte era orégano, mientras parecía que el viento venía de popa y por tanto favorable, íbamos navegando, pero de pronto se hizo la calma, el viento cesó y cuando volvió a soplar nos vino por la proa, de frente y nuestro barco se fue a pique.
Nos encontramos con la realidad de que si alquilamos una vivienda y por cualquier circunstancia no se puede pagar el alquiler, lo peor que nos puede pasar es que nos desahucien pero siempre podemos volver a empezar libres de cargas anteriores, pero en cambio cuando cargamos con una hipoteca y esta no se puede ir amortizando al final pierdas la vivienda y además te queda la rémora de que tienes que seguir pagando al banco lo que resta de hipoteca. Esto último me parece, no me parece, para mí lo es, una medida totalmente arbitraria e injusta y que nuestros políticos, todos, salvo grupúsculos muy concretos y por tanto sin poder legislativo y ejecutivo, no tienen intención de situar en su justa y necesaria posición que es la de facilitar el que los afectados puedan intentar recomponer su situación bien acudiendo al crédito para adquirir otra vivienda o bien alquilándola, pero si tienen que seguir pagando lo que les restaba de la hipoteca anterior es evidente que la solución es totalmente imposible de conseguir. Si no pudimos pagar una hipoteca ¿cómo vamos a pagar otra o un alquiler?
Queda muy claro que todo esto nos lleva a hacer lo mismo que nuestros vecinos de más allá de los pirineos, ir a la vivienda de alquiler como único camino para poder contar con un techo bajo el cual cobijarnos y desterrar ese sobresalto continuo al que hoy todos nos vemos abocados. De seguir así todos sufriremos las consecuencias de aquel dicho que nos dice: “Al miserable y al pobre todo le cuesta el doble”.
Creo que no he dicho nada que usted, querido lector, no sepa o haya pensado el alguna ocasión, pero he creído también que no está demás que compartamos nuestras opiniones y formas a pensar.