“En las culturas del silencio, las masas son mudas, es decir, se les prohíbe participar creativamente en las transformaciones de su sociedad, y por ende se les prohíbe ser” Paulo Freire.
“Yo sé que en el pago me tienen idea porque a los que mandan no les cabresteo, porque dispreciando las huellas ajenas se abrirme camino pa’ dir donde quiera”. El orejano. Serafín J. García.
Es éste un primer acercamiento dado que aún no leímos el libro de Adriana Puigróss “El inspector Ratier y los maestros de tierra adentro”, del que hemos recibido algunas referencias de parte de la propia autora. Nuestra gratitud y reconocimiento.
Sin embargo, sí hemos leído la sinopsis que realizó Cintia Rogovsky sobre el libro. Confesamos que no pudimos evitar, más allá de las circunstancias, geografías, tiempos, roles y posición política, el sentirnos identificados con aspectos que consideramos relevantes y coincidentes con nuestra propia experiencia educativa, a nuestro juicio, ambas experiencias presentan algunas notas comunes y ello nos impulsó, atrevidamente, a encontrar y construir bajo el método de analogía histórica, estos caminos cooperativos entre maestros libertarios:
Nos interroga y responde Cintia Rogovsky: “¿Quién fue Horacio Ratier? ¿Por qué podría interesarnos su vida y su obra? Podemos suponer que es a partir del archivo de su padre Horacio, que el antropólogo Hugo Ratier pone a Disposición de la pedagoga Adriana Puiggrós, que ésta comienza a imaginar este libro que cuenta la vida de aquel educador, inscripta en su contexto histórico así como en la trama de sus relaciones personales, profesionales, familiares. También destaca la vocación pedagógica que impulsa a dejar, como legado y testimonio, la palabra escrita de quienes hicieron y sostuvieron al sistema educativo en los territorios alejados del poder, tanto político como administrativo, durante el siglo XX. Ratier tiene, como Puiggrós, la preocupación de comunicar las experiencias y saberes de la praxis. Archiva, recorta, lee, escribe, propone, debate, piensa, observa, recorre, viaja, cuestiona”.
“A su vez, la obra rescata de cierto injusto olvido a esta figura de gran influencia en su momento, que representa, al mismo tiempo, a muchos de sus contemporáneos, precisamente a aquellos educadores que muchas veces arriesgaron su comodidad personal y su crecimiento profesional en pos de defender posiciones pedagógicas, dar cabida a corrientes no hegemónicas como la educación para el trabajo, el cooperativismo, la educación por el arte; dar voz a los niños y niñas; aprender y enseñar a producir la tierra; incluir a lo diverso y transformar el statu quo”
Nos apresuramos a repetir al unísono con Meyer Dubrovky al localizar su experiencia de vida y lucha cooperativa “La mía es la biografía de cualquier persona que abraza ideales humanistas”
Nosotros también fuimos “maestros de tierra adentro” como nos denominó la Dra. María Argentina Gómez Uría, Presidenta de la Unión Internacional de la Cooperación y Mutualismo Escolar-UICE-, en su Prologo de los Diseños Curriculares de Educación Cooperativa y Mutual Escolar de nuestra autoría: “En José Yorg y Ana María Ramírez de Yorg he encontrado una vocación cooperativista que, sin desmayos en su largo trajinar de maestros tierra adentro, ha encontrado una manera de ¨formar¨ para la vida a sus alumnos”
“Sus experiencias, sus investigaciones, su afán de servicio, su amor por los niños, han enriquecido su enseñanza áulica y el contacto de ésta con el entorno comunitario que rodea la escuela”.
“La enseñanza que parte del aula contagia el ambiente con los valores humanos que la cooperación ha reflejado en sus principios rochdalianos que la sustentan”.
“Así lo han visto, y así lo transmiten, estos dos maestros argentinos que vuelcan lo que la vida sana y el estudio constante les ha ofrecido para sembrar, desde los primeros pasos escolares, lo mejor del ser humano, su afán por servir, Formosa, una de las provincias más necesitadas de la Argentina fue la receptora de sus inquietudes”.
“Todo un desafío para Formosa y desde Formosa, para toda la Argentina y América Latina pese a lo que manifiestan sus autores de ¨… haber aceptado más allá de nuestras limitaciones, el desafío de mantener vigentes los valores Cooperativos y Mutuales en las aulas formoseñas”.
Brota de las entrañas de un tiempo sin tiempo el interrogante: ¿Qué quebrantamiento cometimos? Tal vez el “haber aceptado más allá de nuestras limitaciones, el desafío de mantener vigentes los valores Cooperativos y Mutuales en las aulas formoseñas” puesto que desencadenó en determinadas autoridades educativas oficiales una intransigencia que implica en los hechos la defenestración del cooperativismo de las aulas formoseñas.
Nos ilustra Rogovsky: “Como ha hecho a lo largo de su obra ensayística y de su tarea política, la autora pone al desnudo los mecanismos autoritarios y la burocracia del Consejo Nacional de Educación, que dificultaban las innovaciones, la difusión de nuevas ideas de enseñanza y la tarea de los “maestros de tierra adentro”.
Nosotros, maestros rurales comprendimos y comprobamos in situ lo que nos aleccionó una Supervisora Escolar, en cuanto a que la educación común no tiene los atributos necesarios para los educandos-labriegos, atributos pedagógicos y didácticos que sí los posee el cooperativismo escolar, y en función a ello, nos abocamos a estudiar, investigar y enseñar los nobles saberes cooperativos.
Año tras año observamos la disgregación de la familia campesina en contrapartida a nuestros esfuerzos educativos, sin efecto positivo, pues en las campiñas formoseñas los labriegos saben de laboreo de la tierra, pero carecen de conocimientos organizativos que le brinden defensas de sus esfuerzos productivos.
La familia campesina encara una producción individualista y fragmentada, esta situación material conlleva tener una conducta individualista que se reproduce a su vez en los hijos.
La condición familiar individualista lo coloca, desde el punto de vista empresarial, con deficiencias tecnológicas, de escasa o nula acumulación de capital productivo, abonar altos precios de insumos, insuficiente productividad, en definitiva, en una posición de debilidad organizativa frente a los acopiadores quienes le fijan el precio de su producción anual, frecuentemente de manera desventajosa para sus intereses.
El Cooperativismo Educacional posee los atributos pedagógicos y didácticos mediante los cuales el proceso enseñanza-aprendizaje puede trasformar percepciones, actitudes y valores que conmuevan la relación de producción individualista del campesinado, llevándolo a un estadio superior: la producción cooperativa.
El rol del docente rural interpuesto de conocimientos teóricos-prácticos del cooperativismo adquiere, entonces, una significativa palanca para la transformación productiva-organizativa en la construcción de una nación agroindustrial con justicia social.
Continúa Rogovsky: “A la vez, revela cómo el método de disciplinar a los maestros demasiado cuestionadores, al enviarlos a destinos de fronteras, era una práctica habitual. Confinados en los márgenes, en aquellas escuelas albergue junto a sus alumnos, a la vez se les habilitaban experiencias transformadoras que, aunque implicaran aislamiento y sacrificio –que incluía, en general, grandes limitaciones económicas y de recursos para su tarea–,promovían el vínculo con la comunidad y la circulación de saberes del trabajo (huertas, arte, títeres) propios de corrientes como la escuela activa y de la formación de la Escuela Normal de Paraná, por ejemplo, de gran influencia en los inspectores”.
De maestros con inquietudes innovadoras, pareciera una constante en lo que Julio Ortiz- prologuista de la “Historiografía de la educación cooperativa escolar en Formosa a través de instrumentos oficiales”, otro trabajo de nuestra autoría- precisara: “Históricamente el cooperativismo ha experimentado embates destructivos o impulsos edificantes; entre aquellos, también debemos inventariar la indiferencia u omisión de quienes poseen la responsabilidad de orientar las acciones educativas y culturales”.
“En el presente trabajo-prosigue Julio Ortiz- ‘queda perfectamente demostrado el tortuoso camino por el que ha transitado en el sistema educativo provincial. Sin omitir aisladas decisiones gubernativas debemos presupuestar en el haber, no tanto la ejecución de políticas, sino el esfuerzo incansable de algunos docentes. Siempre adelante el esfuerzo individual y las convicciones de sus ejecutantes; más atrás, el marco legal.”
Por último, Rogovsky nos describe que “El teatro de títeres fue un interés mutuo que alimentó la amistad entre los Bernabó-Ratier y Villafañe y el encuentro provocó que ese género ocupara un lugar importante entre las iniciativas que el Inspector introdujo en las aulas patagónicas y, años después, en las del Litoral. Villafañe fue invitado por Ratier a recorrer las escuelas patagónicas con su compañía de teatro ‘La Andariega’. A lomo de burro o en carreta, portando su retablo y sus muñecos, calzando un overol azul o blanco, llevó sus poemas y sus cuentos a los chicos de la Patagonia; conversaba con ellos y luego les pedía que dibujaran para llevar consigo esos dibujos hacia otros pueblos y otros niños”.
El cooperativismo escolar fue y sigue siendo para nosotros ex “maestros de tierra adentro”, Juan Velázquez, Ana María Ramírez Zarza y José Yorg ,analógicamente, un encuentro de amistad, compañerismo y militancia educativa cooperativa que desató innumerables producciones pedagógicas fruto de múltiples prácticas, difícil de consignarlas a todas aquí, saberes del trabajo: labranza de huertos, carpintería, electricidad, periodismo escolar; interrelación institucional con el Pro-Huerta-INTA, dictado de cursos teórico-prácticos a docentes, en fin, estructura organizativa de la educación cooperativa escolar de Formosa, actividades académicas a nivel nacional e internacional y variadas publicaciones sobre la temática que estimuló que esa modalidad educativa, aún a pesar del bloqueo educativo injusto, ocupe un destacado sitial.
Queda ahora, a todos los que tenemos sensibilidad educativa, la invitación a reflexionar sobre este modesto trabajo de analogía histórica, de nosotros está la proverbial voluntad de diálogo que se pone a prueba una vez más y seguramente encontrará eco propicio y favorecerá que llegue nuestro modesto aporte al engrandecimiento de nuestra querida Formosa.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!