Gana el consenso socialdemócrata, pierden España y los españoles
Cualquier persona que sea un elector que no renuncie voluntariamente a estar informado, que no participe de lo que los sociólogos y antropólogos y demás estudiosos de las Ciencias Sociales denominan “ignorancia voluntaria”, ha llegado a la conclusión hace ya mucho tiempo de que los programas de gobierno de los cuatro partidos políticos que dicen ser “mayoritarios”, los representantes de la mayoría social, y cosas parecidas, en realidad son idénticos, salvo matices de escasa importancia.
Los objetivos del PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos son los mismos, todos ellos parten del mismo diagnóstico de la situación que sufre España y los cuatro proponen las mismas soluciones, aunque aparenten ante sus clientes, ante sus potenciales electores que los otros son el enemigo a batir, el contrincante.
En realidad más que de cuatro partidos habría que hablar de un partido único multimarca.
Los cuatro partidos son socialdemócratas y antiliberales, los cuatro se presentan en la televisión, que es fundamentalmente el medio al que acuden los españoles para informarse, y los cuatro dicen lo mismo: “nosotros somos mejores recaudadores de impuestos, nosotros somos mejores gestores, nosotros acabaremos con el fraude fiscal, nosotros haremos que paguen más los que más tienen… nosotros distribuiremos mejor el dinero –que es de todos y no es de nadie- y haremos con él –mejor que los otros tres- que se atiendan a las necesidades de los más desfavorecidos… y bla, bla, bla”. Por supuesto, todo ello aderezado con la “perspectiva de género” (todos compiten a ver quién es más “feminista”) aderezado con palabras y frases talismán, tales como “igualdad”, “nosotros acabaremos con el techo de cristal, con la discriminación salarial, con la brecha salarial…”, “nosotros… nosotros… y nosotros…”, y los otros “son unos despilfarradores y unos manirrotos, y además unos corruptos”.
Ni que decir tiene que si coinciden en todo lo dicho, entre ellos -¡Faltaría más!- también hay consenso en impedir que quienes no participan del pensamiento único, quienes no forman parte del consenso socialdemócrata y feminista de género, pongo por caso VOX, el partido presidido por Santiago Abascal, puedan acceder a los medios de información y creadores de opinión y así lograr divulgar su programa electoral, confrontar ideas y poner en cuestión su peculiar versión del “Retablo de las maravillas” de Miguel de Cervantes en el que constantemente se recrean y regodean, aunque más bien habría que hablar de “la Corte de los Miagros” que nos describe Valle Inclán cuando nos habla de la España de Isabel II (Durante décadas, España y los españoles estuvieron obligados a sufrir, a soportar una monarquía, la de Isabel II, que se movía entre el esperpento palaciego de idas y venidas de amantes de la reina, de intrigas de camarilla y pías agencias de empleos montadas por una monja tan perturbada como influyente, de un sinfín de desafueros constitucionales, de guerra civil, motines, pronunciamientos, golpes de Estado, destituciones, exilios, pero la sangrienta represión de la asonada del Cuartel madrileño de San Gil fue la gota que colmó el vaso y el arma con la que el propio régimen se acabó dando a sí mismo el tiro de gracia, y suicidándose).
Decía yo hace pocos días en otro artículo, que estos golfos, los oligarcas y caciques que cortan el bacalao actualmente en España, nos tienen asediados, cercados, con la intención no ya de que rendirnos por sed y hambre, sino por aburrimiento, por hastío; hasta que los electores bien informados, acaben yéndose a sus casas y solo acudan a votar quienes los apoyan a ultranza, los incondicionales, fanáticos, los que ellos suponen que nunca los abandonarán… Ese parece ser su objetivo. Se habla estos días de evitar unas terceras elecciones a la vez que se hace por parte de quienes lo dicen, todo lo posible para que las acabe habiendo. Y no solo terceras, al paso que vamos puede haber muchas más, y seguir España con un gobierno “en funciones”, interino, hasta no se sabe cuándo.
Y todo ello es así porque ninguno de ellos tiene intención de poner en el primer lugar de su lista de prioridades el interés superior de España y de los españoles, a pesar de que se les llene la boca de palabras nobles como que ellos son “servidores públicos y les mueve únicamente su vocación de servicio a la ciudadanía”. Si así fuera habrían elaborado ya un programa conjunto en el que se le hincara el diente a las cuestiones que más urgentemente hay que abordar en España. ¿Cómo van ellos a buscar soluciones y aplicarlas si ellos son los principales responsables de los problemas que padecemos los españoles?
Por ejemplo:
Raro es el día que no desayunamos enterándonos de que se ha descubierto otro caso más de corrupción, en tal o cual lugar de España, esta vez responsabilidad de tal partido, mañana del otro, pasado mañana de otro más… Se habla de las complicidades de “empresarios patriotas” que reciben trato de favor (convirtiéndose de hecho en verdaderos monopolios) con los oligarcas y caciques de los diversos rincones de España, que nos roban a diario, que incumplen lo pactado cuando se les otorgan la construcción de obras públicas, o se contrata con ellos la prestación servicios o la adquisición de determinados bienes; se habla del vaciamiento de la banca pública, del robo a mano armada en las Cajas de Ahorro, con la entusiasta colaboración de partidos políticos, sindicatos, organizaciones patronales, oenegés… Se habla de los fraudes en los llamados “cursos de formación”, del fraude en los “eres”. Y rara es la ocasión en que no se afirma, también que todo ese dinero podría haberse empleado adecuadamente en educación, sanidad, en mejorar la administración de justicia, y un largo etc. E incluso se habla de la prevaricación administrativa (también la judicial) en la que incurren algunos funcionarios públicos como condición indispensable –conditio sine qua non- para que todo ello sea posible.
¿Alguien le ha oído a alguno de los representantes, portavoces de los cuatro partidos del consenso social-demócrata-feminista hablar de cómo pretenden hincarle el diente a la corrupción de la que he hablado más arriba, más allá de palabras vacías, tópicos y más tópicos?
Si queremos prosperar, avanzar a mejor, es hora de dejar a un lado el cinismo, la hipocresía, ser coherentes tanto en lo que se dice como en lo que se hace, y lo primero es empezar a llamar a las cosa por su nombre: no se puede estar en contra y a favor de la corrupción al mismo tiempo. No tiene sentido alguno ofenderse, indignarse, poner el grito en el cielo por la corrupción existente por doquier y decir que es el dinero de todos (algunos dicen que de todos y de nadie), y cuando se habla de determinadas corrupciones, de privilegios, tratos de favor y de eximir a otros de sus obligaciones, cuando se habla de prerrogativas de las que algunas personas disfrutan, aceptarlas con resignación, como si fueran daños soportables o inevitables, o algo parecido.
No nos engañemos, no existen corruptos de diferentes categorías, de primera, de segunda o la clase que usted desee… todas son corruptelas, se mire como se mire. No existen despilfarros y despilfarros. En todo caso existen formas diversas de corrupción y de despilfarro; no es moralmente admisible que haya quienes consideran que hay corrupciones tolerables, con las que hay que ser condescendientes y otras no…
Y si alguien se queja de la deuda externa, de la terrible hipoteca que los diversos gobiernos nos están dejando en herencia y a nuestros descendientes, del gasto descontrolado y arbitrario, de la desatención a los servicios esenciales, de los recortes en educación, en sanidad, de la mala, arbitraria, lenta y cara administración de justicia (aparte de injusta) de los impuestos que no paran de subir,… será el momento de recordarles que si su deseo es que las cosas dejen de ser tal cual son, no se puede seguir disculpando las actuales prácticas de quienes nos malgobiernan y dándoles respaldo, pues nos empobrecen en el presente e hipotecan y lastran nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Es difícil pensar que la actual situación pueda mejorarse si no se cuestionan determinadas creencias, desgraciadamente muchas de ellas profundamente arraigadas; denostar la corrupción es de gente inteligente y con un profundo compromiso ético pero no se pueden aprobar al mismo tiempo las conductas indignas y las diversas perversiones. Plantéense que si queremos salir del atolladero habrá que empezar a pensar en desmontar la inmensa burocracia que se ha creado en España en los últimos cuarenta años, me refiero al llamado “estado de las autonomías”, 17 miniestados con sus 17 gobiernos, sus 17 parlamentos, 17 tribunales superiores de justicia, y otras tantas administraciones regionales plagadas de empleados públicos, empresas públicas, “observatorios”, y un sinfín de parásitos y paniaguados; todo ello con el “noble pretexto de la descentralización y de acercar la administración al ciudadano”…
Si se quiere acabar con el despilfarro y la corrupción:
– hay que recuperar el Estado Unitario, desmantelar el tinglado del “estado de las autonomías”
– recentralizar las competencias que a lo largo de las últimas décadas han sido transferidas a los gobiernos regionales
– recuperar el mercado único, crear una sola oficina de contratación de bienes y servicios…
Y mientras tanto no se haga, de más está poner el grito en el cielo y pedir que se lapide, linche o flagele a los corruptos.
Es posible que el Congreso de los diputados permita a Mariano Rajoy ser presidente del gobierno, sea cual sea el procedimiento, sea con la abstención todos los partidos con representación parlamentaria y el apoyo de los diputados del PP, sea con el apoyo de los diputados de “ciudadanos”, sea con el apoyo de parte de los diputados del PSOE,… lo mismo da que me da lo mismo.
Y si así fuera ¿Hacia dónde vamos, lo importante es que haya un gobierno que no podrá gobernar, pues, si se me permite la expresión, a Rajoy y su posible equipo lo tendrán “agarrado por los cataplines”, y de facto le impedirán gobernar?
¿Para qué necesita España un gobierno que no pueda promover ninguna reforma legislativa en el Congreso de los Diputados, salvo que se pliegue a las condiciones que le imponga la oposición –pues nunca gozaría de suficiente mayoría- de qué sirve un gobierno que estaría permanentemente chantajeado por la oposición, amenazado de que en cualquier momento le presenten una moción de censura y lo acaben destituyendo…?
¿O es que acaso la intención de Mariano Rajoy es dar comienzo a una nueva campaña electoral el día en que tenga lugar el proceso de “investidura”, y seguir así hasta que tenga el convencimiento de que merece presentar al Congreso de los Diputados una “moción de confianza”, perderla, disolver las Corte y volver a convocar elecciones…? Y “de oca a oca, y tiro porque me toca”.
Da igual si Rajoy hace lo que digo o algo parecido, lo que –al menos para mí- es evidente es que esta gentuza seguirá erre que erre intentando expulsar de la toma de decisiones a la gente más preparada, a los electores que votan en conciencia, de forma coherente, y están informados… hasta que solamente voten quienes lo hacen tal como cuando van al supermercado a comprar un detergente, pongo por caso… ¿Acaso hacen previamente un estudio de cuál es el que les conviene, teniendo en cuenta factores como calidad y precio, se informan suficientemente antes de elegir, encargan un estudio a algún laboratorio químico, para tener información suficiente respecto de la calidad y el precio de los detergentes que hay en los estantes del supermercado? Me dirán ustedes que hacer tal cosa, supone disponer de tiempo y de dinero, y que la gente acaba fiándose de la información que le facilita el amigo, el vecino, el pariente, alguno de los que considera de “los suyos” y que con eso les basta, y que son “ignorantes voluntarios”…
Pues, “eso”.
De elección en elección, hasta que la gente vote por aburrimiento. Pero al final, ellos ganan y los españoles perdemos.