El nuevo Ministro de Educación es un hombre alto, de rasgos faciales bien dibujados; su sonrisa es pícara, si la definimos entre las clásicas castellanas, mezcla de ciego y lazarillo, mas también podría decirse que es estoica: imagino al filósofo mirando al mundo reflejándose en el espejo del mar, guardándose para él la imagen original, por él mismo pintada. “me gusta que me manden lo que yo quiero que me manden”. Es frase de un ministro convencido de la eficacia de la estrategia política en equipo, sabiéndose disciplinado de un gobierno con Presidente en un Estado, que tiene Jefe de Estado. Gabilondo está convencido de la fuerza de las convicciones, que no es precisamente el tirón de los sentimientos. El nuevo Ministro de Educación, don Angel Gabilondo, es filósofo. No es, pues, obediente, sino lobo estepario, nostálgico de la utópica, mas no imposible, ágora repleta de personalidades libres, autónomas, dignas, inteligibles y amables, precisamente a fuer de personalidad e independencia. Le adivino en un pase de baile confundido consigo de mujer enamorado: -este ministro me pone, dice una mujer que dice su adolescente hija cuando oye hablar al Ministro: “porque le entiendo”, explica. Aplaudo que un filósofo se siente a la mesa del Consejo de Ministros. No lleva el timón del Estado: que en España el Estado tiene Jefe y el Gobierno Presidente, pero es palabra que marca sendero, y dirige la ruta, mientras habla de pacto, sin entretenerse. Es guía de 9 millones de estudiantes. España no tiene más de 12 millones de hogares. Significa que en el 75% de los domicilios hay al menos una persona a quien “pone” el Ministro. 700.000 profesores están llamados a que esta España nuestra se renueve a base de construirse siempre de nuevo. Más becas: “si quieres, debes poder saber”; mejores conciertos con el parque del trabajo productivo; más innovación, con mejores profesionales; Bachilleres, dignos del Bachiller Carrasco y adolescentes, inquietos de neta euforia; menos desempleo, títulos más adecuados; ciencia queremos adquirir y promover campus de excelencia en nuestras universidades españolas y europeas; profesores e investigadores son los compañeros de camino en esta aventura siempre nueva que es la educación, la tarea liberadora de las potencialidades personales, dicho a modo de Aristóteles. El filósofo Gabilondo tiene estrategia: la norma es la norma y ha de respetarse; la autoridad no está reñida con la democracia; el sistema ha de tener elementos de contra sistema: ha de ser fluido; la metodología, dialógica y moderna: abierta al mundo (por qué la solución es un celemín, para elevar la estatura profesoral, y no va a ser internet, que te abre a la sociedad del conocimiento); la estrategia ministerial pasa por la España pluriligÁ¼ística y por el mundo plurilingÁ¼e; educación en un mundo universalizado: la Universidad así se llamó porque construía la verdad, que era universal. Ahora la Universidad así se llama porque recoge el latir del Universo, que es variado. Estuvo el Ministro en el Congreso porque quiso y volverá porque necesita al Parlamento. Estuvo para decirnos con la picardía del ciego del lazarillo que él puede presidir el pacto de España por la España nostálgica de su porvenir; para decirnos que podemos contar con él. Es de agradecer siempre, también hoy, la categoría de un Ministro, que gusta que le mande el Presidente de Gobierno y el Jefe del Estado lo que él quiere que le manden: Respeto a la ciudadana actividad educadora.
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Sobre el Autor
Jordi Sierra Marquez
Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.