Los animalistas deberÃan o bien ser considerados unos conscientes bastardos, o unos simples enfermos mentales cuyo mal podrÃa incorporarse al DSM o al CIE.
Y vaya por delante que:
- Siempre he sido un amante, protector y estudioso de la Naturaleza. Un Naturalista, que no un tontolaba ‘ecologista’ (término del que por cierto se apropiaron, pervirtiéndolo en significación).
- No me gustan las corridas de toros, ni otros espectáculos donde se maltratan animales, y creo que este tipo de ‘negocios’ o ‘divertimentos populares’ deberÃan desaparecer. No es justificable el sufrimiento animal.
- Son gentes que por lo general, faltan al respeto a los demás y a los derechos de los otros, con sus actos personales o los de sus animales.
- Cada cual puede creer la estupidez que prefiera… mientras no afecte con ello a mi vida o a la de los mÃos.
- Hay algo patológico en el animalismo.
Lo de ciertos humanos con los animales, roza la imbecilidad más profunda: hay desde quien sustituye a los hijos por los perros, por ejemplo; a quien gasta ingentes cantidades de dinero en comidas especiales, tratamientos exclusivos, peluquerÃa, etc. para los bichos, dándoles mejor trato que si fueran personas… El negocio con los enfermos de animalismo está asegurado. La cuestión carecerÃa de relevancia (pues cada uno con su vida que haga lo que quiera), si no fuera por la mala costumbre que tienen de joder a los demás…
La factorÃa Disney, o la Warner, con sus pelÃculas y dibujos, culpables
La personificación (prosopopeya) es decir, atribuir en este caso a los animales cualidades, virtudes, sentimientos exclusivos de los humanos ha sido una constante en las pelÃculas y dibujos animados.
Este empeño malsano en personificar a los animales ha dado lugar a generaciones de idiotas que se han creÃdo que animales y humanos están en el mismo nivel de la escala evolutiva y comparten ciertas caracterÃsticas que obviamente solo corresponden a la especie humana.
Generaciones de infantiloides que besan en los morros a sus mascotas, duermen con ellas, las sientan a la mesa y las ponen por delante de cualquiera en su escala de prioridades.
No señores, los animalitos de las pelÃculas y de los dibujos animados son solo fantasÃa creativa, que para nada se corresponden con la realidad: las serpientes son serpientes, y no son Craig; los osos son osos, y no Yogui y Bubu; los leones son leones, y no el rey León; los ratones no son simpáticos roedores como Pixie y Dixie; ni los perros son Scooby Doo; ni las panteras son Bagheera… ni los coyotes son tan ‘malos’ como el de El Correcaminos… ni los diablos de Tasmania son como  Taz… ni los patos como Lucas…
El problema, repito, es que hay mucho imbécil que se lo ha creÃdo. Que se ha creÃdo que los animales son personas, pero con una apariencia diferente.
Los animales NO son personas. Merecen respeto, pero nunca igual trato que las personas o por encima de ellas.
La mayorÃa de dueños de mascotas es falso que ‘amen’ a los animales: lo que hay detrás en necesidad de sumisión y control
Estos tipos que se dicen amantes de los animales, en el fondo muchas veces son auténticos psicópatas o sociópatas, como mÃnimo seres carentes de empatÃa con los de su propia especie, pues anteponen los supuestos derechos de los animales, a los de las personas.
Jamás el supuesto derecho a algo de un animal, debe conculcar los derechos de persona alguna. Jamás.
AsÃ:
- Llevan sus perros sueltos por parques, campos, calles, dando mayor importancia a sus animales que a los niños, viandantes, ciclistas…  «No hace nada», es su expresión más frecuente… ¿Dónde queda el derecho de un niño, a circular libremente sin padecer el ‘susto’ que un perro le provoca al abalanzarse sobre él?
- Durante años han llenado de orines y excrementos calles, parques, plazas, y siguen haciéndolo. Unos cerdos, vaya. PodrÃan acompañar a este animal en la cochiquera perfectamente. ¿Por qué debemos soportar los demás sus heces en espacios públicos?
- Están también los impresentables que se marchan a trabajar, y te dejan de regalo los ladridos y aullidos continuos de su perrito… durante horas y horas. ¿Dónde queda el derecho de las personas al silencio, a la ausencia de ruido innecesario?
- Están también los que acumulan animales en casa, en condiciones insalubres, como quien colecciona cromos…
- Quien se empeña en dar de comer a todos los gatos del barrio, y llena la calle de basura…
- Están los eco-terroristas… ceporros que causan mayor daño al ecosistema que el que pretenden evitar.
- Están los que no comen carne porque dicen que los animales son seres vivos… ¡pero, coño! También lo son las zanahorias, lechugas, remolachas, etc. y bien que se las zampan sin pestañear…
Además son unos falsos autoengañados, que se creen su propia mentira:
Si tanto quieres a los animales, no tengas a un perro encerrado todo el dÃa en tu piso de cincuenta metros cuadrados, en plena ciudad. Cómprate una finca, la vallas y lo tienes suelto en ella. ¡Ah, que no, que no quieres un ser autónomo y libre, que lo que a ti te gusta es que dependa de ti…!
A pesar de estar perfectamente intregrados en la sociedad: algunos son psicópatas o sociópatas; otros pocos, gentes con problemas de relación con las personas; haylos con problemas emocionales y afectivos; los hay simplemente con escaso desarrollo intelectual como para distinguir la realidad de la ficción; y muchos necesitan afirmarse mediante el control y dominio sobre un ser, que no puede rebatirles, y decoran su insania disfrazándola de ‘amor’…
El peligro de esta gente reside en que son capaces de desear la muerte de personas, en base a sus ideas
DecÃa uno de estos ejemplares humanos, una tal Ingrid Newkrik, presidenta de PETA, lo siguiente:
«En los campos de concentración 6 millones de judÃos fueron aniquilados pero 6 mil millones de gallinas morirán este año en mataderos.»
¿Creen ustedes que esta mujer está en su sano juicio, y que comparar la muerte de judÃos y gallinas es éticamente admisible…? Pues entre esta gentuza, esto es de lo más normal:
El sábado morÃa el torero VÃctor Barrio… y los tarados y taradas del animalismo se han lanzado como vampiros a beber su sangre
- Ya he dicho que no veo nobleza alguna, sino miseria, en dicha profesión, pues para bien, toro y torero deberÃan enfrentarse con las mismas armas: el cuerpo desnudo, sin armas. Y a pesar de que asà fuera, no lo verÃa justificable en nuestro tiempo.
Una auténtica horda de escoria subhumana se ha lanzado contra el fallecido torero, contra su mujer…
«Si todas las corridas acabaran como las de VÃctor Barrio, más de uno Ãbamos a verlas»
«La vida fue muy justa. 😉 Tu marido recibió lo que merecÃa. DeberÃa ocurrirle a todos los cobardes, hijos de puta como él.»
«Celebro la muerte de VÃctor Barrio, cualquiera que ataque a un animal indefenso debe morir.»
«Me imagino que el toro saldrá por la puerta grande, con las orejas y el rabo de VÃctor Barrio.»
Este es el nivel de los animalistas. No es la primera ocasión en la que sus palabras quedan a la altura de su inteligencia, y más de su humanidad. Y es que los animalistas no llegan en la escala evolutiva ni a la altura de una ameba.