No es lo mismo contarle los problemas a un amigo que hacerlo a un familiar o a un terapeuta, médico o asistente social, aunque los datos referidos sean los mismos (mensaje). Empiezo de esta manera , tal vez por el simple hecho de ver, leer y escuchar hasta la saciedad, todos aquellos que tratan el tema de la drogodependencia, con un grado de alarmismo y énfasis que, si no fuésemos consecuentes y tuviésemos sentido común, nos llevaría a tal grado de histeria y miedo que sólo Dios sabe hasta qué punto llegaría el ser humano, pues parecen más arengas que soluciones, serenidad y llamamiento a que la gente se asesore y se informe de lo que es una enfermedad, muy dura, pero enfermedad.
Vamos a ser consecuentes, o por lo menos voy a intentar transmitir otros puntos de vista, que leyendo y estudiando me atrevo a plasmar en mi escrito.
El significado del consumo, para el consumidor, es muy diferente del significado que al hecho le dan los demás (sociedad, familia, amigos, educadores y un largo, etc.); pero las divergencias no son diferentes entre sí; ni siquiera podemos considerarlas como diferentes puntos de vista.
Pongo un ejemplo, para que lo entendamos mucho mejor: El que los padres de un consumidor piensen que el consumo es ante todo un acto delictivo, difiere mucho de la idea que su hijo sustenta, según la cual se trata de un hecho placentero. Aquí vemos que, por mucho que difieran los conceptos que tienen cada uno, estos mismos conceptos están presentes en el hecho del consumo. Observamos diferentes concepciones, pero relacionadas entre si (el consumo, la droga).
Lo voy a resumir: El problema de la drogodependencia, como problema social, no es el conflicto de un individuo con una sustancia determinada, sino cómo ven y viven ese conflicto los demás miembros de la sociedad. Afinemos más. El primer problema que se expresa (aunque no se vea como tal) no es el del consumo de drogas, sino el del malestar, la intranquilidad, el temor, etc., que la comunidad siente ante el consumo por parte de algunos de sus miembros.
Esto me lleva al principio, a esa serie de personas, grupos, asociaciones, que bajo la bandera de la ayuda, lo único que engendran en la sociedad es miedo y rechazo, cosa que transmiten a sus hijos y demás allegados, llegando a transformar todo ello en una especie de cruzada, donde el mensaje es casi el de matar al mensajero. Se me seca la lengua en las conferencias y charlas que doy, diciendo que la droga está ahí, y que aunque parezca absurdo hay que aprender a convivir con ella, y a tratar de dar un mensaje de esperanza. Lo contrario son actitudes violentas, mal intencionadas por personas que han perdido algún familiar o han salido de la droga y no están bien curados, que sólo quieren venganza, informar mal y crear confusión, cuando primero hay que superar ciertos tabús y trabas mentales en la vida y sobre todo si no se ha superado una situación concerniente con el tema, no se debe ser osado, pues se tiende a prejuzgar. Primero cúrate tú, para luego dedicarte a trabajar en estos temas.
Espero haber aclarado algunas cosas y, si no es así, continuaremos trabajando en ello.