No fiarse de las apariencias
Escucha lo que le sucedió a un joven apuesto, alto, sonriente y muy inteligente que se encontró con un sabio en la ciudad de Shiraz. Á‰ste le preguntó quién era.
– Soy el Diablo, Venerable Señor.
-¡No es posible! – respondió el hombre santo – ¡El diablo es feo y malvado, hortera y huele a azufre!
– Ay, amigo mío, ¡has estado escuchando a mis difamadores!