Las ciencias, su avance, originan un precipitado opresivo superior al esfuerzo que puede o quiere desplegar el individuo moderno. Aquellos que se encargan de especular sobre estilos, caracteres y comportamientos humanos -sociólogos y psicólogos- en ocasiones pugnan, más allá de los límites descritos, con el incisivo trasfondo que esconden ciertos vocablos. Cualquier operación comunicativa la preside un principio guía: que emisario y receptor sintonicen sin ninguna fractura semántica. Solo así puede haber interacción entre lo que se transmite y la réplica buscada. Desde un punto de vista político, este simple esquema determina el éxito o el fracaso.
Diferentes sondeos, incluidos barómetros (voz horrorosa, desubicada) electorales, desprenden aberraciones tácticas. ¿Cómo interpretamos el que un partido novel, sin oferta razonable, sin estructura, carente de experiencia, se codee con dos veteranos protagonistas que han realizado cambios sustanciales en la España de nuestros anhelos? Pero… ¿adónde vamos a llegar? Podemos hace de la crítica destructiva su modus vivendi. PSOE y PP enmudecen pero necesitan reflexionar con celeridad. Diversas vicisitudes y una atractiva elocuencia populista consentirán que les roben la cartera. ¿Quiénes son aprendices y cuáles maestros?
Mientras aprendiz es persona -por lo general joven- en el primer grado de un oficio, denominamos maestro a quien atesora gran experiencia profesional. Ambas palabras se completan con otras acepciones más o menos oportunas. Sin embargo, estas me son válidas para acomodar mi tesis. Según lo expuesto, a Podemos se le debe acusar de aprendiz por doble motivación: la juventud casi insultante de sus cabecillas y el carácter bisoño aplicado al partido en su totalidad. PSOE o PP acumulan años de gobierno, veteranía y destreza, aunque echamos en falta el talento que debiera suponérseles. Es decir, no siempre empirismo y pericia andan a la par, unidos.
Aquellos que dispusieron un bipartidismo sólido, impenetrable, erraron; deja entrever una eficiencia cicatera. Puede afirmarse, sin reparos, que ambos muestran -pese a todo- cierta torpeza en su jurisdicción. El aprendizaje, adquirido tras cuatro decenios, refleja exiguos frutos u ofrecen penuria de entendimiento y voluntad. Hay, no obstante, otra actividad donde despliegan aptitudes innegables. Son avezados maestros para concebir un sistema en el que la sordidez constituye su armazón raquídeo. A esto se llega no por azar sino tras un artificioso y complejo proyecto de ingeniería social. Los instigadores, empero, deben profesar habilidades poco comunes, extraordinarias, muy superiores a la media.
Se deduce, apreciando tal escenario, que aprendiz y maestro tienen -pese a la exclusión semántica- competencia multifacética. Un mismo individuo, quizás grupo, despliega pocos méritos al atender aspectos puntuales mientras destaca de forma inigualable en otros distintos. Cualquier persona, desempeñando el oficio o labor que le sea asignada, muestra atajos extraños. Indigente e inepto para algunos menesteres, en otros desarrolla capacidades atípicas que, a veces, jamás deja traslucir. Personalidad y ética propias conforman una parte de tal escenario. Dogma, maniqueísmo, subjetividad, excusan la certeza de modo ciego, turbado; voluntariamente inadvertida.
Entre el aprendiz y el maestro se establece un vínculo progresivo, adyacente. Además intervienen cuantiosos factores incluyendo lo heterogéneo de la sofisticada porfía. Actitud, esfuerzo, dedicación, idoneidad, son dominios esenciales para conseguir un avance que impulse cambios en el estadio inicial. Constituiría un grave desliz considerar banal e innecesaria la ejecutoria de semejantes valores que, junto a desequilibradoras dosis de ambición, catalizan mentes en incurable vigilia. No debemos minimizar ningún peligro aunque coyunturas novedosas nos hagan vislumbrar barreras insuperables. Yo también opino que el actual mundo globalizado obstaculiza definitivamente la toma del poder por cualquier partido montaraz. Hay quienes escasos de currículum, bajo la máscara que pretende proyectar un rostro íntegro, enseñan -sin proponérselo- una patita totalitaria.
Podemos es un hábil aprendiz. Como la materia, pasa a maestro sin fase intermedia. Completan un proceso de sublimación con total inmediatez. Dominan la técnica audio-visual, el arte del embeleso y despliegan amplias facultades seductoras. Desde el punto de vista político muestra clara desgana por conocer -menos practicar- las virtudes democráticas. Ofrece un genotipo totalitario que no puede fingir. Exige la desaparición, la anulación, de toda discrepancia. ¡Qué no pedirá para la oposición! Detesta a los adversarios. Del sistema -curioso, debido a sus vehementes improperios- siente debilidad, auténtico fervor, por percibir los privilegios de la casta. Al paso que llevan, pronto camparán en tan ubérrimas praderas. Donde han alcanzado el doctorado cum laude, la extrema maestría, es en inventivas manipuladoras. Suelen sintetizarse con dos vocablos: agitación y propaganda. Les añadiría, asimismo, infrecuentes cuotas de atrevimiento porque, al fondo, dejan traslucir carencias atribuibles a la LOGSE. Ya conocen el aforismo: “La ignorancia es muy atrevida”. Fascinante pero postiza quimera.
Sí, el pueblo español -no exento de onerosa inconsciencia- convive, se deja arrastrar por aprendices de ruda virtud y por acreditados maestros del toco-mocho y la farsa. Ahora llegan estos (maestros del disfraz, discípulos del aggiornamento y aprendices de la nada) con el ansia de imponernos una casta nueva. Nos pillan indigentes, exhaustos, desorientados. Por ahora ganan pero, poco a poco, descubriremos su levedad argumental que les conducirá irremisiblemente a una permanente etapa de riguroso aprendizaje. Afinando la vista, ya se otean algunos signos en este sentido.