Crónicas del Sur de América
Las últimas elecciones en Venezuela, donde se ponían en juego 328 municipios y 22 gobernaciones han dejado, además de todo lo que se ha dicho, un muy interesante panorama que es ciertamente equiparable en los tres países que menciono en el título.
La vida social, política, cultural y económica de los países no está en el campo, ni mucho menos en las zonas agrarias, se encuentra en las ciudades, en los grandes centros urbanos, como lo son Buenos Aires, Córdoba, Nueva York, Los Ángeles, Caracas y Maracaibo.
De esto puede desprenderse que los habitantes de las grandes ciudades son los más educados, y que por lo tanto deberían ser capaces de votar mejor… y parece que esto realmente ha pasado en estos tres países, con las derrotas de Cristina Fernández, John McCain y Hugo Chávez.
En la Argentina, los grandes centros urbanos le dieron la espalda al proyecto kirchnerista de monarquía votada y se agruparon detrás de la Coalición Cívica o del ridículo proyecto de Lavagna; el kirchnerismo prometía a corto plazo, y es lo que el interior, en su inmensa mayoría dependiente de las commodities, quería y por eso le dio el triunfo. La pérdida de apoyo en el interior merece un capítulo aparte, pero se debe a cuestiones propias de los Kirchner más que a cuestiones territoriales.
En Estados Unidos los grandes centros urbanos, donde late el corazón financiero y político del país se le dijo que no al Partido del Presidente Bush, ganó el voto intelectualoide de centro izquierda, teóricamente pensado a la espera de que se solucionen la infinidad de problemas que aquejan a los Estados Unidos, dicho de otra manera, en los centros urbanos importantes ganó la idea de cambio.
En Venezuela, donde Hugo Chávez sigue perdiendo apoyo, también perdió en los centros urbanos más importantes del país, donde se digita la economía y la vida política, lo que nuevamente trae a la luz esta tendencia de las ciudades educadas de alejarse, tarde, de los gobiernos belicosos que dilapidan recursos y por los que no se sienten representados.
Puede decirse que los centros urbanos tienden a votar a la centro-izquierda, alejándose de la izquierda radical o de la derecha religiosa del Corredor del Tornado estadounidense, pero me parece más acertado decir que en los centros urbanos, la gente medianamente educada, prefiere oponerse a los proyectos tiránicos o monárquicos a largo plazo, y que tiene una mayor capacidad de análisis a la hora de juzgar un gobierno, al menos para oponérsele.
Mi conclusión: Lo ideal sería que las ciudades entendieran la importancia del libre mercado y del capitalismo del que viven en vez de criticarlo y negarlo, el capitalismo que les permite trabajar y poder invertir en lo que tengan ganas, pero eso raya la utopía mientras los planes de estudio sigan siendo aprobados por Ministerios de Educación de gobiernos elegidos por gente ignorante y que se embelesa por palabras largas y difíciles, como si por un discurso aprendido de memoria se mostrara la capacidad de gobernar.
También es una muestra más de porqué en Venezuela, Argentina y el resto de América Latina se niega el progreso, ensalzando la ignorancia de las poblaciones rurales: se necesita gente que vote cualquier estupidez, gente que no entienda lo que se le dice, gente que no planifique, gente que crea en Mesías Bolivarianos de quienes la gente educada abjura. La única oportunidad de civilizar la barbarie, o de urbanizar las zonas rurales dejando solamente la necesaria para producción de materias primas, y no como asentamientos de ignorancia, está en la educación, y los gobiernos sudamericanos detestan los pueblos educados.
Cristina Fernández, George Bush y Hugo Chávez tienen en común mucho más de lo que ellos querrían aceptar, además de ser tres de los peores presidentes de la historia mundial moderna.