Sociopolítica

Armas del capitalismo para que todo siga igual

Ocultación, mentiras, y manipulación del lenguaje

Un ejecutivo de Wall Street pregunta a un cabizbajo cardenal vaticano: “¿Qué le ocurre?”
– Estoy preocupado por lo de la pederastia. Es una grave crisis de imagen de la Iglesia.
– De crisis yo sé mucho, monseñor.
– ¿Y qué podemos hacer?
– Repitan como loros que son casos aislados. Cuando estalló la crisis financiera, culpamos a unos pocos codiciosos y funcionó. Denuncien ustedes que la lujuria de unos pocos nada tiene que ver con la Iglesia.
– ¿Se arreglará?
– Sí. Además, juren que nunca más sucederá, que refundarán la Iglesia.
– ¿Funcionará?
– Nosotros hemos conseguido que los trabajadores se sientan culpables de la crisis por creer haber vivido por encima de sus posibilidades.
– ¡Vaya!
– Si hacen lo que digo, pronto culparán a los niños por ir provocando.

Más allá del chiste, ocultar hechos, manipular la información y el lenguaje son armas del capitalismo para que todo siga igual.

Lewis Powell escribió en 1971 un Memorándum confidencial, donde explicó la amenaza para el capitalismo que eran universitarios, periodistas, intelectuales, artistas y científicos. Y propuso un plan para arrinconarlos y persuadir a la opinión pública desde escuelas, universidades y medios informativos. Mentira, manipulación y desinformación se convirtieron en armas de la minoría rica para vaciar la democracia y borrar su sentido social.

Esa minoría rica y servidores distorsionan, ocultan, manipulan lo que ocurre y esconden, distorsionan o difuminan la respuesta ciudadana. También vician el lenguaje como trampa preferente mientras con eufemismos y mangoneos lingÁ¼ísticos camuflan las sistemáticas violaciones de derechos. Y al retroceso social se llama reforma; competitividad a que el poder financiero haga lo que apetezca; austeridad y control de déficit público a retroceso social y recesión…

Se remacha que sanidad, pensiones y educación son deficitarias. Enorme majadería. A educación y sanidad se asigna una cantidad anual en los presupuestos y no se puede gastar más. Tal cantidad puede ser suficiente o no, pero jamás deficitaria. ¡Qué estupidez!

Pero insisten en embustes que los hechos desmontan: que la sanidad pública es insostenible; que poder despedir crea empleo; que una mano invisible rige la economía; que el control y la regulación en economía son contraproducentes; que la vida es competitividad; que lo público es caro y malo mientras lo privado es eficaz y bueno; que la justicia social fabrica vagos; que lo peor es el déficit público; que subir impuestos a los ricos frena la economía… Y otras sandeces que voceros a sueldo del poder financiero reiteran con la total y servil complicidad de los medios informativos, haciendo buena la máxima del nazi Goebbels: repite una mentira mil veces y será verdad.

Es el reino del eufemismo. Tiempos de camuflaje y cosmética verbal. El eufemismo suaviza lo negativo y establece un lenguaje “políticamente correcto” que rehúye la realidad y dificulta poder cambiarla. Tiempos sin matices, cuando sin matices es imposible exponer la verdad de los hechos, de las situaciones. Y los eufemismos maquillan los desmanes de políticos profesionales al servicio del poder financiero. Eufemismos para encubrir, ocultar, disfrazar. Hay voluntad de engañar.

Y así, se dice daños colaterales por víctimas civiles, reajuste de tarifas por subida de precios; regulación de empleo por despido; desfavorecidos por pobres; tráfico de influencias por soborno; país en desarrollo por empobrecido y economía de mercado por capitalismo.

Pascual Serrano denuncia que la gran patraña de los medios es crear estados de opinión favorables al poder económico pretendiendo que nos informan. Y Enric González asegura que hoy peligra la información y que en democracia necesitamos saber del Gobierno, de la banca, empresas, de la justicia, de los delincuentes de guante blanco… Necesitamos saber para decidir bien. Necesitamos honradez profesional, veracidad y pluralidad. La información es un derecho.

Hace meses, una convocatoria mundial para manifestarse contra la dictadura financiera y sus cómplices tuvo un éxito espectacular. En Roma, 200 malnacidos, entre los que había agentes provocadores, causaron el caos en la capital italiana tras la manifestación pacífica de 200.000 ciudadanos. La mayoría de portadas de diarios y sumarios de TV destacaron la destrucción causada por esos pocos miserables violentos, no la amplitud de la pacífica protesta.

Corromper el lenguaje y ocultar la verdad son armas poderosas para impedir cambiar este mundo injusto.

por Xavier Caño Tamayo
Periodista y escritor

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.