No teman ustedes, no vamos a asaltar el “statu quo” de nadie, tan solo vamos a intentar despertar el entusiasmo en algunos adormecidos cerebros. El exceso de racionalismo, acartona los pensamientos creativos que pueden surgir en el seno de una organización.
El miedo se apodera de nosotros ante la posibilidad de dejar brotar libremente todo tipo de “IDEAS” de nuestra gran fábrica de ilusiones. Nuestro cuerpo pierde elasticidad, y agarrotado hasta la médula, anula la posibilidad de un pensamiento creativo.
No estamos acostumbrados a preguntarnos libremente sobre cualquier asunto, con el fin de encontrar posibles soluciones a los problemas y situaciones que se nos plantean. La cultura de “la acomodación”, que lamentablemente está asentada en muchas empresas (en todos los niveles jerárquicos de las mismas), impide que puedan aflorar nuevas visiones que redunden en una mejor organización del trabajo, y con ello en una optimización de la empresa.
Esa gran máquina, que es nuestro cerebro, está formada por dos hemisferios. Por lo visto el hemisferio izquierdo es analítico y el hemisferio derecho intuitivo. Nos empeñamos en crear estructuras rígidas, dogmáticas, en las empresas. Los departamentos de Recursos Humanos, quieren controlar a todo el personal, como si de máquinas se tratara.
Para ser competitivos, nos dicen los gurús empresariales, hay que ser flexibles, adaptables a los cambios continuos, a la ambigÁ¼edad emergente. Y yo me pregunto ¿Qué es ser flexible? ¿Aporta flexibilidad el pensamiento analítico? Las empresas competitivas, con visión de futuro, están formadas por equipos directivos que asaltan con asiduidad sus cerebritos y además atacan con naturalidad y buena intención los cerebritos de todos los miembros de la organización.
Ideas, muchas ideas, es lo que necesitamos, en estos tiempos de apertura de mercados, de competencia feroz, de globalización económica. Dejemos a un lado, los prejuicios y los complejos directivos, y superando el síndrome del “directivo analítico” abramos ventanas a todo tipo de propuestas, de ideas creativas, que puedan aumentar el entusiasmo organizacional, incrementando la competitividad corporativa.
Como bien sabemos, el inicio de grandes empresas fue una idea; también observamos que lo que sirvió en un determinado momento, no aporta flexibilidad en la actualidad. El liderazgo democrático, genera una cultura organizacional basada en la colaboración, en la comunicación fluida y transparente que posibilita la afloración de muchas propuestas constructivas en beneficio de todos.
Por mucho que nos empecinemos en mantener estructuras rígidas en las empresas, están siendo los propios mercados (Dinámicos, cambiantes y muy flexibles), los que están poniendo en su sitio, a muchas empresas que en su día fueron competitivas.