Más de la mitad de ellas cortarían el flujo ininterrumpido de cinco grandes ríos tributarios del Amazonas desde su nacimiento en los Andes y su fin en la planicie fluvial del Amazonas.
Por diez siglos, estos caudales han traído nutrientes y material orgánico a la Amazonía, una de las planicies fluviales más productivas del planeta, dice el estudio publicado en PLoS ONE (18 de abril).
Los investigadores analizaron todas las represas planeadas con capacidad de más de 2 MW. Más de la mitad de ellas serían de 100 MW o más, un aumento de más de seis veces en relación a las 48 represas de más de 2 MW actualmente en funcionamiento.
Los investigadores examinaron, entre otras cosas, si las nuevas represas fragmentarían el río y si era la primera vez que esto pasaba.
Concluyeron que 71 de las represas planeadas tendrían un alto impacto, 51 uno moderado y 29 uno pequeño.
Entre las represas de alto impacto están la de Andaqui, Colombia, que interrumpiría la conectividad del río Caquetá e inundaría un parque nacional, y la de Coca Codo Sinclair, Ecuador, que impediría el flujo de sedimentos hacia un tributario principal del río Napo.
El estudio señala que las represas proyectadas aumentarían la deforestación en un 80 por ciento debido a la construcción de nuevos caminos, líneas de transmisión o inundaciones; interrumpirían la migración de peces entre los Andes y el Amazonas y afectarían seriamente a comunidades indígenas.
“No todas las represas proyectadas son malas, ya que algunas por su ubicación tendrían menos impacto. Estas últimas deberían construirse primero y no se deberían construir, dentro de lo posible, las de alto impacto”, dijo a SciDev.Net Matt Finer, del Centro de Derecho Medioambiental en Washington, quien dirigió la investigación.
“Esperamos que este trabajo, al mostrar la necesidad de examinar el daño que causarían las represas en la región y en la cuenca, incentive a los cinco países involucrados a hacer un análisis estratégico conjunto”, añadió.
Matt Terry, director ejecutivo del Ecuadorian Rivers Institute, filial de la ONG International Rivers Institute, no tiene muchas ilusiones.
“No creo que esta investigación haga a las autoridades cambiar sus planes o procedimientos. Sólo lo harán cuando tengan incentivos suficientes, tales como exigencias de grupos sociales y organismos regionales, como también programas de educación, capacitación y financiamiento”.
Enlace al artículo completo en PLoS ONE
REFERENCIAS
PLoS ONE 7(4): e35126. doi:10.1371/journal.pone.0035126
María Elena Hurtado
SciDev.Net