Es curioso cuando falta la electricidad, uno se da cuenta cuanto la necesita y mucho que facilita la vida, hay cosas a las que no damos importancia hasta que nos faltan ya sean servicios llamados básicos o personas, los seres humanos somos extraños no valoramos nada hasta que lo perdemos fruto de algún descuido o mala cabeza.
Las cosas que tenemos día a día a nuestro alcance parecen ser importantes solo cuando las perdemos, los servicios básicos porque estamos acostumbrados a pulsar un botón y no preocuparnos de nada mas, el trabajo también es un elemento vital del que aborrecemos cuando lo tenemos y cuando nos falta, nos angustiamos y deseamos volver a tenerlo.
Cuando tenemos una relación no la solemos valorar demasiado, pero cuando esa persona se marcha de nuestro lado, el mundo parece que se nos cae en pedazos y lamentamos nuestra desidia o posible error.
En el fondo somos un poco contradictorios siempre anhelando aquello que nos falta, siempre solemos ir contra corriente.
El que tiene buena suerte tampoco la valora hasta que empieza a fallarle y entonces su cabeza empieza a torturarle.
No solemos estar contentos con algunas cosas que no suelen suceder, el mundo no es tan perfecto como algunos se empeñan en vendernos, nos pasamos la vida quejándonos de todo lo que forma parte de nuestra existencia.
Una cosa es quejarse de la enfermedad o la soledad y otra quejarse de todo desde el clima, el mes del año, el trabajo, los hijos…
Lo doloroso son las perdidas personales ,es duro perder a los seres queridos a esos que quieres ,confías en ellos y te quieren como eres y crees que jamás se irán de tu lado.
Ese tipo de pérdidas son irreparables y crean recuerdos que ayudan a mantener a la persona viva, si has estado cerca de la persona cuando se va, piensas que hiciste lo que estuvo en tu mano para arrepentirte de su perdida, pero si no…
Comienzas a plantearte como pude actuar así…
Echar de menos a una persona a la que sabes que no veras más, duele porque sabes que jamás volverás disfrutar de su compañía y solo te queda el placer de su recuerdo.
Es duro no valorar a tiempo las cosas porque luego llegan los lamentos que no sirven de nada excepto para torturar el alma.
En conclusión hay que valorar aquello que tenemos por exiguo que sea, nunca sabemos la próxima broma del destino donde nos llevara.
Pasaran los años y el ser humano seguirá siendo un ser quejoso y contradictorio que desea aquello que no tiene o no puede tener…