El yacimiento de El Sidrón, en Asturias, ofrece la muestra neandertal más completa de la península Ibérica. Un equipo multidisciplinar liderado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) sintetiza los hallazgos sobre ecología, comportamiento y evolución de estos homínidos. El rico material recuperado en este lugar apoya la variabilidad ecogeográfica entre las poblaciones neandertales de Europa.
Hace 12 años se puso en marcha un ambicioso proyecto en la cueva asturiana que reúne una excelente muestra de huesos de Homo neanderthalensis de 49.000 años de antigÁ¼edad. El equipo de trabajo está integrado por científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad de Oviedo. Un artículo publicado en la revista L’Antropologieresume y actualiza la información adquirida durante el estudio.
Son varios los factores que convierten este yacimiento en un referente para el estudio de la paleobiología de los neandertales. Junto con el extraordinario volumen de material encontrado -más de 2.000 restos humanos, 415 artefactos líticos y 51 restos faunísticos- hay que destacar el excelente estado de conservación de la superficie ósea, que se atribuye a una exposición muy limitada de los huesos al aire libre.
Al menos se han identificado trece individuos que cubren distintas etapas de desarrollo humano: un bebé, dos niños, tres adolescentes y siete adultos. Se han conservado todas las partes del esqueleto, incluso algunos huesos poco comunes como el hioides. Los dientes son abundantes (213 piezas), así como los restos craneales y postcraneales que están bien representados aunque de modo fragmentario. Merece destacarse la presencia de huesos de los pies y de las manos.
El estudio paleobiológico muestra que los rasgos generales de los neandertales de El Sidrón coincidían con los encontrados en otras zonas. Se aprecia una alta incidencia de hipoplasia dental -defectos en la formación del esmalte- que pueden atribuirse a una situación de estrés fisiológico debido a la malnutrición. Igualmente, hay que mencionar la presencia de sarro en los dientes de todos los individuos. Por otra parte, se observan surcos interproximales, que en algunas poblaciones primitivas se han atribuido al uso de palillos, así como el descascarillado de los dientes. Esto último podría deberse a que los utilicen como instrumento para afilar herramientas o para cortar ciertos materiales como el cuero, algo que ha sido observado en diferentes poblaciones humanas a lo largo de la historia, desde los homínidos de Atapuerca hasta los aborígenes australianos o los inuit de Canadá.
El canibalismo era frecuente entre los neandertales. Hay indicios claros de esta práctica como marcas de corte, rayas producidas al ser descarnado el hueso y fracturas. Del mismo modo que se aprecia un trato diferencial entre los individuos.
Esta zona geográfica es un enclave fundamental para estudiar la historia evolutiva del hombre neandertal. Su proximidad geográfica a la sierra de Atapuerca (Burgos), donde se localizan los mejores ancestros de neandertales en Europa, puede ayudar a comprender mejor su evolución. Porque es en los homínidos de la Sima de los Huesos donde se observan las primeras apomorfías del linaje neandertal -caracteres derivados de un estado ancestral. Por otra parte, hoy sabemos que los neandertales más recientes vivieron en el sur de la península Ibérica -Iberia sería uno los últimos refugios de la especie- lo cual puede ayudarnos a comprender mejor cómo se extinguieron.
Los restos hallados en la cueva asturiana nos permiten vislumbrar los rasgos y caracteres de estos homínidos. Cuando se analizan conjuntamente las mandíbulas y los huesos occipitales se aprecia un posible patrón geográfico, según el cual los neandertales más meridionales tendrían caras más anchas, asociadas a una menor altura de la cara.
Fuente: www.mncn.csic.es