Karma

¿Azar, o dios creador?

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Hoy día casi nadie habla de Dios, a no ser para culparle de algo, para negarle o para mostrar su indiferencia si un tercero le menciona.

Y si a esa mención se le añade  la palabra Creación, esas tres clases de oyentes responden lo mismo: ha sido por azar. El Universo sería una gran casualidad, que es lo contrario de causalidad. Fíjense qué poco separa la caligrafía de estas dos palabras  y la distancia cósmica, inconmensurable,  que existe entre ambas.

Sin duda, en este aspecto ha habido un notable retroceso respecto a movimientos espirituales avanzados como budismo, hinduismo, escuelas iniciáticas  egipcias o  griegas. Y por supuesto, respecto a los principios más avanzados de la espiritualidad humana contenidos en las enseñanzas del Cristo de Dios,  tan manipuladas o rechazadas por tantos  como poco practicadas  por las diversas  Iglesias que usurpan Su nombre.

Los juegos de los impostores y sus consecuencias

Ateísmo o agnosticismo han alcanzado en nuestro mundo un vertiginoso progreso, y muchos de sus practicantes piensan que esa es la puerta de la libertad de su conciencia. A ello ha contribuido una serie de factores que merecen ser nombrados. En primer lugar estaría el merecido descrédito de las religiones institucionales, tan alejadas de lo que predican. Y  aun cuando  lo predicado fuera un supuesto bien, aparecen todas ellas alejadas de sus propias enseñanzas y usurpadas por castas de poder económico y político recubiertas de un barniz supuestamente espiritual para darles una apariencia de honorabilidad de la que sin duda carecen, pues no son otra cosa que religiones mundanas y de la peor especie, porque juegan con el alma de las gentes a las que seducen y por ello ni entran ni dejan entrar al mundo espiritual.

La Biblia en la que católicos y luteranos  se basan, es un libro bien manipulado y contradictorio del que poco se puede salvar gracias al  obispo Jerónimo y sus “podas” doctrinales – excepto las enseñanzas del Sermón de la Montaña, los 10 Mandamientos y poco más como  los testimonios de profetas como Isaías, por ejemplo. Y es de este conjunto de propuestas de regeneración espiritual, justamente, de las que el conjunto de las Iglesias del mundo están más alejadas. A veces, más alejadas de  la ética  cotidiana de muchos que se confiesan no creyentes.

Se llega  a pensar en ciertos momentos que no habría ninguna diferencia de comportamientos si todas las religiones-y pienso en especial en la católica- estuviesen comandadas por ateos al servicio de su propio bienestar convenientemente envuelto en  ceremoniales litúrgicos  y teatros al aire libre, que eso forma parte del attrezzo como las exhibiciones públicas de los políticos o de ciertos  ricos protagonistas de la prensa del corazón.  Y cuando vemos estos mismos componentes exhibicionistas y alejados de toda idea cristiana, en esos cardenales y papas  que habitan en palacios rodeados de sirvientes con los correspondientes hábitos de la sumisión no se puede dejar de pensar en lo fácil que se lo ponen a quienes tienen dudas de fe para disiparlas todas y dejar a un lado en sus vidas toda idea de Dios y lo que esta pudiera significar.

Es fácil llegar a la conclusión   de que las religiones, católica y luterana en especial, son las principales responsables del ateísmo mundial, pues si les faltaba algo,  ese “dios” al que dicen seguir  no es nada atractivo: tiene su infierno con el que  castiga eternamente a quienes viven en “pecado mortal” a no ser que se lo cuenten a un cura,-otro pecador- y  es un dios distante,  partidista, amigo de los poderosos, e indiferente a lo que sucede a los hombres. Un dios muy oportuno para ellos, pero que nada tiene que ver con el Dios  del amor, con el Dios de la misericordia y el del perdón de una persona espiritual. Y lo mismo cabe decir de Jesús, al que se prefiere siempre callado como “ Niño Jesús”, o clavado en la cruz bien muerto, no vaya a ser que hable y cuente al mundo quiénes son. Sin embargo eso mismo ya está sucediendo en Alemania desde hace más de treinta años. Basta buscar en Internet para darse cuenta de ello.

El papel del materialismo en la negación de Dios

Seríamos  injustos si dejáramos de lado el papel que junto a las iglesias y otras confesiones  han desempeñado la ciencia materialista, el pensamiento racionalista cartesiano o el de ciertos personajes como Nietzsche o Marx  en la indiferencia religiosa,  el descreimiento espiritual  o el rechazo a Dios y al cristianismo. Dicen los materialistas: La Creación del Universo es obra del Azar. El funcionamiento prodigioso, medido  e  inteligente de infinitos billones de seres de todos los tamaños y niveles de conciencia  en todos los escalones de la vida y el orden cósmico, todo eso es producto de una Gran Casualidad con mayúsculas. ¿Y de dónde surgió esa Casualidad, con qué energía? Si;  hubo ese Big Bang, pero ¿con qué energía previa? ¿Qué había antes que movió todo eso y cómo fue posible todo este orden posterior tan duradero?

Hay que reconocer que en los ataques contra Dios y  el cristianismo   de tantos  personajes influyentes como Freud, más tarde Bertrand Russel- o  ahora Stephan W. Hawking entre otros muchos intelectuales y científicos que también quieren ser Dios,  hay  un gran componente de verdad, pues se trata de ataques fundamentados contra el falso dios católico y el falso cristianismo de las Iglesias.  Pero de ahí de rechazar a Dios o a Cristo como si la mala copia ofrecida por las instituciones  fuese el referente para aceptar o rechazar a ambos, hay un gran abismo de fe o de ideas a sortear. Un abismo, sin embargo, que las nuevas ciencias, entre las que se incluye la física cuántica, tiende a borrar. Y junto al cristianismo originario, esa es una excelente ayuda para el cambio de la humanidad oscura de hoy a la humanidad iluminada de mañana.

El caso es que entre inquisidores, hipócritas, mentirosos, pederastas, visionarios sin fundamento, esotéricos y ateos influyentes, la humanidad  se ha ido vaciando de la idea de Dios y del sentido sagrado de la vida y de la existencia, y en su lugar  se han colocado  dioses sustitutos: dioses del deporte, dioses de la política, del arte o de la cultura; dioses de la canción o del cine, y muchos otros. Y a la cabeza de todos, el dios Azar como gran rector del Universo y de nuestras vidas.

Un dios cómodo

El Azar es un dios cómodo, aunque sea imprevisible; un dios que no pide cuentas a la conciencia de nadie. Como mucho, puede asombrar  o enfadar de momento con sus caprichosos comportamientos del que no es culpable, pues el Azar es ciego y no sujeto a ley alguna. Eso tranquiliza a muchas conciencias, pero ¿por cuánto tiempo? Porque ¿qué pasa a la hora de rendir cuentas a la propia conciencia, como por ejemplo a la hora de la muerte?

Se ha perdido el sentido de lo sagrado  y con él  la idea de que la vida de todos es igualmente sagrada, incluida la vida animal, y por eso se les mata y se les come en lugar de cuidarlos como a pequeños hermanos que nos necesitan.

Existe un gran politeísmo  que tiene entre sus metas el culto al  consumismo y al dinero. Pero con toda esa forma de ver estamos acabando con la alegría de vivir y la ética personal y  con las formas de vida y recursos  del Planeta, mientras simultáneamente  no cesamos de tener conflictos interpersonales y guerras por causa de la falta de amor generalizada entre nuestra especie.

A MODO DE CONCLUSIÁN

Es difícil concebir un espacio, por así decir, entre la nada absoluta y el portento de un universo que funciona cabalmente según reglas que la pequeña hormiga intelectual de aspecto humano quisiera comprender. Mientras dura ese proceso, la pequeña hormiga intelectual se conforma con su dios Azar aunque de él no  pueda esperarse cualquiera de esas cosas que adornan la idea de un verdadero Dios y que para un creyente espiritual tiene que ver con orden, inteligencia amor y misericordia. Este no es el dios de las iglesias, sino el Dios del corazón y solo ahí es posible hallarlo. Entonces una persona espiritual  comienza a comprender el mundo y el sentido de la vida con profundidad,  un logro al que ninguno de los dioses de este mundo puede llevarnos. Ni por supuesto, el Azar. Nosotros hemos creado este falso dios  con nuestra imaginación vacía del verdadero  Dios  y de nosotros depende que deje de existir siquiera como probabilidad cuántica.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.