Para completar esta saga azucarera, os traemos otro artículo sobre el tema que esperamos no sea el último. Al grano. En casi todas las cafeterías encontraréis a alguien que se pide un cruasán plancha enorme, lo unta bien de mantequilla y mermelada, se zampa a continuación un donut mondo y lirondo y, tras semejante ingesta masiva de calorías, pide su café con sacarina. Por supuesto, lo que hace el susodicho es una tontería, pero si nos tomamos sólo el café con un edulcorante, engordaremos menos, no nos estropearemos los dientes y tendremos menos riesgo de diabetes. ¿Por qué?
Edulcorantes que no son azúcar. La conocidísima sacarina o su hermano, el edulcorante de la Coca Cola Zero, el ciclamato de sodio, no engordan básicamente porque no son azúcares. Son otras moléculas químicas de estructura muy distinta que producen la misma sensación de dulzura en nuestras papilas gustativas. Si bien existe mucho debate sobre sus efectos secundarios, probablemente avivado por las grandes azucareras, su uso está aprobado y regulado por las principales organizaciones alimentarias como la FAO (Administración de Agricultura y Alimentación de la ONU), la OMS o la EFSA (Agencia Europea de Seguridad de Alimentos).
Edulcorantes que (casi) son azúcar. Otros edulcorantes como el sorbitol (presente en muchas golosinas y chicles sin azúcar) son simplemente, glucosa que se ha sometido previamente a un proceso químico llamado reducción. Gracias a esta reacción la molécula no es exactamente igual, y las enzimas encargadas de romperla y generar energía no son capaces de reconocerla y, por lo tanto, pasa casi inadvertida por el sistema digestivo.
En cualquier caso, las ventajas de usar edulcorantes son claras. Como en ningún caso son glucosa, sacarosa u otros azúcares metabolizables, no vamos a engordar y llegar a tener diabetes es más difícil (siempre y cuando no tomemos el extra de azúcar de otras fuentes). Además, si estas moléculas (sacarina, ciclamato o sorbitol) no nos dan energía a nosotros, tampoco se la dan a las bacterias que causan las caries, por lo que podremos comer muchas más golosinas sin miedo a estropearnos los dientes.
Fernando Gomollón Bel, ISQCH
isqch.wordpress.com