Sociopolítica

Bajo la sotana

“Vanidad de vanidades, y todo vanidad”, que dice el libro. Y en el libro se dicen tantísimas cosas, que uno levita al contemplar el escenario en que se mueven los de la tirita blanca alrededor del cuello. “Vanidad es buscar riquezas perecederas, y esperar en ellas”… Que sí, que sí. Dígaselo usted al enjambre de sacerdotes, incluido obispo, embadurnados de “vanidad” e implicados todos en la denominada “Operación retablo” y desarrollada en Galicia hace un par de años. Hable usted del joven cura que se pulió en el apetito de la carne 17.000 euros pillados del fondo de la parroquia. Manifieste usted con júbilo, sin miedo, sin el más mínimo pudor, delante de dios y de todo el mundo –como lo hace el ínclito Camino- el dineral recogido por las limosnas depositadas en el cepillo gigante de la casilla de la declaración de la renta. Explique, señale, enumere el sinfín de inmuebles y fincas atesoradas y los santuarios con sus mercadillos adyacentes que pueblan “la piel de toro”, todos ellos atiborrados de la cegadora “vanidad”.

“¿Qué aprovecha la curiosidad de saber cosas obscuras y ocultas…?”, que dice el libro. Y en el libro se soban las bienaventuranzas con tal esmero, que uno se extasía ante tanta mitra guardiana de “la verdad”. “Callen todos los doctores…” Que sí, que sí. Toque usted la aldaba de la puerta invisible de los que padecen hambre y sed, y viven en las calles, y cuénteles el cuento ese de la buena pipa. Sí, ese de “Nuestra verdad os hará libres”. Acérquese usted por los extrarradios de las urbes más pobladas y comparta “la doctrina de la verdad” con los adictos a las drogas duras y las mujeres y hombres que ejercen la prostitución. Proclame, proclame usted “su verdad” en las zonas más deprimidas del planeta –por ejemplo África- y cuide de que no se mueran tantos niños a causa del SIDA porque el preservativo induce a la promiscuidad (?) No se estremezca usted porque se den cuenta los demás de que la ciencia sustituyó al milagro. Ya sabe: “la vida de cada uno de cada uno es y si es de cada uno de nadie más es”. Y entonces, lo de “de aqueste Verbo salen todas las cosas…” se diluye como por encanto, y teniendo ojos sí que vemos y lo que vemos no casa con lo que se escritura.

“El flaco de espíritu, con dificultad se puede abstener totalmente de los deseos terrenos”, que dice el libro. Pues repase la vida y obra de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, pederasta reconocido y cuyas “andanzas” traspasaron las fronteras del Vaticano: todo un santo varón, al que su delgado espíritu definitivamente le jugó una mala pasada. Repare en el informe elaborado por la Comisión Investigadora de los Abusos, gracias al cual salieron a la luz los abusos sexuales que sufrieron miles de niños en colegios y orfanatos irlandeses entre los años 50 y 80, con el conocimiento de los mismos por parte de la iglesia católica. Diga conmigo, como lo dice el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), el prelado Mariano Crociata, que ciento treinta y cinco sacerdotes italianos fueron denunciados a la Congregación para la Doctrina de la Fe por abusos sexuales a menores entre 2000 y 2011, de los que 53 fueron condenados (?) por la iglesia católica. “En resistir a las pasiones se halla la verdadera paz del corazón y no en seguirlas”… Que sí, que sí. Ya ve usted: el cardenal prefecto de la Congregación para el Clero del Vaticano, Claudio Hummes, cifró en un cuatro por ciento la cantidad de curas pedófilos que hay en la iglesia católica, es decir, unos 20.000…

Y en todo este maremágnum aberrante, yo me pregunto: ¿dónde encaja Jesús de Nazaret?

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.