Sociopolítica

Bajo las garras del hampa

Muchas veces nos asalta la duda acerca de la condición humana del hombre. Una de ellas es cuando nos enteramos por los medios de comunicación, de las atrocidades cometidas por fanáticos seguidores del tirano de Siria contra la población indefensa de Hula, donde fueron asesinados sin piedad hombres mujeres y niños. El mayor número de víctimas fueron niños. Cuando se tiene conocimiento de estos hechos criminales, uno siente como si un pedazo del alma se les fuera desgarrando.

Todo acto de vandalismo contra personas inermes, imposibilitadas de enfrentar cualquier tipo de agresión, es considerado como crimen de lesa humanidad, cuyos autores entran en la categoría de asesinos, hampones y delincuentes, quienes tarde o temprano tendrán que pagar por ello.

En América Latina, y sobre todo en Venezuela, el hampa ha entrado a dominar casi todo el escenario político y social del país; ésta se ha convertido en una verdadera industria del crimen que abarca un amplio espectro delincuencial: desde el asesinato (155.788 contabilizados a partir de 1999, año en que asumió el poder Hugo Chávez, hasta la presente fecha, según datos del Observatorio Venezolano de la violencia) secuestros (solamente en el año de 2011 ocurrieron en el país la bicoca de 1.150 casos conocidos, según investigaciones del INCOSEC) ; robos, tráfico de órganos humanos, comercio de esclavas sexuales, distribución y tráfico de drogas, – y súmese a todo esto el control que ejercen los hampones sobre las cárceles y otros establecimientos penitenciarios.

La Prensa trae cada día casos desgarradores: “A mi muchachita de apenas dos años, me la mato el policía de un disparo en la cabecita…. Ahí en ese sofá….” declaraba una inconsolable madre ante las cámaras de televisión cuando era entrevistada por la periodista.

Otro titular de prensa que causó gran impacto: “La policía disparo contra la camioneta donde se desplazaban los hijos del Cónsul de Chile, resultando muerta una joven estudiante, hija del diplomático chileno”. Los responsables del tiroteo trataron de defender lo indefendible: “Le dimos la voz de ¡ALTO! Pero no se detuvieron” – dijeron ante la prensa -¡Gilipollas!, como dirían los españoles. Cómo carajo van a oír una voz humana – ¿o tal vez animal?- entre ráfagas de ametralladoras.

“El general Fulano de tal, fue el autor intelectual del secuestro y asesinato de los tres niños y el chofer del acaudalado árabe residenciado en Caracas” dice muy orondo frente a las cámaras de TV de la cadena de noticias internacionales CNN, quien hasta hace poco fuera magistrado del Tribunal Supremo de justicia de Venezuela, refiriéndose al caso de los tres niños que salían de su colegio y fueron secuestrados junto al chofer de la familia, cuando fueron interceptados por funcionarios policiales en una de esas alcabalas que siempre improvisan para robar o secuestrar a los automovilistas. Algo salió mal, y –según el declarante – el general dio la orden de matarlos.

Otro ex – alto funcionario del máximo tribunal de justicia venezolano, residenciado por los momentos en los Estados Unidos, denunció por prensa, radio y televisión, la cloaca en que se ha convertido el poder judicial, al hacer concesiones a narcotraficantes y delincuentes de toda calaña, y hasta se dio el tupé de acusar a un anciano que ha desempeñado varios cargos en la Administración chavista –entre ellos, la Vicepresidencia de la República – de ser el autor intelectual del criminal atentado donde resultó muerto un Fiscal General de la República. Vale destacar que este viejo político fue nombrado por el dictador venezolano, como miembro del Consejo de Estado, parapeto político jurídico creado para distraer a la gente de los verdaderos problemas que aquejan al país.

Mucho se habla de la enfermedad que está carcomiéndose al Presidente de la Republica; pero el verdadero cáncer es el hampa que viene corroyendo todo el tejido social de la nación. Ya no se habla sólo del hampa común, sino del hampa policial, militar, jurídica, política y pare usted de contar. Por eso, nadie se encuentra a salvo: ni diplomáticos acreditados en el país, empresarios, periodistas, militares y otros tantos.

El común de las personas sale a trabajar todas las mañanas encomendándose a Dios y a todos los santos, porque no saben si volverán de nuevo a sus hogares, ya que muchos no logran regresar. Hace poco asesinaron a un militar que fue ex – gobernador de un estado llanero. Lo llenaron de plomo en un establecimiento de comida rápida. Otro militar de alta graduación, quien en vida fuera un importante funcionario del gobierno, lo agarraron de sorpresa, le preguntaron si se trataba del General Zutano, al contestar que si, lo cosieron a balazos frente a su familia

Los hampones matan por capricho. Una atribulada anciana declaraba hace poco a la prensa: “Mi nieto estaba tranquilo frente a la puerta de la casa, pasó el malandro, lo miró, sacó su pistola, le dio varios tiros, y se fue muy tranquilo” Estas bestias actúan con impunidad porque saben que no van a ser perseguidos ni buscados por la policía. En el código hamponil, quien tiene más muertes encima, es considerado como líder, de ahí el afán de matar a diestra y siniestra a quienes se les atraviesen. Por eso, ya dejó de asombrarnos algunos titulares ridículos en los periódicos, donde reseñan la captura de un hampón a quien se le atribuyen varios asesinatos. Y es cuando uno se pregunta ¿Cómo es posible que semejante bestia anduviera libre? ¿Por qué no estaba entre rejas? ¡Impunidad! simplemente eso, ¡impunidad!

Pero el colmo de la miseria humana es la posición asumida por una ministra de prisiones – porque hasta les crearon un Ministerio – cuando pide que a estos delincuentes se les borre su historial delictivo de sus respectivos expedientes, y así puedan conseguir trabajo – ustedes se podrán imaginar a uno de estos hampones trabajando de “policía, enfermeros o maestros de escuela”

No existe ninguna cárcel o prisión en este mundo donde sus presos no fabriquen y esconda cuchillos, punzones u otros artefactos punzo penetrantes, elaborados con cualquier material de hojalata o hierro encontrado dentro del penal: son sus herramientas de sobrevivencia. Pero el caso de las prisiones venezolanas son de antología: sus reos, presos o “privados de libertad” como los ha etiquetado el gobierno, no se molestan en ocultar sus “juguetes”, sino que muestran impunemente fusiles Kalashnikovs AK 103 – de esos que el gobierno compra a los rusos para dotar al ejército – pistolas de alta potencia – nada de beretta italianas, que son sólo para damas – ametralladoras- granadas de manos, en fin todo un arsenal. De vaina que no tienen un tanque de guerra. Esto no es ninguna exageración, por lo menos esa es la imagen que transmiten los medios de comunicación cuando ocurre algún tipo de rebelión en algunas de nuestras cárceles.

Pero lo más absurdo de todo esto es la política o planes de seguridad que el gobierno trata de imponer para frenar a hampa: ahora les dio por persuadir a los delincuentes que entreguen sus armas a las autoridades policiales, y éstos se encargaran de darles un premio, un regalito por tan noble gesto. ¿Reblandecidos mentales? ¿Minusválidos cerebrales? …….¿Quién sabe?… Mientras tanto el hampa desatada y sin control, sigue dejando su estela de muerte

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.