Cuántas veces se habrá arrepentido Rodriguez Zapatero de su inoportuno comentario sobre Angela Merkel, cuando afirmó que nunca llegaria a ser Canciller. Presisamente la misma que le pone, controla y censura sus deberes cuando «no progresa adecuadamente, algo que ocurre con demasiada frecuencia… Fue el único presidente que en la reciente reunión de Bruselas tuvo que justificarse ante la prensa, enumerando todas las medidas que adoptará para evitar el contagio portugués.
Entre dichas reformas incluyó una para lograr que «aflore el empleo sumergido». Nada original pero que tampoco pasa de ser una baladronada más de las que nos tiene acostumbrados, en la misma linea de «la economia sostenible» (aquí totalmente desequilibrada), o la pamema de «la Alianza de las Civilizaciones», que nadie sabe en que consiste ni para que sirve…Toda esta sarta de inutilidades, pretende mantener la idea de que se siguen tomando iniciativas para ganar tiempo y calmar a los mercados, pero, a estas alturas, la «marca ZP» ya no vende y está totalmente desprestigiada a nivel nacional e internacional. Mientras no generemos riqueza suficiente para amortizar nuestra ingente deuda exterior, nadie nos cree y con toda la razón. Estas son las terribles secuelas de los despilfarros zapateriles.
En Europa, muy sensatamente, se insiste en la urgente necesidad de que España descentralice el sistema de «Nogociación Colectiva», como soporte de vital importancia para el crecimiento de la economía y superación de la crisis. Todos recordamos que en el pasado mes de diciembre, el presidente Zapatero se permitió la licencia de de que «legislaria, con o sin el consenso de los agentes sociales», para posteriormente modificar su afirnación y quedarse en un discreto: «esperamos y deseamos que sea el fruto de un acuerdo entre los interlocutores sociales, etc….». Para que nos entendamos, otra promesa incumplida más.
Al hilo de la cuestión, Ruiz Gallardón, apelando a eso de «la responsabilidad histórica» y para animar el cotarro, anima a reflexionar a ZP, matizando que si su incapacidad es permanente, lo que tiene que hacer es marcharse. Muy posiblemente, en su fuero interno, el presidente esté de acuerdo con las limitaciones que le adjudica el Alcalde de Madrid, pero su verdadero problema es: CÁMO, CUÁNDO Y DE QUÁ‰ FORMA DEBE MATERIALIZAR EL CESE. Las preocupaciones y contrariedades económicas, políticas, de partido, autonómicas e incluso personales, son de tal calibre, que si siente enterrado en vida, y en cierto modo, aunque el daño infringido al pais sea enorme, nadie le negaria una discreta y medianamente airosa salida para instalarse en el limbo del que nunca debió salir…
Lo cierto es que en sus denodados intentos buscando ese pedazo de gloria que el considera merecer (paz con ETA, guerra de Libia, etc.) para pasar a la posteridad y poder ser comparado ¡ingenuo de él!, con Felipe Gonzalez o José Maria Aznar, no llegan y el tiempo corre y le amarga, comprobando que ninguno de sus bien retribuidos asesores, de los cuales tampoco se fia como buen inseguro, es capaz de dar con la piedra filosofal que le permita ocupar un modesto puestecito en la moderna Historia de España, sin grandes pretensiones…¡¡Que triste!!