Es uno más en la historia de este país bananero-corrupto, parrandero y folklorista, negro y profundo, que sólo tiene de bueno, en líneas generales, porque de todo hay, al ciudadano o ciudadana de a pie, al pueblo llano y sencillo, al que curra horas y horas todos los días para ganarse el sustento mensual, afrontar los pertinentes gastos y, si puede, ahorrar un poco para permitirse un viajito y si es arriesgado o arriesgada, comprarse un pisito. Eso si le pagan del uno al cinco de cada mes que es lo establecido legalmente. Pero ya ni eso porque en vista de cómo está este sistema “justiciero” que no judicial, el o la que tiene que pagar al personal se pasa por el forro de los bajos, el salario correspondiente de sus empleados, que todavía parece no entender que es el mejor patrimonio que puede tener un negocio. Pero no lo quieren ver. Ceguera. Así se oye lo que se oye, por ejemplo, por parte de algunos «empresarios» que no tienen ni puta idea de lo que es un negocio. Se pavonean por las calles y tugurios, enseñando el ombligo como si fuera el más bonito del mundo: «Si quieren cobrar que se jodan hasta cuando yo lo diga. Y si no les gusta, ahí tienen la puerta». Y vete a decirles algo que a lo mejor, hasta te denuncian por injurias y más gaitas. Tufo (u olor) a golfería.
Bueno, para hablar de este asunto no vine hoy sino para decir lo que hace algún tiempo le comenté a un amigo: “Colega –le dije- Garzón que tenga cuidado porque un día de estos aparece muerto”. Lo decía en aquel momento en referencia a su lucha contra los etarras y los narcotraficantes porque se la estaba jugando. Era el juez, decían, estrella. Suscitaba la envidia entre los colegas y les estaba quitando protagonismo.
Y miren ustedes por donde, y para sorpresa del planeta, no fueron unos terroristas con armas o los dueños de la “coca” los que se lo han cargado o los que lo quitaron de en medio o los que lo lanzaron a la ciénaga más oscura. Para alucine del personal, lo han “matado” aquellos que lo odiaban, casi a muerte. Fueron sus propios colegas, el CGPJ (qué ganas de ponerle otras palabras a esta sigla) porque estaba literalmente molestando, a puntito de descubrir algo muy gordo. El Pilatos de hoy preguntó: ¿A quién queréis que os suelte a los corruptos que han dilapidado los dineros públicos para que sigan delinquiendo o a este que está a punto de meterlos en la cárcel? Y la mayoría del pueblo, de color azul pitufo, representado y alentado por sus cabecillas, respondió: Al Garzón, no…. que es un prevaricador, un cotilla, un revienta-cunetas y un ladrón del “estado de derecho”. D. Baltasar ha sido como el grano que les ha salido en el culo o la chinita en el zapato. Y ya era hora de extirparlo o sacarlo. ¿Cómo? Recurriendo al poder político. Justicia, política y otro poder (al que no voy a mencionar hoy pero el personal que me suele leer, sabe a quién me refiero) unidos en contubernio y en menos de lo que canta un gallo, para cargarse a un tipo que no ha hecho otra cosa que poner los “collones” encima de la mesa y tirar de la manta. Y eso cuando ocurre, es decir, que se unan esos tres poderes (ya se ha visto en otros países) es malo, malo. Peor que malo: malísimo.
Y digo que es el penúltimo porque primeramente y antes que él ha habido personas en este país y en otros, que los han borrado del mapamundi, ya sea con métodos violentos ya con los sicológicos u otros. La historia está ahí para recordarlo. Cuántos y cuántas, que se han opuesto al poder y al sistema, ya no están vivos y si lo están, es como si no estuvieran. A otros y otras, por menos, como por ejemplo, por no querer participar en negocios turbios o denunciarlos. Estamos pendientes, estamos hasta los mismísimos ¿quién será la otra o el otra penúltimo?