Conviene analizar ciertas cosas que ocurren en esta ya muy podrida sociedad y en la que destaca lo que se denomina finanzas y que no es otra cosa que una plaga compuesta por unos pocos que muy bien organizados, han expoliado al mundo y lo siguen expoliando y además lo han hecho impunemente e incluso con la connivencia de gobiernos, que no han sabido defender a las inmensas muchedumbres de expoliados y que aparte de esos expolios, ahora nos obligan a trabajar más, simplemente para nivelar los grandes desfalcos que nos han producido, otra cosa no es la que se denomina crisis económica actual.
Aclaremos que a las finanzas a que me refiero son a las especulativas no a las que de verdad financian empresas productivas sean del tamaño que sean, puesto que un prestamista si es honrado, siempre prestará a quienes tiene la máxima seguridad de que la empresa prestataria es viable y va a producir beneficios suficientes para devolver el préstamo y prosperar en la expansión que pretende. Esto es elemental y de manual de banquero «de barrio»; pero lo que ha imperado es otra cosa.
Se han producido monstruosas deudas absurdas, puesto que absurdo fue y sigue siendo, prestar dinero a quienes no había seguridad de que pudieran devolverlo por cuanto y desde el inicio muchos de ellos ya eran insolventes. ¿Pero por qué se promovió esta monstruosidad? Primero por que los irresponsables políticos los dejaron; cuando cualquier economista medianamente listo sabía que aquello no era viable y segundo, por cuanto la desestabilización económica y el peligro de perder los ahorros del probo ahorrador, eran las consecuencias que luego se han producido.
¿Entonces por qué se hizo? Sencillo: «los buitres de las finanzas», sabían que quedarían impunes y libres de toda culpa, pero mientras se iban a forrar, haciendo enormes capitales o haciendo crecer los que tenían en grado enorme; veamos el por qué de ello.
¿Recuerdan los grandes y lucrativos balances que presentaban los buitres y que aseguraban unas ganancias en millones que asustaban si uno era capaz de traducirlas a moneda corriente? ¿Recuerdan las bravatas de esos buitres anunciando la expansión de sus negocios (efectivamente eran suyos) nacional e internacionalmente? Mientras reducían el personal a tope y prejubilaban a los empleados «más caros», por cuanto al librarse de alguno de ellos, emplearían con igual dinero a media docena de jóvenes «más domesticables» y las máquinas harían todo… «la máquina ha pasado el servicio de los buitres de todos los grandes negocios»; el ser humano lo han convertido «en una máquina más».
Pero en el intervalo de todos estos años y tantos «grandes negocios»… ¿Cuánto se han asignado como botín estos grandes buitres? Y digo botín, por cuanto los monstruosos capitales cobrados o por cobrar no caben racionalmente como pago a un trabajo por una sociedad de accionistas. Ello y en un tribunal que aplicara la ley natural, seguro que sería condenado como un delito de los peores en los latrocinios que se puedan cometer; pero «los buitres» lograron una legalidad, discutible, pero real.
No es por tanto sólo el escándalo en España de «un consejero» el que echan por «segundón o tercerón» y que ya no interesa «a los buitres más altos de tan descomunal buitrera»; es que los que lo echan, tienen apalancamientos de… busque la palabra adecuada en el riquísimo idioma español, seguro que la encuentra.
¿Pero cómo se legaliza todo este buitreo? Sencillo: si usted tiene acciones de grandes compañías, cuando hay «asamblea general» y que anualmente se convoca; usted recibe una carta muy amable, en la que le invitan a delegar sus votos, si es que no va asistir a ella; generalmente nos daban un regalito y una sonrisa del empleado y como esas cartas, se envían a millones; por pocos que las cumplimenten delegando su voz y voto; los que se sientan en el Consejo «buitrero», cuando llega la asamblea, son totalmente dueños de la misma y como ya lo saben; en el orden del día han preparado todo cuanto les interesa y es aprobado «por mayoría absoluta»; así se desvalijan enormes cantidades de dinero que van… «a los buitres»; que aún así, no suelen quedar contentos y cada asamblea procurar «arrebañar un poco más».
Pobres ricos, los he calificado y los sigo calificando, recordando aquella anónima sentencia que afirma… «Era tan pobre, tan pobre… que sólo tenía dinero».