Fíjate tú que curioso que el gobierno del PP va a morir de lo mismo que el gobierno el PSOE, de improvisación, un mal para el que todavía no hay cura, principalmente porque se han recortado las partidas presupuestarias a la Investigación y Desarrollo. Si Zapatero se vio claramente superado por la crisis y no supo apostar por un camino, fijándose demasiado en la volatilidad de los mercados que viven del beneficio en el corto plazo y no del desarrollo en el medio-largo plazo, ahora parece que Rajoy, lejos de haber aprendido la lección de su antecesor, sigue por los mismos derroteros.
Sin un plan de comunicación adecuado, bueno, ni adecuado ni no adecuado, inexistente más bien, durante la pasada semana hemos ido descubriendo cada día nuevas cosas sobre la operación de salvamento de Bankia, de forma que lo que en un principio eran 4.000 millones de euros han acabado convirtiéndose en 23.000, y lo que era un crédito blando que la entidad devolvería al Estado ha acabado por transformarse en una inversión de capital en una entidad financiera en dificultades, de compleja lógica económica.
Rajoy está gobernando a golpe de volantazo súbito ante la llegada de las curvas más peligrosas ocasionadas por los mercados, sin ser capaz de soportar con estoicismo un plan realista y creíble. Bajo el lema de «estos son mis principios, y si no le gustan tengo otros» Rajoy está plegando velas ante las incongruencias de la Unión Europea, lideradas por la Alemania de Merkel que, incomprensiblemente sigue empeñada en destruir el jardín donde planta sus flores, y es capaz de decir y hacer una cosa y la contraria en cuestión de horas.
La improvisación es la peor falta de un político porque demuestra falta de ideas claras y que los acontecimientos están superando al personaje, que lejos de dar un salto adelante y convertirse en un estadista de altura se acaba mostrando como un pelele en manos de los vaivenes que los intereses económicos generan. Rajoy se ha convertido en el maestro de las frases huecas y sin contenido, en la tergiversación del lenguaje en aras de la huida rápida de la pregunta, en definitiva, no ha hecho más que confirmanos que era, y es, un político de segunda reconvertido en Presidente del Gobierno por esos avatares de los tiempos electorales.