Tarde lluviosa, pero de esas en las que el sonido de las gotas al encontrarse con la ventana provocan sensaciones grandiosas en tu sistema nervioso.
Te preguntas qué hacer; dudas entre quedarte debajo de una manta viendo “ El señor de los anillos” (versión extendida) hasta convertirte en el mismo Golum ; ó salir a la calle con un chubasquero para tomarte una y ver que depara la noche.
Coges la manta, te sientas en el sillón, te sirves un café. Son las 4 de la tarde. Todo parece tranquilo a tu alrededor, “le das al play”…. Tras una media hora de ensimismamiento, decides que ya has tenido suficiente, que necesitas el olor del suelo mojado de la ciudad, chapotear un poco en los charcos e intentar visualizar lo que pasa por el cerebro de los transeúntes. Así que te pones tus mejores galas (camiseta de Joy Division y vaqueros negros) y te bajas a la calle. Decides tomarte un cortado en el bar de Ramón, que siempre es una agradable motivación. Una vez dentro, observas a los parroquianos. Discuten sobre el devenir de la recesión y el grado intelectual de los gobernantes, situación “un tanto repetida últimamente”. Lo que genera en tus sensaciones algo de desagrado, por lo monótono. Así que te aíslas por unos instantes. Absorto en la situación de las botellas en el estante, reflexionas sobre la colocación de los seres en la sociedad consumista. Cada uno con nuestro papel perfectamente estudiado, desde los que instan a los demás a consumir hasta los que consumimos, todos con una función específica. Te das cuenta de cómo ese sistema influye en nosotros desde que nacemos, dándonos multitud de opciones a elegir. Haciéndonos ver que necesitamos una gran cantidad de cosas para ser felices, y de hecho, renovarlas cada cierto tiempo para no quedarse fuera de la moda y por lo tanto ser rechazados socialmente. Sin darnos cuenta entramos en una cadena de adquiero-desecho que nos llevará a lo largo de la vida a ir sustituyendo nuestras posesiones. Pero lo más vergonzoso de todo ello es que tal modo de vida influirá de una manera tan brutal en nuestras vidas que nos hará comportarnos con nuestros congéneres de la misma manera.
Decido pagar mi cortado e irme a tomar unas copas, a bailar un poco para olvidar por un momento tanta presión, lo mismo que cuando sales del trabajo o llega el fin de semana y necesitas liberarte, de los que quieren mantenerte en ese eterno adquiero-desecho, y de ti mismo. Que, sin darte cuenta, has ido obligándote a cambiar tu estado natural de ser humano al estado de individuo-máquina perfectamente programado.
Al llegar al garito en cuestión, me pido un doble de Jack Daniels y observo a la gente, mis instintos animales me hacen fijarme en todos los individuos del sexo femenino que pasan por delante de mí, la belleza. Tras unos minutos, obnubilado con su encanto, me desencanto, ya que me doy cuenta de que la mayoría de ellas se pavonean como las leonas, desprendiendo su fragancia de feromonas delante de los leones, los cuales, pierden el sentido común y la capacidad de raciocinio totalmente absortos en sus instintos animales básicos de reproducción. Me doy cuenta que la evolución ha dado paso a una bonita involución cuando a través de los altavoces escucho ritmos totalmente orgánicos y sin melodía. Una sonrisa se dibuja en mi rostro, y permanece así durante unos cuantos minutos más, hasta que acabo mi copa y pido otra. Mientras espero a que el psicólogo de la noche la sirva, con mucho arte, observo de nuevo la disposición de las botellas en la estantería, me llama la atención la forma de las mismas y las etiquetas. Sin duda, su diseño ha sido estudiado perfectamente para atraer al sediento. La sonrisa en mi rostro se agranda.
Cuando tengo la copa en mi mano, me giro de nuevo para observar el comportamiento de los demás animales de mi especie, mi pasatiempo favorito. A medida que la noche avanza y el cuerpo se va intoxicando con el alcohol, los individuos vamos apartando cada vez más nuestra capacidad de raciocinio, y el subconsciente se hace el amo y señor de nuestros actos. La disposición de los individuos ha cambiado, han pasado de la fase de pavoneo y observación, a la fase de interactuación. Las leonas ya han elegido a algún león y le están testando para ver si cumple los requisitos necesarios para el apareamiento. Los leones, por su parte, tratan de mostrar sus mejores cualidades para ser seleccionados. ¡Qué bello es el reino animal!
La noche sigue avanzando, y el nivel de intoxicación aumentando. Algunos de los leones ya han sido rechazados y se han retirado gruñendo. Otros han sido seleccionados para el baile de cortejo, y otros han decidido pelearse entre ellos para demostrarse a sí mismos que son fuertes. Es la sabana.
Por otra parte, las leonas que todavía no han decidido cual es su pareja, van realizando el baile de apareamiento con diversos leones de diferentes rasgos, comprobando cual es el más adecuado para sus necesidades. Al darme cuenta de ello, viene a mi mente un niño jugando con sus juguetes, un niño de hoy; criado en el sistema capitalista-consumista. Ese niño juega un rato con un determinado juguete y al rato, aburrido, cambia. En su cajón hay un montón de juguetes diferentes para pasar el rato. Diferentes tipos de Barbies y Ken vestidos con diferentes indumentarias. Una carcajada brota de mi garganta al darme cuenta del símil en la disco, y me pregunto si nuestro comportamiento animal ha sido estudiado por los fabricantes de juguetes o simplemente es una coincidencia. El caso es que paso un buen rato observando cómo ellos y ellas, los mejor dotados genéticamente van jugando con los diferentes modelos de indumentaria y estilo para elegir al más adecuado para sus necesidades. Normalmente, los individuos mas elegidos, se suelen corresponder con los anuncios de la tele, debido al gran trabajo y creatividad de los “señores del marketing”. Es algo bastante curioso comprobar cómo cada individuo femenino opta por un individuo masculino diferente, cómo los criterios de cada uno de ellos varían según las circunstancias que se hayan dado en sus respectivas vidas y el modo en el que hayan afrontado cada dificultad a lo largo de ellas. Por ejemplo, las personas que han decidido afrontar las dificultades de un modo más introspectivo, suelen optar por individuos diferentes al estándar social anteriormente citado; el caso opuesto es para aquellos que han decido afrontar las dificultades siguiendo las pautas predeterminadas socialmente.
Le doy otro trago a mi copa y sonrío de nuevo. Me maravilla analizar lo que tengo a mí alrededor y aprender más sobre la especie animal que somos. Ášltimamente solo llego a una conclusión: La especie humana está viviendo una involución a su estado Neanderthal. Se puede ver desde los ritmos orgánicos que bailamos últimamente hasta el modo de cortejar al sexo opuesto.
Al darle el último trago a mi copa, descubro que uno de esos individuos del sexo opuesto ha cogido mi mano y me lleva a la pista de baile, decido por un momento si quiero participar en el juego del cortejo, ya que he sido uno de los individuos seleccionados.
Me doy cuenta que a pesar de la involución de la formas, siempre seremos animales. Y el fondo, nuestra naturaleza, nunca cambiará; así que por hoy decido no criticar a mi especie y disfrutar de esos pocos momentos en los que te sientes vivo.
Mañana será otro día.