Somos muchos los que a lo largo de estos últimos meses hemos dicho que el cierre en falso del caso Naseiro es lo que ha provocado este escándalo de la presunta, cada vez, en mi opinión, menos presunta, financiación ilegal del Partido Popular. Se puede hacer especial mención a ese manido dicho de que “aquellos fangos trajeron estos lodos”.
Está claro que en aquella ocasión los mecanismos legales de la Justicia se aplicaron en favor de una pandilla de presuntos corruptos que tuvieron la suerte de salir “vivos” de aquel caso y que en lugar de agradecerlo lo que hicieron fue pasarse la lección por el arco de triunfo en lugar de haberla aprendido bien. Nadie se explica aún como unas escuchas ordenadas por un juez, el juez Luis Manglano, fueron declaradas ilegales. Por cierto este juez debe dar gracias por no haber sido procesado y apartado de la judicatura como le ocurrió al juez Baltasar Garzón por ordenar que fueran intervenidos los teléfonos de algunos de los implicados en el caso GÁ¼rtel. Por lo visto el juez Manglano no era una estrella de la misma magnitud que el juez Garzón. Me resisto a aplicar la preposición “ex” al referirme a Baltasar Garzón.
Cuando anteriormente he recordado lo de “aquellos fangos…” lo he manifestado pensando en lo que ocurre cuando una puerta se queda abierta, por ella se pueden colar todo tipo de malhechores y esto es lo que presuntamente ha sucedido, aunque a lo mejor no tan presuntamente si tenemos en cuanta lo declarado por Luis Bárcenas ante el juez Pablo Ruz el pasado día 15. Bárcenas reconoció que en sus veinte años como gerente y tesorero del partido, se ha manejado una contabilidad B, que se heredó en 1991 de Rosendo Naseiro, tesorero del PP en la época en que José María Aznar era presidente del PP. Además Bárcenas informó de que se realizaban donativos al PP en efectivo y él decidió elaborar una contabilidad manuscrita con esos datos, la misma que ha aportado al juez. O sea, que después del caso Naseiro la cosa siguió manejándose del mismo modo en que hasta entonces se había hecho. Uno oye cosas de un lado y de otro y saca, libremente, sus propias conclusiones y a la que yo he llegado es a la de que Bárcenas no le ha mentido al juez. En mi opinión, ha habido donativos al PP sobrepasando las cantidades permitidas por la ley y pienso, porque soy libre de pensarlo y expresarlo públicamente, debe haber habido donaciones muy sustanciosas ya que los 48 millones de Bárcenas, creo, así lo veo yo, suponen un “pellizco” del total recibido. Los dirigentes sabían el dinero que entraba ya que a esto se refería Bárcenas cuando dijo al juez Ruz que el presidente o el secretario general le informaban de que iría un empresario con dinero, que luego entregaba las diferentes cantidades en el despacho de extesorero Álvaro Lapuerta. Bárcenas ha declarado al juez que los donativos de los empresarios no figuraban en la contabilidad oficial. Yo esto lo tengo muy claro. Bárcenas no tenía potestad alguna para ordenar que se favoreciese a alguien. Esto es cosa de los políticos. Aunque algunos políticos sean incapaces de asumirlo, los españoles no somos tan tontos como ellos creen. Ellos sí son unos “listos”. Por cierto creo que en el Diccionario de la Lengua hay un error ya que figura “listo” como sinónimo de “inteligente” cuando yo creo que debería serlo de “pillo”.
En este caso se va a dar el hecho de que va a ser la palabra de uno contra la de otros, en algunos puntos concretos, como pueden ser las entregas en sobres, con lo cual la Justicia no podrá demostrar la evidencia con pruebas, pero el pueblo, los ciudadanos, que, repito, tontos no son deberán ser quienes señalen las sanciones penales a través de las urnas.
Yo creo que la Justicia debe tener presente que dejó una puerta abierta con la resolución del caso Naseiro y en esta ocasión no debe dejar resquicio alguno, hay que dejarlo todo bien sellado, herméticamente cerrado, por el que alguien, algunos, se puedan escapar y sigan actuando como han venido haciéndolo después del caso Naseiro. En esta ocasión no debe haber «supervivientes”.
Creo que la reacción que se ha producido en el PP después de la comparecencia de Bárcenas ante el juez Ruz, no puede haber extrañado a nadie. Esto me ha recordado aquel chiste de la revista de los años 70, “Hermano Lobo”, cuando un político de la oposición subido en lo alto de la tribuna de oradores del Parlamento comenzó su intervención con estas palabras: “Señores y señores diputados…” antes de que pudiera seguir se oyeron fuertes gritos desde la bancada del partido en el Gobierno a través de los cuales se decía: ¡Mentira! ¡Eso es mentira!