EL CRISOL
“Me parece de una gran sensatez el dejar las actividades eclesiásticas antes de mostrar públicamente la patética imagen de una persona acabada que más que respeto lo que inspira es lástima”.
No quisiera que este comentario se malinterpretara y que alguien pueda llegar a pensar que me muestro un tanto irreverente e irrespetuoso en lo que respecta a dar mi parecer sobre la renuncia del Papa Benedicto XVI, todo lo contrario, lo que quiero poner de manifiesto es que me parece que el renunciante nos ha dado una gran lección y ha llevado cabo un gran ejercicio de responsabilidad al darse cuenta de sus limitaciones físicas y que estas no son las más adecuadas para desarrollar un buen trabajo. Ojalá que muchos de sus hoy aún subordinados, siguieran este ejemplo.
Me parece de una gran sensatez el dejar su actividad eclesiástica antes de mostrar públicamente patética imagen de una persona acabada que más que respeto lo que inspira es lástima como ha ocurrido con algunos de sus antecesores. Benedicto XVI ha tenido el suficiente sentido común para no llegar a esa situación similar a los de esos actores que se arrastran por un escenario cuando ya son incapaces de memorizar un guión. O de esos futbolistas que van a trancas y barrancas por el terreno de juego cuando sus facultades físicas hace tiempo que les abandonaron. O esos toreros que se ponen delante de un toro cuando ni tan siquiera pueden componer la figura frente a un astado. Y no digamos de esos monarcas medio tullidos que vagan por los pasillos de su palacio y no se dan cuenta de que su tiempo ya pasó. Benedicto XVI ha “colgado las sandalias”, las sandalias del pescador, como los futbolistas cuelgan las botas, y se ha cortado la coleta como los toreros, retirándose de la escena con toda dignidad y desde luego con la comprensión y el apoyo de la mayoría de la opinión pública, incluso de los que no están muy en sintonía con los clérigos.
Insisto en que no quiero pecar de irreverente o de irrespetuoso y desde mi ignorancia y desconocimiento de lo que debe ser misión de un Papa, quiero señalar, casi de forma anecdótica, que para mí hay tres cosas que perdurarán en mi memoria: Que este Papa fue el que “clausuró” el Limbo y también fue el que anunció al mundo entero que el buey y el asno jamás habían estado en el lugar en que nació Jesús. La tercera se refiere a su visita a Valencia que propició el que miles y miles de fieles obtuvieran grandes beneficios espirituales y que cuatro golfos recogieran importantes beneficios “materiales”.
Finalmente y como jubilado que soy, darle la bienvenida a nuestro club y desearle lo mejor en su nueva situación personal.