Me iré al otro mundo sin saber cómo se hace una nómina salarial, cómo se hace la liquidación a la Seguridad Social y menos aún, cómo se le paga al erario público el maldito impuesto sobre la renta, o sea el famoso IRPF; tampoco el más maldito y confiscatorio «Impuesto sobre el Patrimonio» y en general, todo lo que hay que llevar, «servido y bien deshuesado», a la voracidad del aparato público que dice que nos gobierna, auque yo lo dudo y cada vez más. No hablemos de ese absurdo que ocurre y que para mover cualquier papel oficial, tienes que entregar la gestión a un gestor o abogado; puesto que todo se ha hecho tan complicado que es aberrantemente absurdo; cuando todo podría simplificarse una enormidad, pero no… «hemos sido ya comidos por la enorme burrocracia (con dos erres) que nos ha aplastado y que no cede en nada, puesto que como monstruo insaciable aumenta y aumenta de forma demencial y terminará por acabar con todo, hasta consigo mismo».
Hablando con un «anónimo» (en la red somos raros los que firmamos con nombre y apellidos) que dice ser profesional o entendido; me asevera que la complejidad burocrática actual es algo así como imprescindible; y me da una serie de razones que ni entiendo ni acepto; puesto que en ese debate, reflejo lo que un economista y hace poco dijo en una charla, o sea; que nada menos que el Imperio Británico, era llevado en un anexo del Almirantazgo y por muy pocos empleados; destacando que entonces no había apenas medios de escribir, comunicarse, archivar, etc. puesto que todo o casi todo había que hacerlo manualmente. Pienso que de igual o parecida forma debió funcionar el magnífico engranaje que mantuvo durante muchos siglos a Roma y su Imperio. Por tanto si aquellos grandes cuerpos administrativos y políticos funcionaron, hoy debieran hacerlo con mucha más precisión y sencillez, pero no, son complicados, pesados, lentísimos y por tanto agotadores.
A mi interlocutor terminé diciéndole. Mire usted… la complejidad que hoy nos aplasta, es debido a que todo se ha montado para que un aumento enorme de enchufados viva por complicarnos la vida; y por ello se ha llegado a esta plaga de parásitos; sé sobre la práctica que lo sencillo y simple es mucho más eficaz y seguro.
Llevé negocios durante muchos años y en un momento tenía sobre mis espaldas tres y de cierta cuantía (Un hotel, una empresa constructora y un centro de representaciones)… los tres tenían un tipo de contabilidad; un libro con tres columnas: entradas, salidas y la de beneficios o pérdidas (debe, haber, saldo); que se cerraban cada mes y cada año… con ello y una buena administración, aquellos negocios estaban bien controlados y se operaba sobre la marcha corrigiendo lo poco que podía desviarse. Además en cada ejercicio se guardaba una cantidad para tesorería y así llegar (como yo llegué) a ser mi propio banco… simplemente ello lo podía hacer cualquiera que supiera llevar un negocio y se desenvolviera con el tino y precauciones lógicas; frenando ambiciones desmedidas… así hice mi fortuna y hoy vivo de aquello que supe ahorrar. Como yo igual lo hicieron miles y miles de pequeños y medianos empresarios, que fuimos y son, el verdadero cimiento de la prosperidad de un Estado; por tanto no entiendo que sea necesaria tanta contabilidad, como tanto papeleo incluso para pagar impuestos, nóminas, liquidación de la renta, etc. Todo se puede simplificar enormemente… pero es claro, los burócratas viven y prosperan de todos esos tinglados, con los que nos han engañado, robado y llevado a la ruina a media humanidad. Por tanto usted diga lo que quiera, pero la realidad vivida por mí y observada en otros muchos, me afirma que lo simple y sencillo es siempre mucho más eficaz. De aquellos tres negocios, yo era el dueño, el contable, el mecanógrafo, el chico de los mandados y el que barría la oficina… no necesité a nadie para llevar bien mis negocios, pagarle a todo el mundo y marchar sin tener que ser citado en ningún juzgado… mis clientes aún me recuerdan y me sonríen, señal que lo que les suministré era bastante aceptable. ¡Ah! y ni tuve que tomar alcohol, drogarme, o ir al psiquiatra… quizá sí, que por ello tenga una angina de pecho… pero por lo demás, hoy aparento quince años menos de los que tengo; intelectualmente estoy mejor que nunca… físicamente no, los años y la angina no lo permiten, pero tampoco añoro nada sobre ello.
Por todo ello me niego a dar por bueno, tanto papeleo y tanta covacha para que vivan inmensas cantidades de parásitos, a costa del que verdaderamente trabaja y produce… y que además está indefenso para todo tipo de expolios.