Según previsiones, a la vista de lo que claramente refleja la geografía política de este país, a los políticos españoles, por libre decisión de los diputados no les queda otro vía que la de olvidarse del bipartidismo; algo así como que nadie debe extrañarse del cambio seguro de escenario político, tras el reparto de escaños; algo que ya hace tiempo, en otros estados de la Unión Europea se viene poniendo en práctica, con sincero espíritu de gobierno.
Y aunque pese a que en España se ha madurado mucho en este campo, en la memoria más reciente recordamos las elecciones municipales y comunitarias (aunque algunas todavía anden tocando la misma canción, sin llegar a entenderse). Dado que ya feneció la dictadura de hace ya cerca de 40 años, sin resurrección posible, afortunadamente, ahora los ciudadanos de a pie somos más libres y vivimos más politizados que nunca.
Por más que la voz de los novísimos parezca haber conectado más o menos bien con el pueblo, lo que augura no pocas posibilidades para gobernar, posiblemente anden faltos de conocimiento sobre fondo y forma. Aunque cuenten con suficientes agallas para levantar este pueblo, e infinitas posibilidades de transformar la faz de esta España nuestra, todavía corrupta y atrasada. A decir verdad, debería por lo menos de darles vergÁ¼enza ver cómo han dejado el país. Pues la corrupción, hasta tal punto se ha instalado en esta tierra, que lo tienen difícil los osados gobernantes a los que les toque gobernar en esta querida casa que se llama España. Por lo que no se puede perder ni un minuto en llegar a acuerdos, para enseguida ponerse a desliar esta piel de toro. Y serán ellos, los partidos coalicionados, los herederos “de la herencia recibida”. Claro que para más eficacia en la consecución de objetivos harían falta más jueces, igualmente honestos e imparciales, que arrimaran el hombro. Y los hay. Sabemos que los hay muy buenos. Pues eso: los jueces, los primeros en hacer bien su trabajo.
Lo cierto es que todavía no se conoce el panorama político posible de los aspirantes a gobernar España
Se ven ganas y celeridad en los candidatos eligiendos. Y varios grupos andan ya sacando sus cuentas. La mayoría pensando en ese terrible gigante de la corrupción sin freno. Corrupción que no es nada nuevo en esta casa, ni más acentuado que en otros momentos históricos. Pues la dictadura franquista fue tremendamente virulenta en este campo, al punto de que parte de la economía del país se retroalimentaba, gracias a lo cual se iba tirando. Casi escondidos, y, digamos, mal v vistos. Sin apenas relaciones comerciales con el exterior, salvo la emigración. de modo que todos miraban por encima del hombro a la terrible dictadura, que no acababa de tener fin.
Y con el mapa de España bien extendido, parece que rodo apunta a que partidos minoritarios tengan la posibilidades de entrar en el nuevo gobierno que se forme; sobre todo aquellos que son verdaderos políticos, y sin el nefasto collar de la corrupción. Lo que les honra.
En fin, que en tanto no se ponga en práctica todo esto, me temo que aun tardaremos tiempo en levantar cabeza. Pues en la mente de los ciudadanos late el miedo a ese futuro se nos está haciendo menos soportable cada día. Por mucho que se diga que ya estamos saliendo de la crisis.
En España –reclaman en Bruselas- altura de miras. En España se sigue resistiendo la Gran Recesión. Hay exceso de desigualdades. Una exagerada deuda pública. No acaba de arrancar el paro. Y aumentan los índices de pobreza.
¿A qué esperamos, entonces? A que lleguen ya los acuerdos entre partidos. Sí o sí.