Cambio climático… Clima espiritual
Imaginemos una gran casa con muchas habitaciones familiares, donde de vez en cuando una parte de los inquilinos con más poder decidiese desalojar o destruir habitaciones de otros con la excusa de necesitar más espacio para colocar sus muebles y enseres y disponer de más agua y energía para ellos y expulsando violentamente a sus convecinos. Sin duda tacharíamos de injusta, inhumana y cruel semejante conducta y nos parecería inadmisible, inmoral, impropia de seres civilizados.
Violencia global
Vivimos en un mundo estructuralmente violento donde los más fuertes viven arrebatando a los débiles casi todo lo que poseen y a menudo la propia vida, bien directamente o como consecuencia de la forma vil en que está todo organizado, por más que se nos disfrace cínicamente como estructuralmente civilizado y hasta democrático o se concedan premios Nobel de paz a cualquiera de los asaltantes de habitaciones ajenas.
Mas es difícil imaginar amantes de la paz, civilizadas y hasta defensoras de los derechos humanos a unas minorías poderosas que deciden contaminar con residuos tóxicos, destruir regiones enteras, apoderarse de sus recursos para vivir por encima del resto, y matar y saquear a sus habitantes obligando a huir a los supervivientes para luego construirles muros de soldados y hormigón para impedirles que sigan viviendo como seres humanos en lugar de vivir como víctimas.
- ¿No vemos repetirse una y otra vez esas mismas situaciones siglo tras siglo, día tras día?
- ¿No vemos en qué insoportable medida cantan victoria la injusticia, la crueldad, la mentira y la explotación…?
- ¿A quién no le parece extremadamente cruel e inhumano todo eso…?
- ¿Y no es la crueldad consecuencia de un modo de pensar ególatra, de un injustificado afán de poseer y tener poder sobre el resto aunque eso signifique a largo plazo el propio suicidio?
- ¿No está emparentado todo ese proceder con el fanatismo y el terrorismo ciego?
Pero así actúan los poderosos en todas partes. Y lo que es peor: no solo ellos.
Unos les admiran, otros les imitan, otros miran para otro lado, y los menos les desenmascaran y procuran vivir practicando las virtudes contrarias.
Naturalmente, estos últimos no gozan de buena prensa.
Esto tiene consecuencias en el campo electromagnético terrestre
Nuestro cuerpo es de la materia de la Tierra, respiramos el aire de su atmósfera, bebemos su agua y comemos sus productos.
¿Cómo sería posible existir como especie sin que exista una frecuencia vibratoria suficientemente parecida?
Nosotros, los terrícolas, hemos impuesto nuestra frecuencia vibratoria dominante a la del Planeta, que en su origen era un Planeta espiritual de elevada vibración y hemos ido degradando por nuestro modo de pensar, ser y actuar dominante.
Si no tuviésemos cuerpo físico en la frecuencia vibratoria material de nuestro Planeta no podríamos vivir aquí, lo que no es obstáculo para que vivamos atentando contra nuestros cuerpos físicos, contra el Planeta y contra nuestro medio ambiente según nuestro poder y nuestra maldad, pero especialmente los poderosos no solo han contaminado la Tierra: han contaminado conciencias, han hipnotizado a las gentes con distracciones estúpidas mientras arde su casa, e inducen a vivir contra natura.
Todo eso acaba por formar el clima espiritual de la Tierra.
El clima espiritual
El clima espiritual de la Tierra es tan invisible al ojo humano como el alma de las gentes que la poblamos, pero tiene un gran poder al igual que el conjunto de los pensamientos humanos forma el clima espiritual de la humanidad.
Entre ambos existe una reciprocidad absoluta que se manifiesta en lo externo, y lo externo en este caso es el llamado “cambio climático”.
Venimos milenios sembrando entre nosotros odios, violencia, discordia, mentiras, abusos y violaciones de derechos humanos que hasta hemos convertido en instituciones de poder como estados o gobiernos, con todos sus aparatos.
Y ahora recogemos la cosecha en forma de cataclismos, terremotos, y muchas cosas más, porque la Tierra sufre nuestra vibración disonante y violenta, y como ser vivo ha llegado al límite de lo soportable y reacciona.
Y a esto le llamamos cambio climático, pero en términos espirituales tiene otro nombre: Apocalipsis, el último acto de la comedia humana.
La Tierra pugna por volver a su origen puro y poco a poco se mueve en dirección a lo puro, a lo sutil, a lo espiritual y divino que la creó.
Cada uno de nosotros es determinante
Las pequeñas o grandes pasiones negativas individuales de cada uno son determinantes para lo que nos ocurre a todos los demás, con todas sus consecuencias, una de ellas es el cambio de la polaridad terrestre hacia la que nos dirigimos según los científicos.
No es que esto sea la primera vez que pasa, pero sería la primera vez que pasa como resultado de nuestra forma de pensar, sentir, vivir y actuar negativamente en el mundo y con nuestros semejantes.
La tierra se mueve en dirección contraria a la que queremos dirigirla.
No es el fin del Planeta, sino el fin de esto que llamamos “el mundo” esta creación artificiosa donde se adora al dinero, se vive de espaldas a Dios, se admira a los poderosos y ricos y se vive bajo la bota militar, bajo la explotación de los patronos y las leyes de sus gobiernos o atrapados en una religión construida sin amor a Dios y a nuestros semejantes..
Así que estamos en vísperas de un cambio de gran alcance que ya tiene un día marcado aunque aún no conozcamos esa fecha.