Habría que comenzar la presente carta aclarando que los insultos y descalificaciones al ex presidente de la Generalidad Valenciana, no son exclusivamente por cuatro trajes, sino por el despilfarro y su desastrosa gestión gastándose lo que no había en ruinosas empresas. Lo suyo sería pedirle explicaciones por el estado de la sanidad y la educación en su Comunidad, al igual que en la industria.
¿Merece, como demandan algunos directivos del PP, que se restablezca su honorabilidad?. ¿No será demasiado prematuro con tanta porquería pendiente?. Si tanto interés tienen en rehabilitarlo políticamente, tal como propone Pérez Rubalcaba, lo tienen francamente fácil, solo hay que devolverle el cargo de presidente. Algo que jamás autorizaría Mariano Rajoy, quien afirma tajantemente “no sentirse obligado a prometerle absolutamente nada”. Eso si, cariño y buenas palabras que no le faltan pero sin perder el norte, debiendo ser tratado como cualquier otro dirigente del partido. Una vez más, el líder popular volvió a utilizar la estrategia de la paciencia y la observancia de un discreto silencio. Se impone que sean los próximos acontecimientos los que marquen la pauta a seguir. En principio, a Francisco Camps se le recomienda un prolongado descanso, justo a lo que no está dispuesto el valenciano, si bien Rajoy sabe por experiencia que las peticiones irán bajando de tono y perdiendo fuerza.
Camps, por su parte, conoce cómo debe proceder para evitar los paños calientes y el olvido de su partido. Multiplicará su actividad con los medios concediendo entrevistas y acudiendo a tertulias televisivas. Venderá su inocencia, tratamiento recibido y victimismo. Reivindicará su nueva imagen para forzar al Gobierno a que se le otorgue un puesto relevante tal como considera merece. En una de sus últimas entrevistas concedidas declaró que: “hoy hablo como el ciudadano Camps, que se levanta feliz en un día luminoso después de una persecución brutal”. Tamaña cursilería, muy en la línea de ¡¡amiguito del alma¡¡ solo se le puede ocurrir a alguien que ha perdido el más elemental sentido común a la hora de expresarse.
Mientras Mª Dolores de Cospedal continúe siendo la Secretaria General del partido, no habrá puesto pa Camps en Génova. Por el momento tendrá que conformarse con veladas promesas como la de que “en política, siempre tendrá reservado un sitio” claro que no se dicen donde…,si bien, tal afirmación es similar a las pronunciadas por el Oráculo de Delfos, cuyas ambiguas predicciones nunca se cumplían.
Sobre la jocosa propuesta de nombrarle embajador en el Vaticano, quizá por su untuoso aspecto curil, nadie sabe de donde partió tal embuste que no pasa de ser una cortina de humo para sacudirse la patata caliente que supone para el Partido Popular.
Francisco Camps continúa siendo un elemento muy incómodo tras el veredicto del jurado popular con independencia del resultado de la sentencia. Sus amistades e íntimas relaciones con indeseables no son precisamente lo más apropiado para un político de su relevancia. Para muchos sigue siendo un ciudadano de dudosa credibilidad y bajo sospecha hasta que la Justicia no se manifieste sobre la presunta financiación ilegal del PP valenciano. Como gestor está considerado como un completo desastre para la Comunidad Valenciana, y lo más idóneo sería que no regresase a la política activa, aunque los que le conocen bien, saben que exigirá el que se le reconozcan “sus desvelos por el partido y votos aportados”. Y que como tal sea premiado con largueza….¡¡Tiempo al tiempo!!