خضراء خضراءوالذئب البنÙسجي
Se habla cada vez más del truncamiento de la Primavera árabe. He aquí un microcuento que ilustra el caso de Túnez, considerado la locomotora de este proceso revolucionario, un microcuento que narra lo que lo que sucedía antes de la Revolución del Jazmín y lo que está sucediendo después de ella.
Pistas de lectura para los hispanohablantes que desconozcan la lengua árabe y la realidad política de Túnez:
– Túnez es conocido comúnmente como «Túnez el verde».
– El nombre Túnez deriva de la raíz «Ons».
– El color del expartido del dictador Zine Eddine Ben Ali, derrocado por la Revolución del Jazmín, el 11 de enero de 2011, era el malva.
– El nombre propio femenino Houria (ninfa) presenta una gran semejanza fónica con el nombre común « Horría » que significa Libertad.
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“El lobo muda el pelo, más no el celo” (Refrán español)
Á‰rase una vez una hermosa niña árabe que se llamaba Ons (أنس). Como llevaba siempre una capa del color de la hierba fresca, los habitantes de la aldea le aplicaban cariñosamente el mote de Caperucita Verde (خضراء خضراء). Era guapa, inteligente y vivaracha. A pesar de su edad temprana y de ser menudita, se mostraba siempre muy diligente en cuidar con esmero a sus queridos padres y hermanos y en ayudar a sus entrañables vecinos.
Sin embargo, ni Caperucita Verde ni los que la rodeaban eran felices, aunque tenían todos los ingredientes para serlo. Empañaba su dicha y tranquilidad un lobo feroz, de color malva, que merodeaba día y noche por la aldea amenazando, cual la espada de Damocles, a sus ganados y demás animales de corral. Además, por su culpa, nadie se atrevía a acercarse al verde oasis, situado a una legua de la aldea, para recoger fruta y agua fresca. Y por su culpa también, Caperucita Verde no podía visitar nunca a su abuela Houria (Øورية ) que vivía en pleno oasis.
Un día, harta de esta injusta y tiránica privación, Caperucita Verde se armó de valor y, de una pedrada, abatió al malvado lobo. Luego, se dirigió corriendo al oasis ansiosa por descubir las riquezas que atesoraba. Y apenas se adentró en él, se quedó maravillada, ya que en su vida había visto una vegetación tan exuberante ni aguas tan límpidas. Pero, enseguida, se apoderó de ella un sentimiento de rabia e indignación al comprobar que, durante largo tiempo, el fiero lobo había privado a su pueblo del disfrute de ese bien tan valioso que le pertenecía naturalmente.
Caperucita Verde permaneció, durante unos instantes, atónita, confusa, debatiéndose entre la rabia por el triste pasado y el entusiasmo por el futuro prometedor. Pero enseguida resolvió empezar a actuar para recuperar el tiempo perdido. Y antes de ponerse a llenar el cántaro con el agua fresca y cristalina del generoso manantial y la cesta con las frutas lozanas y multicolores de los árboles y las palmeras frondosos, quiso, primero, visitar a su abuela Houria (Øورية). Se sentía muy impaciente por verla ya que solo la conocía de oídas.
Sin embargo, justo antes de alcanzar su casa, un hermoso perrazo, de color verde, se precipitó hacia ella moviendo la cola en señal de bienvenida. Creyendo que era el que custodiaba la casa de su abuela contra los bandoleros, Caperucita Verde se arrodilló ante él y empezó a acariciarle el lomo dirigiéndole palabras mimosas.
Pero, la pobre niña pecó de ingenua, ya que ignoraba que “no es todo verde lo que lo parece”.
En efecto, ese perro “manso” y “tierno”, que la acogió luciendo el color de la paz y la esperanza, no era otro sino el mismo lobo malvado que ella creía ya muerto. Después de haber logrado resucitar y mudar de pelaje, se la había adelantado a casa de Houria.
Caperucita Verde (خضراء خضراء) no se percató de la astucia del lobo malvado y, por tanto, su vida y la de su abuela Houria (Øورية) estaban a dos dedos de sus zarpas y colmillos.
Así, el desenlace del cuento podría pasar de feliz a trágico, si la pobre niña no se armara de sagacidad reaccionando a tiempo.
Recemos por que así fuera, ya que del lobo no hay que fiarse ni un pelo, dado que es muy sabido que “el lobo muda el pelo, más no el celo”.