Estimados y queridos amigos: aunque os podría poner nombres propios (algunos están ya en la otra orilla), por no dejarme a nadie fuera me dirigiré a vosotros de forma genérica. Os encontráis en un momento de crisis o, en todo caso, de búsqueda de nuevos caminos. En este momento de encrucijada, me gustaría aportaros algunas ideas, que no tienen otro valor que venir de alguien que quiere lo mejor para vosotros, desde un punto de vista personal e institucional; y lo mejor para España (permitidme que no diga “este país”), cuya historia de los últimos 100 años no puede escribirse sin vosotros.
La primera idea que debéis tener clara es que sois necesarios; que suponéis una pieza imprescindible en el engranaje de nuestro sistema político. La pluralidad inherente al sistema democrático implica la existencia, al menos, de dos grandes formaciones políticas, a derecha y a izquierda. Se habla mucho de las deficiencias del bipartidismo, pero la realidad es que las democracias más sólidas del mundo fundan sus estructura política en la alternancia de dos grandes partidos. La multiplicidad de partidos puede hacer la democracia inestable y la unicidad (la eliminación de la alternativa, la negación del otro), la hace imposible. Vosotros sois el gran partido de la izquierda española; partido que hoy no tiene otra alternativa que formaciones radicales y de ideología antisistema. O sea, que, en estos momentos, no existe una alternativa razonable a vosotros en la izquierda.
Segundo. Vuestro lugar natural en el espectro político es del un partido de socialismo democrático europeo o socialdemócrata. Pertenecéis a una izquierda que, sin renunciar a sus ideales, superó desde hace muchas décadas los dogmas más rígidos y los planteamientos rupturistas. Vuestros referentes son la SPD alemana, el laborismo británico o los diversos partidos socialdemócratas de los países nórdicos. No pueden ser vuestros modelos los sistemas populistas que soportan algunos países hispanoamericanos o aquellos sistema de partido único, donde no hay democracia ni se respetan los derechos individuales.
Tercera. En vuestras siglas, ya centenarias, recogéis la O de obrero y la E de español. El socialista es nada menos que uno de los grandes partidos de España; y, como tal, tienen que tener claro su carácter nacional y su modelo de estado. No puede dejarse solo al Partido Popular en la defensa de estos valores, porque entonces daremos una dimensión partidista a lo que tiene que ser un sistema de referencias ampliamente asumido por una mayoría social. La bandera nacional, el himno, la Corona (la Jefatura del Estado en la legalidad actual) no pueden ser patrimonio de los conservadores españoles. No ocurre así en Francia, Reino Unido, Holanda… donde la izquierda democrática exhibe su bandera o escucha su himno con el mismo orgullo que la derecha.
Como resumen, concluiré diciendo que el PSOE es un partido de larga historia, son sus momentos oscuros y brillantes. En la actualidad es un amplio organismo formado por decenas de miles de personas, la gran mayoría de los cuales -por lo menos, los que yo conozco- son gente de buena voluntad y de conducta honesta; buenos españoles y buenos ciudadanos. Miles y miles de cargos públicos modestos o relevantes, concejales, militantes de base trabajan anónimamente y aportan su grano de arena a la sociedad.
Sería una lástima que ese carácter positivo de vuestra masa social no quede reflejado en vuestros dirigentes y vuestra líneas estratégicas. Sería una lástima que, por intereses políticos de corto plazo y cortas miras, se desaproveche este valioso patrimonio y se eluda la grave responsabilidad histórica que, como los militantes de otros partidos, como aquellos que no militamos en ninguno, tenemos en estos momentos.
Con mis mejores deseos, recibid un fuerte abrazo.