CARTAÂ ABIERTA A LOS REPRESENTANTES DE LA NACION
Sres. Diputados: Mientras ustedes se hallan en el interior de ese Palacio custodiado por tantas  murallas (los muros, la policial y tres barreras de vallas), ¿qué sienten?.. ¿Qué sienten cuando escuchan los gritos del pueblo al que ustedes dicen representar reclamando democracia y justicia? ¿Qué sienten cuando desde las ventanas de su salón palaciego ven las cargas policiales contra ancianos o contra jóvenes, desahuciados, parados, mujeres y asustados niños que corren ahora de las manos de sus padres por ejercer un derecho constitucional que ustedes dicen defender? Pues ¿no son ustedes los que tenÃan que haber evitado que las cosas llegaran a este punto? ¿Acaso es algo anecdótico lo que está ocurriendo durante tantos meses? ¿No es esta una situación insostenible que exige soluciones YA?
Dicen, cuando salen en las pantallas, que mientras las calles se llenaban de policÃas pegando a la gente por defender lo que  ustedes han sido incapaces de defender, ustedes, señores diputados de todos los colores polÃticos, seguÃan su rutinario orden del dÃa como si tal cosa. Muros adentro, la tranquilidad, la ley y el orden democrático dicen, y muros afuera ¿qué?.. Decenas de miles de manifestantes pretendiendo que se reconozcan los derechos que la ley y el orden democrático que expresa la Constitución  dicen reconocer pero  que no están nunca en su orden del dÃa pese a que no se cumplen algunos tan esenciales como los que les señalaré más abajo. Asà que esos miles de manifestantes, señores diputados, no están solos, no se engañen: somos todos nosotros, son el pueblo entero engañado y lastimado; son nuestros representantes reales porque expresan las necesidades de todos y las expresan en voz alta aún a riesgo de ir a la cárcel o recibir una paliza, y ustedes lo saben muy bien, pero ustedes se han vuelto sordos y ciegos. O lo que es peor: indiferentes o  impotentes. Y si lo primero es grave, lo segundo lo es más y en ambos casos tendrÃan que haber dimitido  hace tiempo sus señorÃas si fuesen honrados. Pues ¿cuánto tiempo hace que saben que nuestra Constitución, esa que dicen defender con tanta pasión, no se cumple y ante eso callan y otorgan? No digan que exagera el que esto escribe, pues sin ser abogado, les propondré unos cuantos artÃculos que les avergonzará ver hasta qué punto se olvidan de ellos mientras siguen al pie de la letra su rutinario orden del dÃa que nada tiene que ver con el orden del dÃa que exige el pueblo que se manifiesta gritando ante la policÃa. ¿Qué mejor imagen para comprobar la distancia que les separa de nosotros, los que estamos en la calle o con los de la calle?
Ustedes sabÃan desde hace tanto tiempo que se planeaba rodear el Congreso y reclamar los derechos que no se cumplen, pedir un proceso constituyente  y exigir más democracia. ¿Acaso, no deberÃa haber sido este el único punto del orden del dÃa de sus señorÃas hasta dar solución a los problemas más graves que se padecen en este paÃs desde la postguerra? En una democracias real, sin duda. En una ficticia, se desprecian las peticiones del pueblo y es lo que hicieron ustedes estos dÃas: seguir con su dinámica burocrática como si nada mientras muros afuera el pueblo al que dicen representar clamaba por la justicia y el cambio de rumbo de este paÃs empobrecido por los banqueros y los polÃticos.
Si ustedes fuesen serios la situación social y económica por las que atravesamos en esta nación deberÃa quitarles el sueño. Si fuesen capaces, al menos, de hacer cumplir la Constitución no vendrÃa nadie hoy   a recordarles tras los cordones policiales qué importantes artÃculos que enseguida menciono deberÃan haber ocupado a sus señorÃas en lugar de los que discuten ahà para contentar a los banqueros y a la Iglesia dándoles nuestro dinero y empobreciéndonos a nosotros.
Se exponen algunos artÃculos en negrita por si hace mucho que los leyeron y olvidaron,  y a los que añadiré en qué mienten para que no crean que hablo por hablar. Ahora nadie del pueblo habla por hablar, excepto ustedes y los que son como ustedes, que mienten tanto como callan.
La Constitución, por desgracia, también miente.
DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES PÚBLICAS:
ArtÃculo 21. 1. Se reconoce el derecho de reunión pacÃfica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa.
 Mentira 1: Siempre se pide autorización, y aun asà la policÃa exige identificarse a quien le parece o carga cuando considera).
DE LOS DERECHOS Y DEBERES DE LOS CIUDADANOS
ArtÃculo 31 1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.
 (Mentira 2: Sicavs, amnistÃa fiscal para defraudadores, más carga fiscal para trabajadores que para empresarios, privilegios fiscales a la Iglesia, no progresividad para las grandes fortunas, pero sà para los trabajadores). ¿Les suena?
ArtÃculo 33. 3. Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las Leyes.
(Mentira 3: Más de quinientos desahucios diarios, sin indemnización y con la obligación de seguir pagando vivienda a un banco que luego la vuelve a vender y la cobra dos veces asÃ). ¿Qué les parece?
ArtÃculo 35.  1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
 (Mentira 4: Esta mentira tan gorda como insoportable para un paÃs de cinco millones y medio de parados, está visible en todas las colas del Inem, en las listas de jóvenes obligados a emigrar por no tener empleo, en todas las estadÃsticas de desempleo y entre uno de cuatro de nuestros vecinos, y más aún si son vecinas).
DE LOS PRINCIPIOS RECTORES DE LA POLÃTICA SOCIAL Y ECONÓMICA.
ArtÃculo 39. 1. Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurÃdica de la familia.
(Mentira 5: Volvemos a recordar los desahuciados, el aumento de pobres que recogen comida caducada de supermercados (si les dejan), o acuden a Cáritas, o a un banco de alimentos).
ArtÃculo 41. Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.
(Mentira 6: ¿Para todos los ciudadanos? ¿GarantÃas y prestaciones sociales suficientes en caso de desempleo? ¿No les suena a burla a la Nación, a los inmigrantes, a los pensionistas, a los parados y a todos a los que han  retirado su cartilla sanitaria? ¿Y el repago? ¿Y los cierres de servicios de atención primaria y servicios y salas de hospitales? ¿Y los recortes en sanidad?)
ArtÃculo 47.
Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.
La comunidad participará en las plusvalÃas que genere la acción urbanÃstica de los entes públicos.
 (Mentira 7: Es tan triste volver a comentar los desahucios, como recordar las recalificaciones de suelo público para gloria y negocio de gerifaltes del ladrillo en nuestras costas y en todas partes, y la enorme especulación que dio origen a la burbuja inmobiliaria que nos trajo estos lodos).
ArtÃculo 48. Los poderes públicos promoverán las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo polÃtico, social, económico y cultural.
(Mentira 8: ¿Y los recortes escandalosos en educación? ¿Y la subida de impuestos a bienes culturales? La juventud formada, los cerebros y manos que son un capital para el futuro del paÃs tienen que emigrar, y proliferan los macrobotellones y macrodiscotecas, y la juventud desesperanzada y pasota. Menos mal que existen los jóvenes que aún estudian -si es que pueden pagarse las altas tasas que les imponen, y menos mal que existen los jóvenes que dan la cara en las asambleas del 15 –M y demás grupos para recordarles a los señores  diputados que basta ya de mentiras y recortes).
AsÃ, pues, si estos temas que son los que deben hallar una solución rápida, se quieren zanjar escurriendo el bulto a la discusión y  con cargas policiales en lugar de diálogo y compromisos con la ciudadanÃa, hay que decirles a ustedes, señores diputados, que si no se mojan y cambian el orden del dÃa de sus rutinas burocráticas para hacer cumplir la Constitución en puntos tan sensibles como los mencionados y otros,  ustedes traicionan a la Constitución y nos traicionan a nosotros y no son dignos de ocupar sus  cómodos cargos con tan buenos sueldos, y privilegiadas jubilaciones, sus vehÃculos oficiales, guardaespaldas, dietas, viviendas, y hasta inmunidad para que la policÃa les deje tranquilos si se manifiestan. ¿Están cómodos asÃ? Nosotros, no. No estamos cómodos con ustedes: no nos sirven, y es verdad  lo que se grita y dicen las pancartas: no nos representan mientras que  todo lo que hacen con nuestros votos es lo que vienen haciendo estos dÃas: asomarse a las protegidas ventanas del Parlamento  para ver cómo pegan a sus representados por exigir lo que ustedes deberÃan haber resuelto, que para eso están ahÃ. No nos representan, y precisamos una democracia participativa – en lugar donde el pueblo que sufre esté donde están ustedes, y donde ustedes, cuando toque, como hoy, salgan de sus escondites parlamentarios para ponerse  delante de la policÃa y junto a nosotros, pero sin su credencial parlamentaria. A ver si ven la Constitución de la misma forma; si soportando alguna carga policial – que no les deseo- despiertan a una realidad que hoy, desde sus ventanas y sus poltronas en el Parlamento, están muy lejos de comprender en toda su crudeza: la nuestra, la de los españoles, que por lo que vemos, no tiene nada que ver con la suya. Por eso miran desde la barrera y se quedan tan tranquilos diciendo que siguieron el orden del dÃa y que trabajaron sin problemas. Supongo que también sin problemas de conciencia. Pero hay una cosa que hemos descubierto estos dÃas: ahora sabemos de qué lado están todos ustedes. Y no es en el nuestro.Asà que efectivamente no nos representan. Devuelvan sus credenciales.