Carta abierta a Mariano Rajoy
Carta pública a Mariano Rajoy Brey, Presidente del Gobierno de España y del Partido Popular:
Mi nombre es Carlos Aurelio Caldito Aunión, militante del Partido Popular, número 623698, te dirijo esta “carta pública” porque desde hace ya bastantes meses deseo hacerte unas cuantas preguntas (como estoy seguro que desean muchos afiliados, simpatizantes y militantes del partido, y por unas u otras circunstancias no se atreven, pero en fin, eso es harina de otro costal)
Para empezar, y sin circunloquios que pienso que están de más:
¿Cuánto tiempo mas va a seguir el PP acomplejado, cuánto más seguiremos viendo como el Partido Popular sigue renunciado a su programa, a sus ideas, a sus valores y a sus principios éticos o morales?
¿Cuál es la causa de que el PP en eso que algunos denomináis “el camino hacia el centro” (somos muchos los que pensamos que habría que denominarlo “camino hacia ninguna parte”) haya acabado asumiendo que en cuestiones de moral, de ética, la izquierda tiene poco menos que la exclusiva, y lo que es mucho peor, haya acabado haciendo suyas las consignas, las máximas, la retórica vacía de la “progresía”…?
¿Pretendéis, tú y tus “notables” ocupar el espacio del ya moribundo PSOE, y convertir al PP en el “Nuevo Partido Socialdemócrata Español”, o algo parecido?
¿Debemos entender que el Partido Popular no hará nada para cambiar la caótica situación en la que está postrada España… debemos entender que el PP solo se limitará a “gestionar”?
Entre quienes votaron al PP, y entre quienes animamos a todo quisqui a hacerlo, en las Elecciones Generales de hace un año, existía un consenso generalizado respecto de que estábamos –y aún seguimos- sumidos en un absoluto desgobierno, y que el partido de José Luís Rodríguez Zapatero y sus diversos aliados nos habían llevado a un caos de tal magnitud que cada día era más necesaria, urgentísima, una profunda –radical- respuesta democrática, una política regeneracionista, dejando a un lado insensateces, indecisiones o actitudes timoratas…
Frente al desatino, al delirio constante en el que ha caído la política española y la amenaza a la que se enfrenta España como Nación, e incluso, posiblemente su Constitución como salvaguarda de los derechos y las libertades, y lo poco que aún queda del Estado de Derecho, tú y tu Gobierno prometisteis que ibais a emprender una política a la manera del “cirujano de hierro” que proclamaba como necesario Joaquín Costa hace más de un siglo, en su libro “Oligarquía y Caciquismo como forma de Gobierno en España”.
Fuimos muchos los que confiamos en ti, y nos creímos que “tenías un proyecto para regenerar España”, y que lo ibas a llevar a la práctica, sin aplazamientos, con seriedad y sin temores de clase alguna; un proyecto concreto y claro, y con visión de futuro y de durabilidad…
Pensábamos que tenías un proyecto de regeneración perdurable, con valores diferenciados, de aquellos de la autodenominada izquierda, generalmente publicitados demagógicamente y con un bonito envoltorio; pero opuestos siempre a la auténtica libertad individual y al verdadero progreso.
Por ejemplo, pensábamos que ibas a abordar la enésimas veces aplazada Reforma del Poder Judicial, acabar con el “desgobierno judicial” que actualmente sufrimos. Pensábamos que ibas a obligar a los jueces a someterse al imperio de la ley (y no al revés) y que en sus resoluciones respeten escrupulosamente la Constitución, y se acabe con la sensación general de arbitrariedad e inseguridad jurídicas que actualmente padecemos. Pues los españoles no merecemos la “injusta justicia” que padecemos, lenta, cara y arbitraria; pensábamos (¡Qué ingenuidad!) que ibas a hacer lo posible para acabar con la idea que tiene la mayoría de los españoles, tanto de la judicatura, como de la “clase política”, de que son dos castas privilegiadas que gozan de impunidad e inmunidad absolutas…
También pensábamos que ibas a emprender acciones para acabar de una vez por todas, con la situación de transitoriedad en la que España está instalada, en ámbitos en los que debería haberse ya alcanzado un acuerdo perdurable, un consenso nacional, un acuerdo de mayorías que asegure estabilidad y durabilidad. Posiblemente somos el único país occidental que en cada legislatura se cuestionan el sistema de enseñanza, la política exterior, el sistema sanitario, el sistema tributario, el modelo de Estado (¿Cuándo se acabará de configurar el llamado “estado de las autonomías”? ¿Lo verán nuestros nietos?) ¿Cuándo se dotará al Senado de atribuciones y se definirá con precisión su finalidad? (Para recochineo no habéis ni siquiera hecho nada de nada para eliminar la estafa y el bochorno de los “pinganillos” y los traductores)
Otra cuestión en la que pensábamos que ibas a actuar de forma clara y valiente, y sin tapujos, es en lo concerniente a los enormes males que está ocasionando en España la llamada “perspectiva de género”, y su aplicación (con perversos y terribles resultados) en las diversas leyes llamadas eufemísticamente “de igualdad”: Ley del Aborto, Ley de divorcio, ley “integral contra la violencia de género”, ley de igualdad… Como comprenderás Mariano, tenemos motivos de sobra para sentirnos especialmente decepcionados.
Mariano, según parece en ese viaje que emprendiste hacia ninguna parte, estás consiguiendo que el Partido Popular haya dejado de ser un partido político liberal-conservador, vamos “de derechas”.
Uno de los grandes logros del “socialismo” ha sido conseguir que a algunas personas (parece que tú estás entre ellas) les avergÁ¼ence reconocer públicamente lo que son y lo que sienten, como si denominarse de derechas fuera algo deshonroso, denigrante; como si tal cosa fuera una inmoralidad. Somos muchos los que consideramos que está de más rehuir el apelativo en cuestión, e incluso dar a entender que es inmerecido e injusto. Está de más cualquier intento de endulzar nada, de tratar de suavizarlo…
Casualmente los mejores diccionarios, el de la Real Academia Española, y el “María Moliner” de Uso del Español, no dicen de la palabra “conservador” que posea connotaciones negativas, conservar es sinónimo de hacer durar las cosas buenas que se poseen…
Ser “de derechas” significa abordar las cosas de forma “recta”, sin torcerse hacia ningún lado, ser justo, razonable, ir derecho a los asuntos (sin tibiezas ni medias tintas) o actuar con legitimidad…
Presidente Mariano Rajoy,
– Yo soy de los que piensan (y estoy seguro de que son muchos en el Partido Popular quienes piensan igual que yo) que las personas son los únicos titulares de derechos. No creo que existan los derechos de la nación, de la patria, de la colectividad, ni de ninguna clase social. Yo creo en los derechos de las personas, que no pueden ni deben decaer ante entelequias que unas veces son mitos, y otras acciones impuestas de ingeniería social.
– Pues bien, sí ser “de derechas es oponerse a la supremacía del Estado sobre el individuo, a la reducción de la persona a simple miembro de una colectividad, oponerse al afán “igualitarista” en lo moral e ideológico, a la obsesión por la uniformidad, oponerse a que el Estado se arrogue la potestad exclusiva de educar al ciudadano, negándole a las familias ese derecho,… Entonces, me siento especialmente orgulloso de ser de derechas.
– Si ser de derechas es creer en que los seres humanos son suficientemente capaces de mejorar su circunstancia personal, promocionar, buscar y encontrar su propio camino, explorarlo, recorrerlo, llegar a la meta y hacer de su vida una experiencia apasionante… Sin que el Estado los tutele, o les proporcione todo lo que solamente se puede llegar a apreciar cuando se ha conseguido desde el ejercicio del albedrío y la superación personal… entonces, yo soy de los que se sientes especialmente orgullosos de ser “de derechas”.
– Si ser de derechas significa creer en la Libertad, y no en la Igualdad, pues “La Igualdad” no existe, pues es una cosa infrecuente en el Mundo en el que vivimos en todos los niveles o escalas, desde el atómico, o subatómico, al animal, pasando por el celular… pues, insisto, entonces ciertamente me siento orgulloso, muy orgulloso de ser derechista (y hasta ahora siempre había pensado que el Partido Popular también lo era…)
– Si ser de derechas es ser partidario del derecho a la objeción de conciencia, respecto a cualquier obligación impuesta de manera arbitraria por el Estado, entonces sin duda alguna me siento especialmente orgulloso de ello.
– Si ser de derechas es ser partidario de la libertad de “todas” las personas para fijar su domicilio en el lugar que les plazca, en cualquier lugar y considerar obsoleto el concepto de nacionalidad frente al de residencia; entonces yo soy de derechas, y además a mucha honra.
– Si ser de derechas significa pensar que la glorificación del Estado del bienestar ha sido un gran error, y que la universalidad de la sanidad, la educación, la atención jurídica o la previsión de la vejez son conquistas irrenunciables, pero que no están siendo gestionadas de la mejor manera posible; entonces yo también soy de derechas…
– Si ser derechas es desear una Democracia “más profunda, y permanente”; profunda en el sentido de que no se dé un cheque en blanco a los políticos sino un mandato concreto, y permanente porque los actuales medios tecnológicos permiten frecuentes consultas a la ciudadanía; entonces, yo sí soy de derechas.
– Si ser de derechas significa desear un sistema electoral más justo que el actual, matemáticamente proporcional a lo votado, sin las manipulaciones actuales que propicia la Ley d’Hondt; entonces, efectivamente yo también soy de derechas.
– Si ser de derechas significa pensar que el Estado no debe financiar con nuestros impuestos ni a los partidos políticos, ni a los sindicatos, ni a las patronales, ni a ninguna entidad privada, sino que debe ser la sociedad la que libremente debe costear a aquellas entidades que prefiera (siendo fiscalmente desgravables las aportaciones a cualquier entidad no lucrativa) pues sí, sin duda soy de derechas, de la “derecha más extrema”.
– Si ser de derechas significa pensar que una democracia auténtica requiere una Administración de Justicia realmente independiente, lo cual significa, también estar en contra de que el nombramiento de los órganos judiciales y de la fiscalía se realicen por parte del poder ejecutivo o legislativo; entonces soy absolutamente una persona de derechas.
– Si ser de derechas significa condenar cualquier clase de violencia, el uso de la fuerza para condicionar la acción de otros, ya sea el Estado o un particular quien la ejerza; si ser de derechas significa tener el firme convencimiento de que el referente moral debe ser la Declaración Universal de los Derechos Humanos y Civiles, y pensar que toda forma de tortura o trato degradante (incluyendo la pena de muerte) son absolutamente detestables; entonces sin duda soy radicalmente, rabiosamente de derechas.
En definitiva, no tengo ninguna duda de hacerme llamar tal cual me siento y soy: “de derechas” por aspirar a vivir en una sociedad de hombres y mujeres responsables de sí mismos (la responsabilidad es la otra cara de la moneda de la libertad). Una sociedad de seres adultos, soberanos, autogobernados, una sociedad de personas en la plena extensión de la palabra, es decir, una sociedad libre.
Pues bien, Mariano, llegados a este punto, me atrevo a preguntarte:
¿Vas a seguir defraudando a la mayoría de los que el 20 de noviembre del año pasado votaron cambio, una profundísima regeneración que debe ir más allá de pequeñas y temerosas reformas?
Sería imperdonable, Mariano Rajoy que sigas limitándote a apuntalar el sistema sin ir a la raíz de los problemas.
Mariano, si no tienes lo que hay que tener, más te vale que pases el testigo a alguien que tenga la valentía suficiente y la altura de miras que exigen los terribles momentos por los que actualmente atraviesa nuestra patria, pero decídete ya, antes de que España se convierta plenamente en un protectorado.
Claro que tal vez esto último sea la única esperanza que le queda a España, lo mismo quienes vengan de fuera acaban desalojando de las instituciones a la pandilla de golfos que nos mal-gobiernan ( a los que tú y tu equipo de gobierno no os atrevéis a cuestionar, y a los que inexplicablemente seguís subvencionando de manera incomprensible) tal vez “eso” conduzca a España a un periodo realmente constituyente, de ruptura con las formas caciquiles y oligárquicas como forma de gobierno, y acabemos finalmente homologándonos con los regímenes políticos más avanzados y las naciones más prósperas de nuestro entorno cultural…
Mientras tanto, Mariano, ármate de paciencia pues, las algarabías, los alborotos, las movilizaciones más o menos multitudinarias, aunque de poco o nada valgan, más allá de expresar el “legítimo derecho al pataleo” van a seguir un día sí, y el otro también.
Así que, ya digo, pasa el testigo a otra persona o llama de una vez por todas a quien corresponda para que nos intervengan…