No es más que la variante mediterránea de la xenofobia , el miedo del fanático ibérico a todo lo heterogéneo y a la emulsión de idiosincrasias en un mismo país.
Foto: Heart IndustrySin percatarse tan siquiera, el patriota español que descalifica a Cataluña está justificando y avalando la postura independentista, en cuanto que certifica con su actitud la teoría de la marginación y la falta de respeto que los independentistas denuncian.
No deja de causarme asombro el hecho de que un elevado porcentaje de españoles hable despectivamente de Cataluña para desprestigiar el independentismo, cuando aparte de no tratarse de términos indispensablemente anexionados, es causa de que los catalanes no independentistas (que los hay) acaben por ceder ante la obvia falta de respeto que a mansalva se dispara contra su comunidad de origen.
En vez de discrepar con raciocinio, argumentos y educación, las más de las veces hay una respuesta visceral y automática, consecuencia de la ecuación de inoculación patriótica e irreflexión .
Contra toda lógica consecuente, el antindependentista se dedica a burlarse de su lengua y raigambres, haciendo gala de todo un tratado de fanatismo: responder con desprecio y estolidez a los argumentos,que se rechazan por mero espasmo cerebral.
Sin embargo, no es estiércol todo lo que no reluce, y hay una buena parte de españoles que, no compartiendo la idea independentista, menos comparten los modales e incoherencias de los españoles homogeneizadores, y abogan por el diálogo cordial, abordando temas como el federalismo y la legitimidad de un referéndum aunque la respuesta sea contraria a sus ideales.
¿Qué coherencia se desprende del hecho de que sean los que más tirria le tienen a Cataluña, los que más deseos tienen de que no se independice?
En fin, agua que no has de beber . . .