Somos seres sociables que podemos mejorar el bienestar de la comunidad y el propio. La mutua solidaridad incrementa lo mejor de cada uno para el servicio de los demás. Al profundizar en la dimensión antropológica de la solidaridad, esta se expresa como una necesidad de restaurar la unidad de derechos originaria.
No es de extrañar que el voluntariado se plantee como plataforma de la reivindicación de justicia para que la solidaridad sea algo real. La compasión no basta, aunque sea esencial para el compromiso. Es bueno reflexionar sobre sus características que nos revelan sus señas de identidad.
– La gratuidad, pues es la donación de sí mismo y la conciencia de ser para los demás lo que sostiene su concepción de la vida
– La continuidad, ya que no se pueden crear necesidades en aquellas personas que no estemos dispuestos a seguir ayudando.
– La preferencia vocacional del voluntario, ya que uno hace mejor aquello que le gusta y para lo que está más preparado.
– La responsabilidad personal sostenida por su equipo que desarrolla el proyecto de la Organización con la que trabaja.
– El conocimiento, respeto y valoración de las diferentes personas o pueblos que pueda encontrarse en la realización de su tarea.
J. C. Gª Fajardo