Por alguna razón, que tiene que ver con el ámbito antropológico, el ser humano ha centrado su identidad y su fuente de energía en los símbolos o centros de poder. Por ejemplo, las capitales de los países, como Madrid, Londres, Berlín, Washington, Lima, Pekín o Tokio, entre muchas, en realidad, además de metropolis, son símbolos y ejercen de centros de poder. Lo mismo se puede aplicar a los lugares emblemáticos que ocupan un espacio geográfico, histórico y emocional, que los hacen particularmente atractivos e imponentes por su trascendencia. Me refiero a aquellos sitios que guardan una relación íntima con el individuo o un pueblo. Podemos tomar el caso, para graficar esta idea, de Stonehenge, Lourdes, Guiza (donde se encuentran las principales pirámides de Egipto), Jerusalén, La Meca, Machu Picchu (centro sagrado de los incas en Perú), del árbol de Guernica, Atapuerca o Covadonga en Asturias, España. Este último, además de representar el lugar de inicio de la Reconquista española, es un lugar mítico por la extraña belleza de su paisaje: el camino que asciende hasta los lagos es como viajar a un tiempo indefinido y enigmático. Excepto en algunos días de invierno, subir a los lagos es accesible en coche o en autocar. O incluso, para los más aventureros, en bicicleta.
Covadonga es un lugar simbólico, no solo para Asturias, sino para toda España. Algunos han intentado estigmatizarla para exaltar sus intereses, pero otros, de interés científico y cultural, han indagado más allá de un simple hecho histórico. Habría que recordar que por Asturias y Covadonga, en particular, pasaron y se asentaron pueblos celtas: gentes de sacerdotes druidas que rendían culto a los dioses de la naturaleza.
Mucho se ha discutido sobre la palabra «Covadonga»; que si significa cueva de Onga, es decir, cueva de la fuente en céltico o si se trata de una representación del culto a Isis, que los romanos llevaron a lo que entonces ellos llamaban Hispania. Lo cierto es que la coincidencia en diferentes culturas del mundo del culto a una diosa madre es absoluta. Tanto Onga, como Isis, representan esa deidad materna: fuente de agua y diosa madre, en céltico y grecoromano (con origen egipcio), respectivamente.
Todo esto no hace más que confirmar la naturaleza pagana de Covadonga, como lugar de culto anterior al cristianismo. Quizá por ese motivo Covadonga puede considerarse un centro de poder. No solo por el hecho de la Reconquista, que tenía connotaciones cristianas, sino también por el hecho de ser un lugar de culto pagano. Es posible que los anteriores pobladores de esa zona de Asturias, antes de la llegada de los romanos, hayan rendido culto a sus deidades en aquella cueva y considerado como santuario sus alrededores. Incluído, desde luego, los lagos homónimos. Hay quienes afirman que la actual virgen María es una adaptación de la diosa madre pagana.
Para quien conozca de mitología asturiana, no le sorprendería encontrarse en aquellos lagos con seres extraordinarios, como las xanas[1], trasgus[2] o los busgosus[3]. No solo se trata de historia, de mitología o de paisajes de una belleza singular. Los lagos de Covadonga provocan esa sensación de estar ante un auténtico centro de poder.
*[1]: mujeres mitológicas que habitan en las fuentes, ríos, pozos, lagos o terrenos pantanosos.
[2]: duendes asturianos.
[3]: divinidad mitad hombre mitad animal.
©Fotografías. Juan Carlos Aguirre.