Cada vez que alguien de la patronal CEOE se manifiesta sobre todo aquello que en lo social y en lo económico afecta a los trabajadores, uno se pregunta que qué es lo que a los patrones les han hecho sus trabajadores aparte de ayudarles a prosperar y a que cuenten con un patrimonio nada desdeñable, me refiero, claro está, a los “grandes” patronos, que por cierto en absoluto pueden ser considerados como los que mantienen a este país ya que los que lo sustentan son las pequeñas y medianas empresas, las que más puestos de trabajo crean y las que menos ayudas reciben del Estado. Las ayudas son para los grandes, para esos que cada dos por tres te plantan a un montón de trabajadores en la calle, en el paro y algunos de ellos no pagan sus tributos al Estado con la debida religiosidad.
Juan Rosell, el currante Presidente de la CEOECasi a diario oímos manifestaciones que emanan de la CEOE, de sus principales dirigentes, o de organismos que dependen de esta como es el caso, muy reciente, de que desde el laboratorio de ideas, el Instituto de Estudios Económicos, de esta organización patronal por medio de su presidente, José Luís Feito, aquel que dijo que si los trabajadores españoles querían trabajar que se fueran a Laponia, este sujeto es así de afortunado en todo aquello que dice, se ha propuesto retrasar la edad de jubilación hasta los 70 años y que el trabajador tenga un mínimo de 40 años cotizados para poder cobrar el 100% de la pensión a más de reducir la cuantía inicial del paro. Lo que no ha dicho, lo que no ha aclarado es si los empresarios van a tener en sus plantillas a trabajadores hasta que cumplan los 70 años y si se comprometen por tanto a que reúnan esos 40 años de cotización. No, no se van a comprometer, aquí por lo visto lo que la patronal pretende es exprimir al máximo a los trabajadores y que cuando llegue su edad de jubilación vivan de las “rentas”, de esas rentas que han obtenido gracias a lo “magnánimos” que han sido sus empresarios, es decir: Que se las apañen como puedan. En cualquier caso no me extrañaría que el día menos pensado desde la CEOE nos salieran conminando al Gobierno a llevar a cabo otra reforma laboral en la que se hiciera constar que “la vida laboral del trabajador se considerará desde la fecha legal de su incorporación al mundo del trabajo hasta su fallecimiento, haciendo constar de forma expresa que producido su óbito no tendrá derecho a efectuar reclamación alguna con efecto retroactivo”.
Como muestra del “cariño”, “afecto” y “respeto” que los dirigentes de esta organización empresarial les tienen a los trabajadores voy a recordar algunas de las frases pronunciadas por algunos de esos responsables. Juan Rosell, presidente de la CEOE refiriéndose a los funcionarios: “Los funcionarios, mejor en casa que consumiendo papel y teléfono”. Otra dirigida a los parados: “Hay quienes no tienen intención de trabajar y se apuntan como los amos y amas de casa cuando han visto en la crisis la posibilidad de obtener alguna cosa”. Si hay algún momento para obtener algo beneficioso este es en periodos de crisis. No hay más que ver las “ventajas” que hemos conseguido todos los españoles con esta crisis. No me atrevo a calificar la actitud de este sujeto por si alguien se pudiera sentir, con la comparación, ofendido. Otra de este portento de presidente a los parados: “Milagrosamente encuentran trabajo cuando falta un mes o dos para agotar su prestación”. Y digo yo, claro, lo hacen porque saben que actualmente en España es muy fácil encontrar trabajo. Sin comentarios.
Como es sabido hay algunos dirigentes de la CEOE que por la Justicia y por los medios de comunicación sabemos que observan una actitud que se aparta bastante de la honradez y de la legalidad, tenemos por ejemplo al que fueran presidente de esta organización, Díaz Ferrán, que propuso aquello de que los trabajadores trabajen más y ganen menos para superar la crisis. Hoy este señor está encarcelado por la presunta comisión de una estafa por un montante de muchos millones de euros.
A pesar de todo lo dicho anteriormente no acabo de entender esa especie de “manía” que por mucho que lo nieguen, le tienen a los trabajadores que les han ayudado a hacerse ricos.
Los trabajadores no son nadie sin sus empresarios y los empresarios no son nadie sin sus trabajadores. Ambas partes se deben el máximo respeto, la máxima colaboración y una participación en los beneficios que haga posible el que ambas partes, salvando las distancias, pueda disfrutar del máximo bienestar.