Bajo las llamadas operaciones de mantenimiento de la paz se esconden pretensiones económico-imperialistas.
En una sesión de la Asamblea General de la ONU Noam Chomsky presentó un documento para reflexionar sobre las intervenciones humanitarias, bautizadas como tales a partir de la segunda mitad del siglo pasado y ahora englobadas bajo el concepto general de «La responsabilidad de proteger».
Para el conocido lingÁ¼ista estadounidense, los precedentes históricos de este tipo de misiones producen desconfianza. Cita algunos de los principios básicos de las relaciones internacionales, asentados al paso de los siglos, que podrían sintetizarse así:
– Los fuertes hacen lo que quieren y los débiles sufren lo que merecen (principio ya formulado por Tucídides).
– Los legisladores atienden más a los intereses de los poderosos que a los del pueblo llano (sugerido por Adam Smith).
– Muchas intervenciones militares se han hecho en virtud del principio de proteger a los pueblos, aunque se hayan caracterizado por su barbarie. Chomsky cita tres ejemplos: la invasión japonesa de Manchuria en 1931, la invasión italiana de Etiopía en 1936 y la ocupación nazi de Checoslovaquia en 1938. En los tres casos, se generó una profusa retórica sobre la protección de los respectivos pueblos, que apenas ocultaba las tendencias de una expansión imperialista.
La «misión evangelizadora» de los conquistadores en las tierras americanas tenía por objeto salvar las almas de los indígenas aunque esto llevara consigo la explotación y el agotamiento de sus cuerpos, la ocupación de sus tierras y el robo de sus recursos.
Otra cuestión a tener presente, en relación con la protección de los pueblos, es la de las razones que esgrimió la OTAN para decidir que los Balcanes debían ser protegidos, incluso bombardeando Serbia sin contemplaciones en 1999 (recordemos, de paso, que el bombardeo no alivió la suerte del pueblo kosovar, sino que la agravó) y que, por el contrario, convenía ignorar a otro pueblo, el kurdo, que dentro del propio territorio bajo responsabilidad de la OTAN sufría una brutal persecución por uno de los principales socios de la Alianza.
Las intervenciones «protectoras» de la OTAN no se preocupan solo de los pueblos sufrientes. El anterior Secretario General anunció en 2007 que las tropas aliadas deberían proteger los conductos que transportan crudo y gas hacia los países occidentales y otros elementos de la infraestructura del sistema energético. Para Chomsky, esto «abre la puerta para servirse del derecho de protección como arma de intervención imperial, según convenga».
«Nadie piensa hoy en proteger al pueblo de Gaza, lo que es también una responsabilidad de Naciones Unidas (según las Convenciones de Ginebra), junto con otros pueblos que carecen de los derechos humanos fundamentales. Nada serio se considera respecto a la peor catástrofe africana, si no mundial: la del Congo oriental, donde varias multinacionales han sido acusadas de violar las resoluciones de la ONU sobre el tráfico ilegal de minerales valiosos, mediante el cual se financia un conflicto criminal».
La responsabilidad de proteger tampoco parece alcanzar a los pueblos hambrientos. Á‰stos suman ya unos mil millones de seres humanos, mientras el Fondo Mundial de Alimentos anuncia una reducción de la ayuda, porque los países ricos dan prioridad a la salvación de sus sistemas bancarios y no hay dinero para todo por culpa de la crisis provocada, precisamente, por esos mismos bancos. Todo lo anterior muestra la validez del principio formulado por Tucídides.
No nos dejemos arrastrar por el lúcido pesimismo del implacable crítico estadounidense. Hay que tener presente que este asunto ha sido tratado en un foro internacional -la Asamblea General de la ONU- cuyos ecos pueden extenderse por todo el mundo. Por el contrario, bastaría recordar que, apenas hace un siglo, en Algeciras se celebró una conferencia para repartir Marruecos entre Francia y España, con el visto bueno de las grandes potencias europeas; unos 20 años antes, esas potencias se habían reunido en Berlín para repartirse otros vastos territorios africanos. No hubo la menor pretensión de proteger a los pueblos afectados por estas rebatiñas territoriales en ninguno de ambos casos, aunque el reparto marroquí se hizo a título de «protectorado». Así pues, parece que estamos avanzando algo en este asunto.
Alberto Piris
General de Artillería en la Reserva