EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Me voy e referir al caso Martinsa. Martinsa es la inmobiliaria que llevó a cabo el mayor concurso de acreedores, ya sabe usted, lo que siempre hemos conocido como “suspensión a pagos”, el mayor concurso de acreedores, repito, de la historia. Pues bien, al parecer Martinsa ha conseguido la aprobación de un convenio que fija quitas de deudas ordinarias de hasta el 70%. Yo no sé si esto de “quitas ordinarias” se refiere a que es una ordinariez el tener deudas. Pero un amigo me aclara que se trata de que el deudor, en este caso Martinsa, pagará solamente el 30% de lo que debe.
Este caso guarda un cierto paralelismo con lo que le ha ocurrido a Cipriano Pocapasta, que como su propio apellido indica es un españolito de a pie que como consecuencia de haberse quedado sin trabajo el pobre está más tieso que la mojama. Pues bien, a Cipriano Pocapasta, podría haber ocurrido a cualquiera que tuviera un nombre y un apellido más normal, resulta que al quedarse sin trabajo no pudo seguir pagando la hipoteca de la que fue su vivienda, una hipoteca de 125.000 euros de los cuales ya llevaba pagadas algunas mensualidades, como consecuencia de ello se ha vista en la misma situación que Martinsa, a esta inmobiliaria le han aprobado una quita del 70% y a Cipriano Pocapasta, le han “quitado” su vivienda y además tiene que seguir pagando lo que le queda de la hipoteca. Como se puede observar hay un gran paralelismo entre ambos casos. Esto me recuerda aquellos dos viejos refranes que dicen: “Al miserable y al pobre todo le cuesta el doble” y el otro que aconseja: “Si la haces hazla bien gorda”
Cipriano Pocapasta, ha tenido que irse a vivir, él y su familia, al piso en que habitan sus suegros, esto le ha ocurrido a centenares de miles de Ciprianos Pocapasta. Allí se han acomodado lo mejor que han podido ya que de por sí el piso ya les caía un tanto pequeño a los suegros que tienen viviendo con ellos a dos hijos solteros y sin trabajo. No he leído ni escuchado en parte alguna lo que haya podido ser de los responsables de la inmobiliaria Martinsa, pero estoy seguro de que no habrán tenido que pasar por las mismas peripecias que están atravesando Cipriano Pocapasta y su familia, a buen seguro que a estos ejecutivos no les habrán echado de sus casas y hasta es muy posible que sigan llevando el mismo tren de vida que llevaban cuando la vaca daba leche.
Viendo lo que le ha ocurrido a Cipriano Pocapasta, a su mujer y a sus dos hijos de corta edad, no me extraña que en este país las plazas más conocidas de cada pueblo o ciudad estén siendo ocupadas por centenares de miles de ciudadanos que se rebelan, entre otras cosas, contra lo que le está ocurriendo a Cipriano Pocapasta, porque Cipriano Pocapasta, son todos y cada uno de ellos.