Hace unos días se vivió en el Parlament una jornada triste para la democracia. Una jornada que retrató de forma lamentable cómo la zafiedad, la provocación y los modos autoritarios se han instalado a sus anchas en nuestras instituciones.
Si apenas unos días antes vivimos con estupor cómo un parlamentario era insultado en la Cámara vasca, ante la incredulidad de algunos asistentes y observadores, ahora acabamos de vivir una situación igualmente deplorable en el Parlamento catalán. Tan grave, pero más vergonzante si cabe, por la permisividad y, en mi modesta opinión, la mala educación de quien se supone vela por el correcto uso de la palabra en el hemiciclo. ¡Fascista!, ese fue el exabrupto proveneniente de las filas ni más ni menos que de Bildu. Improperio aumentado a posteriori por uno de sus líderes. Sobra cualquier comentario al respecto. Desgraciadamente, nos ofrecerán múltiples oportunidades de abordar un delirio propio que pretenden sea la pesadilla de todos. Mientras escribo estas líneas, muy cerca, veo desde mi ventana los árboles del parque de Aiete, espacio que la autodenominada izquierda patriótica vasca se empeña en utilizar de escenario propagandístico.
Del Cantábrico nos desplazamos al Mediterráneo. Catalunya, por obra y gracia del Régimen imperante, con todos los resortes que su Administración dispone para ello, sigue empeñada en el adoctrinamiento y la ocultación de cualquier oposición al nacionalismo excluyente. Y tal estrategia alcanza, como no podía ser de otra forma, al Parlament. El «incidente» se produjo cuando se debatía una moción de condena al franquismo y la apología del nazismo, entre otros asuntos, presentada por la formación de izquierdas. En el transcurso del debate, un miembro de la CUP intentó ligar a Ciudadanos, a propósito de la manifestación por la unidad de la nación española de mañana en Barcelona, con grupos nazis y fascistas. La única verdad es que Cs asistirá a la concentración que tendrá lugar en la Plaza de Cataluña de la capital condal para reivindicar que «som Catalunya, somos España» y que estamos «mejor unidos». Por alusiones, el portavoz de Ciutadans, Jordi Cañas tomó la palabra, siendo censurado de forma improcedente por la Presidenta de la Cámara. El diputado continuó hablando incluso cuando su micrófono fue silenciado desde la mesa. La arbitrariedad de la señora De Gispert en el reparto del uso de la palabra ya lo viví en primera persona. La deliberada estrategia de difundir un falso mensaje único desde Cataluña, y el triste sesgo de buena parte de los medios de comunicación, en el empeño de situar la formación naranja en el espectro del españolismo ultramontano no se sostiene ni es fiel a la verdad. Las espléndidas expectativas del partido liderado por Rivera levanta ampollas. Y dolorosas, entre eso que podemos denominar como «progresía guay» y la confesión nacionalista, decidida a en su campaña de intoxicación en señalar a Ciudadanos como un partido alejado de la centralidad política. Sin embargo, la realidad viene demostrando ser un partido moderno, centrado y progresista. Trascendiendo la esfera catalana, proyectándose como alternativa creíble y deseable en toda España.
El más que desagradable incidente en el Parlament finalizó con la marcha de los parlamentarios de Ciutadans tras ser vejados y censurados. Y aunque ya se conocía la intención de su voto en la sesión, hay quien deja insinuar que era una estratagema para evitar la votación de la moción citada. Y para despejar dudas indicar y recordar que C’s condena el enaltecimiento, la trivialización, la exculpación o negación del nazismo, el franquismo y el resto de regímenes fascistas, totalitarios y dictatoriales impropios de una sociedad democrática; la reconversión del Valle de los Caídos en un espacio para la memoria de todas las victimas de la guerra civil y la posterior represión franquista; la recomendación que propone el traslado de los resto del general Franco al lugar que su familia designe o en su caso, al que se considere más adecuado; a la cooperación con todos los organismos que investigan los crímenes contra la Humanidad cometidos por la Dictadura franquista en aplicación del principio de justicia universal, dar soporte a la querella tramitada en Argentina por las víctimas de la represión franquista amén de otras propuestas.
Tan solo resta esperar y desear éxito para la manifestación cívica de Barcelona y que ningún elemento indeseable acapare la atención, desenfocando el noble objetivo de dicha convocatoria ciudadana. En esta ocasión no podemos hablar de una «Patria opressa» que compusiera el genio de Verdi, hablamos de una cittadinanza intencionadamente silenciada, arrinconada. Pero para disgusto de los nacionalismos, España no es Portugal o la península de Jutlandia. España es plural y diversa, más allá de posicionamientos políticos. Y tanto Catalunya como Euskadi o Navarra, entre otras, son muestra de ello.
http://youtu.be/umfjK-FER_A