A partir del estudio del texto Ipomydon, del que sólo existe una copia manuscrita guardada en la Biblioteca British Library, el investigador de la Universidad de Alicante, Jordi Sánchez Martí, ha reconstruido la historia impresa de los romances medievales ingleses. Los resultados destacan que la centralización de la actividad impresora en Londres afectó a la diversificación de títulos.
El investigador del área de Filología Inglesa de la Universidad de Alicante, Jordi Sánchez Martí, acaba de desvelar un capítulo de la historia de la literatura inglesa no escrito hasta la fecha en su artículo The printed History of the Middle English Verse Romances. El artículo, aparecido la pasada semana en la revista Modern Philology, consigue reconstruir la historia impresa de los romances medievales ingleses tras la introducción de la imprenta en Inglaterra en 1476, de la mano del impresor William Caxton.
El nuevo estudiotambién pone de manifiesto que la incapacidad de diversificar el catálogo de romances impresos de origen inglés acabó con la trayectoria impresa de estos textos medievales poco años después de 1565.
Otro dato que desvela es que, dado que se había creado un público lector interesado en historias caballerescas y dispuesto a pagar por ese producto, y puesto que los materiales originales estaban agotados, los impresores ingleses decidieron traducir los libros de caballerías españoles que pasaron a ocupar el espacio comercial de los textos autóctonos hasta mediados del siglo XVII.
El extenso artículo publicado es la culminación de las investigaciones que ha venido realizando, tanto en la Universidad de Alicante como en estancias en la Universidad de Cambridge, el equipo de investigación compuesto por su director, el experto de la UA Jordi Sánchez Martí, junto con las profesoras de Filología Inglesa de la Universidad de Sevilla, Mercedes Salvador y Leticia Álvarez, dentro del proyecto «Los romances medievales ingleses tras la introducción de la imprenta». El proyecto ha recibido financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación y se incluye dentro del Plan Nacional de I+D.
El estudio, entre otros aspectos, destaca que la centralización de la actividad impresora en Londres afectó a la diversificación de títulos. Es decir, con la aparición de la imprenta, los impresores se vieron limitados en su elección de obras a aquellos manuscritos que llegaban a sus manos en Londres, dado que en ninguna otra localidad inglesa había imprenta. De esta forma, la difusión impresa de estos textos supuso un empobrecimiento del canon respecto a la difusión manuscrita que había alcanzado este género desde 1225 hasta 1500. Por otra parte y relacionado con esta circunstancia, este estudio también pone de manifiesto que la incapacidad de diversificar el catálogo de romances impresos de origen inglés acabó con la trayectoria impresa de estos textos medievales poco años después de 1565. No obstante, se había creado un público lector interesado en historias caballerescas y dispuesto a pagar por ese producto. Es así como, con los materiales originales agotados, los impresores ingleses decidieron traducir los libros de caballerías españoles que pasaron a ocupar el espacio comercial de los textos autóctonos hasta mediados del siglo XVII.
Sánchez Martí, con su artículo, ha logrado escribir un capítulo inédito de la historia de la literatura inglesa, al reconstruir la historia impresa de los romances medievales ingleses tras la introducción de la imprenta en Inglaterra en 1476 de la mano del impresor William Caxton. Este impresor no mostró ningún interés por ofrecer a su público lector ninguno de los textos caballerescos en verso que circulaban en formato manuscrito en el siglo XV. Fue tras su muerte cuando sus sucesores, Wynkyn de Worde y Richard Pynson, reconocieron el valor comercial de estas obras y se propusieron explotarlo. Así, desde aproximadamente 1497 hasta 1535 se publicaron más de 35 ediciones de romances caballerescos ingleses en verso. La muerte de Wynkyn de Worde en 1535 supone el final de una primera época dorada de los romances impresos, aunque hubo un resurgimiento de estos textos entre 1550 y 1565, liderado principalmente por el impresor William Copland.
El género literiario más popular
El género romance caballeresco es el más popular del siglo XIII al XVII. Con la llegada de la imprenta, que – en un principio – sólo estaba en Londres, consiguen popularidad impresa únicamente los textos que pasan por imprenta. De esta forma, se pueden popularizar a las clases medias urbanas. La burguesía puede comprar libros cuando se imprimen.
A finales del siglo XV en Inglaterra había tres impresores. Los datos cifran en unos 95 el total de obras romances ingleses en manuscrito, que se reducen a unos 17 impresos, aproximadamente. Además, en la producción impresa de todo tipo de textos sólo hay constancia que un editor lo usara en el caso de 26 textos manuscritos, dado que es el número de manuscritos que contienen marcas de imprenta que coinciden con texto impreso. El investigador de la UA explica que hay textos que en manuscrito se difunden mucho, pero no consiguen pasar a imprenta y, por tanto, se pierden.
El estudio se fundamenta en el texto Ipomydon, del que sólo existe una copia manuscrita, que se encuentra en la British Library, y que es con el que ha conseguido ilustrar cuáles son las fases que se suceden. Ipomydon, fue comprado por el librero John Colyns, quien lo pone en manos del gran impresor Wynkyn de Worde.
El proceso del manuscrito al libro impreso se producía por la compra del manuscrito por un librero, que participaba económicamente de la edición del libro. El manuscrito que ha sido trabajado para ser impreso tiene marcas del impresor, que muestran como el compositor organizó el original para su impresión posterior. También, hay un corrector, que es quien preparó el texto, puesto que un manuscrito puede tener errores.
El problema de los impresores en aquel momento es que no tenían acceso a los manuscritos. Por este motivo, los impresores no tienen capacidad de diversificar títulos. Así pues, en el momento en que ya no se puede atender a la demanda con su oferta repetitiva, los impresores ingleses comienzan a promover la traducción de textos de caballerías españoles, como es el Amadís de Gaula, que fue best seller en Francia, Italia e Inglaterrra.