Amargados, frustrados y coléricos por no ser el terrorismo nacionalista vasco el autor de los atentados en los trenes de cercanías de Madrid el once de marzo de dos mil cuatro, y con tal de negar la autoría del terrorismo islamista en el 11-M, entre los muchos bulos creados por la conspiranoia mediática y política (ETA, el PSOE, los jueces, la policía, los tedax, la kangoo, la cinta de la orquesta Mondragón, la mochila de Vallecas, el reloj Casio, el temporizador de la lavadora y el sursuncorda…) hay uno que destaca por ser además uno de los preferidos del director del periódico El Mundo, Pedro J. Ramírez. Me refiero al bulo de los servicios secretos. Así, tal y como relaté en mi escrito PEDRO J. RAMÁREZ, EL 11-M Y LOS SERVICIOS SECRETOS, el director deEl Mundo afirmaba hace año y medio:
«Hace un par de semanas un miembro del Gobierno que durante años se había distinguido por su beligerancia en defensa de la versión oficial de la masacre me confesó, en un rasgo de nobleza, que estaba «cambiando de opinión» sobre lo ocurrido. Personas de alta calidad intelectual le habían aportado nuevos elementos de reflexión y para él empezaba a ser evidente que los «suicidas de Leganés» y quienes fueron condenados en el juicio tuvieron que tener algún tipo de asistencia o tutela de carácter mucho más profesional –servicios secretos, o algo parecido– para consumar los atentados».
Mira por donde no hace mucho tiempo el llamado “caso del espionaje masivo de EE UU”, que motivó incluso que el director del CNI, Félix Sanz Roldán, tuviera que dar explicaciones en el Congreso el 6 de noviembre del año en curso, le brindó a Pedro J. Ramírez una ocasión única para ahondar en este asunto de «los servicios secretos o algo parecido». Pero el director de El Mundo calló, escondió la cabeza bajo el ala e hizo mutis por el foro. ¡Qué momento tan bueno –¿no les parece?– para airear este asunto del 11-M y los servicios secretos! ¡Qué gran ocasión perdida! Hubiera podido hacer una gran portada y escrito un gran editorial diciendo: El «miembro del Gobierno» Fulano me confesó, en un rasgo de nobleza, que estaba «cambiando de opinión» y que las «personas de alta calidad intelectual» Mengano, Zutano y Perengano «le habían aportado nuevos elementos de reflexión»… Pero nada de nada. Pedro J. Ramírez se instaló esos días en la mudez, en el más absoluto y significativo de los silencios, demostrando que lo dicho acerca de los servicios secretos y el 11-M es un bulo más, una fanfarronada más, una treta más para mantener viva la teoría de la conspiración que ya por aquel entonces se desangraba sin remisión. Pedro J. Ramírez una vez más no dio la cara.
En definitiva, lo dicho por Pedro J. Ramírez sobre el 11-M y los servicios secretos me lleva a la siguiente conclusión: o es un perverso farol fruto de la paranoia y la mentira o es el claro síntoma de la vil cobardía de quien teniendo algo que decir no tiene lo que hay que tener para decirlo.