A Colombia
I. Yo, de Colombia, sólo sabía el encanto ciudadano de familias venidas a mi ciudad. Asistían para conocernos a la casa de la solidaridad, que así la abrimos con ese nombre y con ese fin: Para tutearnos. No supe nunca si “Colombia” era por el descubridor Colón, aunque siempre noté su morriña patria lingÁ¼ística.
II. Una vez, visitando Tánger, en viaje reivindicativo del Gran Teatro Cervantes, en su descampado desolado, tres jóvenes me ofrecieron alguna sustancia que rehusé. Me dijeron: “pruebe, esta es la Colombia tangerina”. Me sirvió la desfachatez para reivindicar con más fuerza la causa de Baile de Civilizaciones, fundación que presidía porque aún pienso 1. Que el pobre, si no mata baila (Eduardo Mendoza). 2. Que el instante es quien nos conoce (Pessoa). 3. que el instante está en el baile (Eliot).
III. Invitado por un amigo marroquí a unas jornadas de interculturalidad narré la anécdota descrita en II.
Una mujer colombiana, desde luego no conocida según I, me insultó hasta mi vergÁ¼enza por comparar el desolado solar tangerino con Colombia, según a mí me lo habían comparado los tres jóvenes susodichos.
Nunca más osé hablar de las FARC, ni de la emigración colombiana, ni de cuán hermosa era mi amistad en mi ciudad con las familias de allá venidas y acá acogidas.
¡Y nunca me volvieron a invitar a semejantes jornadas interculturales!
Incluso hasta hoy estaba avergonzado de mi reduccionismo a la droga y su tráfico de la Gran Colombia.
Eso hasta hoy: Que sea investido Premio Nobel de la Paz el presidente dos Santos por su apuesta con las FARC por la Paz, y perder el Referéndum, hace que sea comprensible el insulto de aquella no amiga colombiana que me lo espetó tan sólo por comentar la anécdota tangerina (II).
Por cierto: Tánger es con su paisanaje una ciudad encantadora, cuanto más que en el suelo de su Antigua Medina se asienta el Gran Cervantes, 1913.
Para mi quisiera que los Gobiernos de ambas orillas mediterráneas consideraran sede municipalista de Baile de Civilizaciones el Gran Teatro. Siempre por la ciudadanía, en recuerdo de lo que fue Al-Ándalus para Tánger y para mi ciudad, y para cuantas personas hacemos de la Lengua nuestra Patria.