Muchas cosas han cambiado desde que en marzo de 2020 nos vimos forzados a encerrarnos en nuestros domicilios para limitar los daños que la pandemia ya estaba causando. Sin la posibilidad de salir de casa más que para las compras esenciales, sacar a pasear nuestras mascotas, ir al médico, a la farmacia y poco más, no había mucho más que hacer que sobrellevar el confinamiento con buen talante y esperar pacientemente a que todo quedase en una pesadilla de tres meses.
Durante ese tiempo de confinamiento solo salíamos a los supermercados, pero entre las colas que había que hacer, la imposibilidad de encontrar todo lo que queríamos, el agobio de ir con la mascarilla, los guantes y la distancia social, empezamos a preferir hacer las compras online, incluso si no lo hubiésemos hecho antes. Entonces, como ahora, nos sale a cuenta disfrutar con el código promocional El Corte Inglés, para no tener que sufrir las colas, ahorrar en las compras y recibirlas cómodamente en casa en un tiempo récord.
Para las personas mayores el aislamiento ha sido mucho más difícil, hay quien ha dado el paso de usar la tecnología, a quien le sigue costando pero va haciendo sus pinitos. Quien, sin embargo, se ha resignado y prefiere pedir a hijos o nietos que le hagan las compras online. Sea como fuere, todo el mundo compra cada vez más por Internet desde el pasado año.
Junto al confinamiento, la incertidumbre de no saber cuándo acabará esta situación, la preocupación por la economía, con mucha gente sin trabajo y con tanta otra que ha visto reducir sus ingresos ante el parón social, nos han llevado a cambiar, al menos temporalmente, nuestros hábitos de compra. ¿Y cuáles son? Podemos citar los siguientes:
- Preferimos comprar por internet. Evitamos la compra presencial, por la incomodidad de mantener la distancia social y por cierta aprensión a los contagios. Y no solo nos hemos pasado a la compra online, sino también a las gestiones a distancia en bancos, seguros, e incluso médicos.
- Apenas compramos con dinero en metálico. En muchos establecimientos no aceptan el dinero físico y hay mucha gente que ya no lleva ni un euro encima. Y no solo eso, sino que cada vez es más normal comprar utilizando los dispositivos electrónicos, como el smartphone o el smartwatch, en vez de la tarjeta bancaria
- Procuramos comprar lo imprescindible: comida, bebida, artículos para la higiene y fármacos. Si podemos planificar la compra, mejor, porque así la hacemos un día a la semana o cada quince días y nos olvidamos de líos, además de ahorrar y evitar comprando lo que no necesitamos.
- Gastamos el dinero en otros artículos y servicios. Si antes gastábamos más dinero en salir a restaurantes, en las vacaciones, en ropa de vestir y maquillaje, ahora intentamos gastar en lo que realmente necesitamos. Así además de bebidas y comestibles, solemos comprar ropa cómoda, accesorios para hacer deporte y tecnología, sobre todo eso, para adaptarnos e intentar seguir con nuestras actividades de estudio y trabajo desde casa. Ordenadores, tabletas y móviles son ahora imprescindibles. También gastamos más dinero en cursos a distancia, restaurantes de comida a domicilio y en plataformas de televisión en streaming.
- Intentamos controlar y reducir los gastos; por eso antes de comprar nada lo buscamos en internet, intentando recabar información sobre sus características, prestaciones, modos de pago y de envío, si lo podemos conseguir por menos, y si nos lo pueden traer a casa.
- Buscamos promociones, ofertas y descuentos. Comienza a ser un hábito dedicar unos minutos a buscar cupones y códigos descuento, pero es que nos hemos dado cuenta de que al final de mes todos estos pequeños ahorros cuentan.
- Nos hemos vuelto menos selectivos con las marcas; es más, actualmente hay mayor querencia a las marcas blancas, que nos ayudan a ahorrar a final de mes. También hemos perdido el miedo a cambiar de marcas o de compañías; ya no nos sentimos tan vinculados a una especie de sentimiento de fidelidad, sino que miramos por reducir gastos y mejorar las condiciones.
- Miramos más por el medioambiente. Nos hemos hecho algo más conscientes de que debemos cuidar del planeta que habitamos, por ello vamos prefiriendo comprar artículos ecológicos y apoyar a empresas que invierten en sistemas de producción sostenibles y en energías renovables.
Una nueva rutina para una nueva normalidad. El tiempo dirá si estos cambios son pasajeros o si se quedarán integrados a nuestros hábitos de vida por mucho tiempo.