Una sola energía sostiene la naturaleza y el conjunto del Universo; una energía en diferentes grados de vibración y manifestación Entre la energía condensada que resulta ser esto que llamamos “materia, y la energía más sutil que podemos concebir, sentir, cada uno de nosotros, como cuerpos de energía, únicamente existen diferentes niveles de vibración de esa única energía a la que llamamos Dios. A cada nivel de evolución de la conciencia corresponde una determinada frecuencia vibratoria y una determinada longitud de onda, lo cual determina que existan diferentes formas de manifestación de la materia. Así podemos comprender que un mineral, por ejemplo, resulte de una vibración de energía de baja frecuencia, mientras que la luz, los colores, correspondan a una vibración de alta frecuencia, con todas sus gamas intermedia, mientras que a las emociones espirituales positivas corresponderían niveles de energía más sutil y elevada acorde con ellas.
Somos un cuerpo de pensamientos. Continuamente pensamos y experimentamos sensaciones, sentimientos, etc. Que son formas de energía y que a continuación emitimos con una determinada frecuencia, la nuestra, como si fuésemos emisoras de radio. También somos receptores de la misma clase de energía que emitimos, lo que podría explicar muchas cosas sobre nuestras preferencias en el mundo de nuestras relaciones y sobre cómo configuramos nuestro destino a través del dar y recibir de una clase u otra de energía.
Cada pensamiento se manifiesta, como energía, con un color determinado, según la frecuencia con que es emitido por el emisor. Así, un pensamiento de baja frecuencia ( por ej., odio o envidia ) sería oscuro, mientras uno de alta frecuencia ( por ej., amor,bondad) sería claro y luminoso, dependiendo todo ello del estado de conciencia del que piensa y siente, y, en última instancia de su nivel de conciencia personal. Una persona alegre, una persona espiritual y positiva elaborará pensamientos luminosos de alta frecuencia, mientras una persona triste, negativa o preocupada, elaborará pensamientos de baja frecuencia, y, por tanto, colores apagados, oscuros, sucios, etc.
Todo eso se manifiesta en formas de conducta y estados de salud o enfermedad.
Esos colores que elaboramos a través de nuestros pensamientos y emociones, de continuo nos envuelven, nos rodean a modo de huevo cromático, y a esto se le llama aura. El aura de una persona nos da información sobre su estado de salud o enfermedad, su estado anímico… No es una invención de tipos esotéricos o videntes que suelen ser sinónimo de fabuladores, sino que ha sido comprobada también desde hace mucho más de medio siglo con la cámara fotográfica Kirlian, y se encuentra fuera ya de toda duda científica, aunque es conocida desde la más remota antigÁ¼edad en India y China. Pero además, los niños pueden verla en vivo y en directo cuando observan las formas de vida a su alrededor: personas, animales, o plantas, o a sí mismos en un espejo, pues los niños ven el aura desde muy pequeños, pero esas experiencias las olvidan porque nadie más les presta atención.
Los colores proceden de la descomposición de un sólo color que los contiene a todos: el blanco. Los distintos colores obtenidos desde la descomposición de la luz blanca existen por tener diferentes longitudes de onda. Todo esto es sabido.
Nuestros colores identificativos, los colores de nuestra aura, pueden ser vistos, aparte de la cámara fotográfica mencionada, por adultos entrenados convenientemente y por un número aún más importante de niños, ya que los niños desde pequeños, cuando miran a una persona, la ven envuelta en su “huevo cromático”, y esta es la razón por la que niños muy pequeños no miran directamente al cuerpo físico de un recién llegado, sino alrededor, mostrando agrado o desagrado inmediatamente, lo que hace sospechar que perciben su vibración electromagnética a través de los colores que observan en su aura. Como los adultos estamos imbuidos aún de prejuicios y no damos importancia a este hecho, la mayoría de pequeños dejan de ver los colores del aura poco a poco, y, finalmente olvidan que los vieron alguna vez. Conocemos experiencias de niños que fueron llevados al médico por sus padres debido a su exquisita capacidad de percibir el campo electromagnético más allá de la materia burda, creyendo todos ellos que algún mal aquejaba a su vista. Sin embargo, su capacidad de ver era perfecta, como demostraban finalmente los resultados exploratorios.” ¡Y tan perfecta!”, podríamos añadir…
En el libro “Las enseñanzas de D. Juan”, el biólogo norteamericano Juan Castaneda narra cómo aprendió de don Juan, un viejo indio mejicano de la tribu yaqui, que se convirtió en su maestro iniciático, esta experiencia de estar envuelto en un halo de colores precisamente de forma ovoide, y se le cita también aquí porque en sus enseñanzas se pone en cuestión el pensamiento occidental materialista, y por ello han servido de ayuda a muchos buscadores espirituales.
ENERGÁA ESPIRITUAL SUBCUÁNTICA Y CUÁNTICA
La energía universal divina nos llega a nuestro sistema celular en pequeños «paquetes» llamados «cuantos». Esto no es aún lo que enseña la física cuántica, que poco a poco se va aproximando a la verdad espiritual, y lo estará del todo cuando se cuestione la casualidad como el origen de la energía del Universo y admita a Dios como la fuente de toda energía.
En el libro profético «Origen y formación de las enfermedades» (www.vida-universal.org) podemos leer al respecto lo siguiente:» Tanto el alma como el hombre constan de átomos». El alma está formada de átomos espirituales, el hombre de átomos materiales. Sin embargo, la energía espiritual irradia a lo material, es decir a la fuerza que ha sido degradada. Esto sucede a través de los llamados cuantos.
Los cuantos son fuerzas espirituales parciales. Son elementos básicos para la vida material. La fuerza espiritual fluye a través de de estas fuerzas parciales, de los cuantos, hacia el cuerpo físico. Pero antes actúan, sin embargo, los subcuantos, como Yo, (Cristo) , les llamo. Estos producen que la fuerza espiritual fluya a los cuantos. No pueden ser vistos por el ser humano porque son la sustancia espiritual pura del átomo material. El átomo material es dependiente de la fuerza espiritual que está formada por átomos espirituales. Los subcuantos son átomos espirituales que emergen en la materia. Lasa fuerzas parciales espirituales, los cuantos, son en parte fuerza espiritual pura y por otra parte energía transformada hacia lo inferior – o sea, materia- dependiendo de la actitud de la persona ante la vida y su conducta. Esto vale también para los cuantos en todas las formas materiales: Así como la persona piensa y actúa, así influye en su entorno.
La fuerza espiritual fluye de la siguiente manera al organismo del ser humano:
Las fuerzas espirituales parciales, los cuantos, son dependientes de la fuerza espiritual absoluta, de las siete fuerzas básicas de la Creación, las cuales son denominadas virtudes y cualidades de Dios (*). Sin la fuerza espiritual no puede existir nada.
Repito una otra vez conscientemente que todo es energía: cada pensamiento, cada palabra y cada acto, es energía. Debido a que ninguna energía se pierde, ésta se tiene que manifestar dentro o fuera del cuerpo o a su alrededor o en la atmósfera.
Con esto, la forma de pensar, de hablar y de actuar de una persona determina también la cantidad y eficacia de los cuantos. La persona misma determina entonces la intensidad y la cantidad de las fuerzas espirituales parciales, de los cuantos….(sic)
Si el ser humano está demasiado orientado hacia la materia, es decir, si su actitud ante la vida y su forma de vivir tienden solo hacia la materia, si sus pensamientos son negativos, envidiosos, hostiles, si es agresivo, celoso, si es enemigo de su prójimo, entonces todas estas cosas humanas repercuten en la formación y en la actividad de los cuantos.
Un modo de vivir material conduce a que la actividad de las fuerzas espirituales parciales de los cuantos sea mínima.
Cuanto más espiritualizada esté la persona, es decir, cuanto más orientada esté hacia la ley divina por medio de su realización, más fuerzas parciales espirituales hay en ella… (sic)
Cuantas más fuerzas espirituales parciales- es decir, cuantos- haya en los átomos de la persona, más sano, flexible y espiritualmente activo es el ser humano».
(Hasta aquí la cita)
¿Por qué centros de recepción nos llega la energía divina y por qué canales se distribuye en nuestro cuerpo físico hasta llegar a las células? Explicado brevemente: penetra en los 7 centros de conciencia (que los orientalistas llaman «chakras»), a través de la respiración,y a través del sistema nervioso llega a las células. En la medida que la persona está orientada hacia la vida espiritual, los centros de conciencia están más abiertos y receptivos, dejan pasar más energía y el sistema nervioso la conduce a cada célula, la cual se revitaliza de continuo,independientemente de la energía material que le llega a través de la sangre. Esta última,, sin embargo, no garantiza la salud si falta aquella energía sutil, que es la determinante para mantener nuestra existencia.
(*) Orden, voluntad, sabiduría, seriedad, paciencia o bondad, amor y misericordia)