¿Qué no hay soluciones para eliminar esa plaga de políticos mercenarios que lo que van es a enriquecerse y además engordan unos aparatos absurdos por lo ruinosos y que terminan por asolar al país? ¡Claro que las hay! Lo que hay es que echarle “bemoles” y que un grupo de verdaderos políticos vocacionales, lo pongan en marcha, lo instituyan y quede instituido por leyes constitucionales, para que una vez construida y ajustada la verdadera maquinaria política, no puedan destruirla los mercenarios, ávidos siempre del botín máximo a llevarse para su panza y su bolsillo.
Y como he mentado a “las leyes”; si las que tenemos no funcionan es por que (supongo que adrede) las hicieron muy enrevesadas y con muchos “agujeros”, para que por ellos escapen los que convenga que tienen que escapar. Agujeros que para otros no se abren y pagan el pato de todos. Por ello las leyes debieran ser cortas, concisas, claras, tajantes y como creo recordar ya lo era el más viejo de los códigos escritos por el hombre… “el de Hammurabi”.
Pensemos que este código data de casi dos milenios antes de Cristo, por tanto cuenta con cuatro mil años; y grabado en piedra, se puede ver en el museo parisino de el Louvre; y el que entre otras cosa prescribía… “La responsabilidad profesional: un arquitecto que haya construido una casa que se desplome sobre sus ocupantes y les haya causado la muerte es condenado a la pena de muerte. las penas: aparece inscrita una escala de penas según los delitos y crímenes cometidos. La base de esta escala es la Ley del Talión. Se tratan también el robo, la actividad agrícola (o pecuaria), el daño a la propiedad, los derechos de la mujer, los derechos en el matrimonio, los derechos de los menores, los derechos de los esclavos, homicidio, muerte y lesiones. El castigo varía según el tipo de delincuente y de víctima. Las leyes no admiten excusas ni explicaciones en caso de errores o faltas; el Código se ponía a la vista de todos, de modo que nadie pudiera alegar ignorancia de la ley como pretexto. Es sorprendente pues, que en un texto tan corto se puede contener tantas leyes, pero las contiene por lo escueto de las mismas y además bastante claro para que se obre con verdadera justicia y sin engaños trapaceros, abusivos e incluso expoliadores por la injusticia.
Pero volvamos a “la plaga de los políticos y política actual” que padecemos y la que anquilosada adrede por los mismos, nos quieren hacer ver que no tiene soluciones, que hay que seguir tragando con ella, en beneficio de esa minoría de irresponsables que además, se hacen sus propias leyes del embudo para permanecer intocables.
Pero la solución la hay y simplemente ateniéndonos a la claridad de aquellas leyes de hace nada menos que cuatro mil años y marcadas para la delincuencia, por aquel sabio rey que reinó en Mesopotamia; y cuya historia conocemos gracias a los arqueólogos investigadores y que supieron descifrar aquellas tablillas escritas en arcilla cocida y de las que han sido encontradas, cantidades ingentes.
La solución vendría suprimiendo la masa de políticos que entran en el dinero público simplemente para vivir o incluso a hacer fortuna. ¿Cómo se arregla ello? Simple y sencillo; eliminándolos por ley; o sea, HACIENDO UNA ADMINISTRACIÁN FIJA Y PROFESIONAL; o sea, que no sean necesario nada más que elegir a las cabezas: Un jefe de Gobierno y que luego éste elija a sus ministros; un alcalde y que éste elija a sus concejales; un Presidente de diputación, autonomía, cabildo, etc. y que éste elija a sus delegados… todos ellos fijados escrupulosamente por una ley, para que el número no pueda ser arbitrariamente aumentado por el que manda… ¡Y NI UNO MÁS! De ahí para abajo, toda la administración, técnicos y auxiliares; todos por carrera (pero sometidos a las leyes laborarles generales) y oposiciones rígidas, limpias y máximamente exigentes; estructurando todo para que el político jamás toque dinero, ni pueda intervenir en asignaciones de obras, gastos y asignaciones de dinero público, estableciéndose un sistema honrado y limpio, para que el dinero público no se pueda malversar y sea gastado honradamente rindiendo al máximo del mismo en beneficio del contribuyente; y como en el código arriba señalado, con condenas especiales para quienes delincan en el servicio público, que deben ser más duras que las “normales”.
Creo que en Italia ya hay algo de ello… por ello allí dicen, que cuando mejor funciona Italia, es cuando el gobierno está dimitido, pues no entorpece.
Lo que hay que eliminar es «esas bandas de bandidos», que saquean todo lo público y terminan por arruinar el país; y que de verdad, impere el político vocacional y por tanto con verdadero afán de servicio público, hoy tan escaso que apenas si aparece. También sería conveniente el fijar, que para “ejercer determinados cargos, debieran ser exigidas determinadas aptitudes demostradas… y quede claro que no hablo de eliminar a los que no tengan estudios”… pero que todos cuenten con experiencias demostradas de que “han hecho algo positivo en la vida”.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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