EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Los únicos sorprendidos en el tema de Bankia han sido los españoles de a pie. Hay ciertos individuos que sí sabían el estado calamitoso de Caja Madrid y Bancaja cuando se produjo la fusión de ambas y a pesar de ello y con un atrevimiento temerario, decidieron unir el destino, incierto destino de las dos entidades y alguna más de menor porte. Resulta patético el estar viendo a diario los esfuerzos del Partido Popular por desmarcarse de tan desastrosa situación cuando todos sabemos que las dos cajas en cuestión estaban bajo su total y absoluto control, el PP colocó al frente de Bancaja al expresidente del Consell valenciano, José Luís Olivas, y a Rodrigo Rato, exministro de Economía en el Gobierno de Aznar, en la presidencia de Caja Madrid. Ahora han puesto el ventilador y se han dedicado a expandir por todas partes la porquería que este caso ha generado en un intento por implicar en tamaño desastre al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez y al Gobierno de Zapatero. Ni Rajoy y tampoco sus ministros, tienen la valentía y la dignidad de reconocer sus errores y entonar el mea culpa.
La realidad de todo este feo asunto es que se puede traspasar el límite de la hecatombe que se ha originado y llegar a convertirse en un asunto en el que deben entender los tribunales de justicia. En muy pocos días se ha pasado de detectar un agujero de 4.000 millones para pasar a los 23.000 millones de euros, entre Bankia y su matriz el Banco Financiero y de Ahorros (BFA). Los millones crecen en la misma medida que las setas en el bosque. El Gobierno de Rajoy se ha visto desbordado hasta el punto de que el propio presidente del Gobierno ha reconocido que no se puede prever, por desconocimiento de la realidad, la magnitud del desastre y que por ello no se pueden aplicar las medidas necesarias, precisamente por ese desconocimiento, para intentar que el daño sea el menor posible.
Los pequeños inversores van a ver sus ahorros invertidos en Bankia convertidos en basura y es precisamente por esto por lo que debe actuar la Administración de Justicia para delimitar responsabilidades. No digo que esto sea como fue lo de Banesto en su día, pero sí es cierto que se han esfumado miles de millones en un corto espacio de tiempo y que esto tiene toda la pinta de que se han “maquillado” las cuentas con intenciones poco edificantes y por tanto hay que actuar contra los responsables ejecutivos de estas dos entidades llegando incluso a su inhabilitación y obligándoles a resarcir los daños ocasionados a todos aquellos, entre ellos al Estado, que han resultado perjudicados por una mala gestión.
En unos tiempos en los que se están llevando a cabo reducciones salariales y a los trabajadores se les exige que trabajen más y mejor, estamos asistiendo al chungo espectáculo que nos permite ver como los ejecutivos de la banca cobran sueldos millonarios y no se les exige responsabilidad alguna ni la más mínima preparación para gestionar bien los dineros que se les confían. El mismo expresidente de la CAM ha confesado que él no estaba preparado para desempeñar un cargo ejecutivo y que el suyo era meramente institucional, lo que no fue obstáculo para que en menos de dos años se embolsará la nada despreciable cifra de 300.000 euros.
La realidad, la triste y lamentable realidad, es que los españoles estamos indefensos ante situaciones, actitudes y formas de proceder totalmente indecorosas y que se concretan en determinados personajes de la judicatura y de la banca y mientras tanto el Gobierno se muestra autista, agobiado, catatónico y falto de iniciativas. A propósito: ¿Ha dimitido ya Carlos Dívar?