Conocemos el dinero como comprador de «casi» todo, dejando en el ámbito del «casi» todo aquello de difícil tasación.
Podemos comprar la simulación de la amistad pero no el propio sentimiento. Podemos comprar un título de médico o de patrón de yate, pero no los conocimientos que dicho documento pretende acreditar.
Las recientes imputaciones de conocidos deportistas en el fraude en la obtención del título de patrón de yate no deja de sorprenderme. Podían escoger entre ser suplantados en el examen o bien realizarlo con un auricular en el oído que les haría llegar las respuestas. Según el acuerdo al que llegaban asumo que no tenían los conocimientos necesarios para navegar con garantías poniendo así en peligro sus vidas y las de otros en el futuro. Quiero entender que se ha tratado de un bien más, acumulado a sus vidas. Como millonarios, puede agradarles coleccionar bienes vitales que los diferencie. O bien que su única pretensión es la de la conducción de potentes motos náuticas.
Lo otro, pretender ejercer como patrón de yate mediante los conocimientos de otra persona, me pone los pelos de punta.