“A mi todo esto me parece un grave atentado contra la salud de las personas, contra la vida de las personas, que debería ser perseguido de oficio por los tribunales”.
En la película, de la que por cierto he copiado su título para dárselo a este comentario, un millonario interpretado por Robert Redford, ofrece al marido de una señora, Demi Moore, un millón de euros para que el esposo consienta que el acaudalado pase una noche con su pareja. Desde luego se trata de una proposición indecente, de ahí el título de la cinta cinematográfica. Muy apropiado. Una proposición tan indecente como la que el conseller de Sanidad de la Comunidad Valenciana, Manuel Llombart, ha hecho a los profesionales que trabajan en los hospitales y centros de salud de la Comunidad Valenciana. Redford ofrecía un millón de dólares por pasar una noche con una señora casada y Llombart ofrece a los profesionales de la salud pública valenciana 18,5 millones de euros para incentivarles, pero para ello tendrán que seguir las normas asistenciales marcadas por la Consellería de Sanidad que consisten, ni más ni menos, en minimizar los ingresos de pacientes procedentes de Urgencias, reducir la derivación de pacientes a las consultas de los especialistas y reducir también lo que la Consellería señala como “hiperfrecuentación en atención primaria” o lo que es lo mismo rebajar la asistencia de pacientes crónicos que acuden con frecuencia a los médicos de familia. Estos incentivos económicos también se podrán obtener mediante el ahorro en medicinas y en pruebas diagnósticas y también acortar la estancia en los hospitales.
Es posible que el conseller, con la colaboración de algunos médicos, de todo hay en la viña del señor, y como dijo el torero El Gallo “hay gente pa tó”, pueda conseguir reducir la derivación de enfermos a la consulta de los especialistas, de el paso de Urgencias al ingreso hospitalario, pero lo que no veo es como se puede lograr que los enfermos, sobre todo los crónicos, acudan con exceso, según el conseller, a su médico de familia. Esto último lo deja muy claro el presidente del Sindicato Médico en la Comunidad Valenciana, cuando dice que “todo se resume en que aquel médico que es antipático con sus pacientes –se referirá a aquellos que los pacientes desisten de ir a la consulta porque dicen que el médico no les mira ni a la cara- y que no les da un trato adecuado se beneficia porque llega un momento en el que los enfermos evitan ir a la consulta y el que es amable y buen profesional, no cobra”. Para este último no hay incentivos. La profesionalidad no siempre, casi nunca diría yo, está bien considerada. Mucho menos adecuadamente remunerada.
Todo esto me parece una solemne barbaridad. La media de vida de los españoles no ha aumentado porque nuestras madres nos han parido fuertes e inmunes a cualquier enfermedad, no, la media de vida se ha alargado por el descubrimiento de nuevos fármacos, la moderna tecnología y la asistencia sanitaria de la que hemos venido gozando hasta ahora, en adelante no sé. A mi todo esto me parece un grave atentado contra la salud de las personas, contra la vida de las personas, que debería ser perseguido y juzgado de oficio por los tribunales y mandar a la cárcel al responsable o a los responsables de semejante atrocidad. Se penaliza la droga porque atenta contra la salud pública y este tipo de actuaciones las ampara la ley. Así vamos. Se aplican duras condenas por crímenes de guerra y cuando estos “crímenes” son por cuestiones de tipo económico no se condena a nadie. Eso nos da la medida exacta de lo que vale la vida de una persona. Nada. Engordar para morir.
Está claro que lo de la película era una proposición indecente y que ponía en juego la honorabilidad de una señora casada, pero aquí se está poniendo en tela de juicio la profesionalidad de los trabajadores del sistema de salud pública valenciano proponiendo una indecencia y aquí nadie, salvo alguno de forma muy esporádica, se mueve. Como en el caso de la película esta oferta de la Consellería de Salud también tiene un fuerte componente sexual ya que de lo que se trata es de “joder” a los enfermos.
Al final vamos a llegar a lo que el exconseller de Salud, Joaquín Farnós, dijo un 12 de diciembre de 1997: “A veces una sonrisa cura más que la alta tecnología o los últimos fármacos”. Más sonrisas y menos pacientes polimedicados. Ahí está la solución, en incluir en el vademécum las propiedades curativas de la sonrisa. Sonreír siempre es barato y cuando la sonrisa es falsa mucho más.